Literatura

La poesía del movimiento literario de las negritudes

Berta Lucía Estrada

21/03/2018 - 07:10

 

Léopold Sédar Senghor y Aimé CésaireLa poesía de las negritudes es poco conocida en nuestro medio. La poesía africana, al igual que la producción literaria de la mujer, es segregada, poco estudiada, sobre todo en Colombia, donde no deja de ser marginal.

Antes de todo quiero decir que nunca uso la palabra afro, afro somos todos, hasta que un descubrimiento científico nos demuestre lo contrario; me gusta la palabra negro, y en este caso específico uso la palabra negritud, tan cara a Léopold Sédar Senghor y a Aimé Césaire. Término que fue el baluarte de su lucha por ser visibles, por recuperar la identidad robada y pisoteada, término que representó la lucha por recuperar los magníficos restos de una cultura milenaria; en este caso preciso la palabra, la tradición oral, el canto, la poesía y la música que la acompaña.

El movimiento literario de las “negritudes” marcó la primera gran ruptura que se dio en el Africa colonial con Léopold Sedar Senghor (Senegal, 1906-2001) a la cabeza; quien publica Antología de la Nueva Poesía Negra y Malgache en Lengua Francesa (1948), en la cual recoge parte del universo literario del Africa francófona. No olvidemos que en 1983 Sédar Senghor fue el primer negro en ser nombrado en la Academia Francesa, un gran honor para cualquier intelectual.

La literatura de las negritudes toma el nombre de los debates intelectuales que se dan en los años 30, impulsados por el poeta de origen antillano Aimé Césaire (Martinica, 1913-2008), y posteriormente por Sédar Senghor y Jean-Paul Sartre. Aimé Césaire desarrolla su propio concepto de la negritud en una hermosa cascada de imágenes que sienta las bases de un movimiento que habría de ser decisivo para las luchas anticolonialistas, emprendidas por los países africanos en la década de los ‘60 : 

“Mi negritud no es una piedra, su sordera precipitada

contra el clamor del día

mi negritud no es una fuente de agua putrefacta en el ojo

muerto de la tierra

mi negritud no es ni una torre ni una catedral

ella se sumerge en la piel roja del sol

ella se sumerge en la piel ardiente del cielo

ella rompe el agobio que produce la paciencia”.*

Y en otro poema denuncia la época colonial como solo un descendiente de esclavos puede hacerlo:

“[Llegado] mi turno

elevaré al aire un grito tan violento

que salpicará de lodo al cielo

y por mis ramas desgarradas

y por el tiro insolente de mi fusil herido y solemne

le ordenaré a las islas que existan”.

El movimiento de las negritudes no fue solamente un movimiento político, sino que buscó ir más allá de la simple denuncia social, buscaba mostrarle a Occidente que el África y las Antillas también existen, y que el colonialismo es una de las peores vergüenzas del siglo XX. Pero sobre todo, pretendía mostrar que también pertenecía a una cultura, por la que se debe luchar y ayudar a preservar. Todos los pueblos y culturas pertenecen a la humanidad, por lo que no puede ni debe excluirse ninguno de ellos. El movimiento es apoyado por intelectuales de la talla de Sartre, André Gide, Albert Camus, André Bretón, entre otros.

Para Sédar Senghor, la “literatura de las negritudes” es un signo de reconocimiento, una fórmula que abrió camino a los poetas africanos nacidos en plena época colonial, y que, además, se identificaban con la lucha del pueblo africano. Su producción literaria no es sólo denuncia de la época colonial sino que refleja la búsqueda por una autenticidad cultural; la cual había sido ignorada para poder justificar  la esclavitud y la colonización, en este caso la francesa.

La literatura de las negritudes se define en un principio como un proyecto de rehabilitación del hombre y de la mujer negros. Siendo su tema principal la exaltación del “alma negra”, que no es otra cosa que reconocer su existencia humana, algo que no siempre fue admitido por los países colonialistas. Recordemos cómo, hacia 1520, España se debate en un dilema teológico en el cual el tema primordial es si los indígenas americanos poseen o no un alma; lo que traducido a otros términos quería decir: ¿Son seres humanos o no lo son? Dando lugar a mitos culturales que han dejado una huella indeleble y que han sido el origen del racismo y la xenofobia por parte de los pueblos europeos en contra de los pueblos del mal llamado Tercer Mundo; dándose incluso la vergonzosa pregunta si los pueblos indígenas, negros, latinoamericanos, maghrebíes, asiáticos o los nativos australianos son iguales a los blancos.

Para descubrir el espíritu de la lucha de las negritudes, es necesario mirar su obra literaria, puesto que son los primeros en hablar de ella al mismo tiempo; y el género que más impacta es la poesía, puesto que es el género predominante en el África colonialista y postcolonialista. Lo que no excluye que también se haya manifestado en los géneros de novela y ensayo. No obstante, la literatura de las negritudes es esencialmente un mito poético. Mito que impuso una imagen y un modelo de poeta negro y de su poesía: víctima de la colonización, el poeta se rebela con su canto; y como el poeta es negro, su canto adquiere todas las virtudes inherentes a su pueblo. El canto se destaca por una temática coherente, donde se exalta dicha condición. Todo comienza por un grito, el alarido más violento que pueda imaginarse, una voz dolorosa toma como testimonio la inmensidad del sufrimiento negro; David Diop (Senegal, 1927-1960) lo expresa así: 

“¡Sufre, pobre negro!…

El látigo silba

Silba en tu espalda sudorosa y sangrante (…)

¡Sufre, pobre negro!…

¡Negro obscuro como la miseria!”

El poeta se sumerge en espacios insondables, en el “país del sufrimiento”, de los barcos negreros, de la explotación de la caña de azúcar en la época infame de la esclavitud americana.

Para Jean-Paul Sartre, “El negro consciente de sí mismo se ve ante sus propios ojos como el hombre en el que ha caído todo el dolor humano, que sufre por todos, incluyendo al blanco”. Al menos es lo que dice un poema de Bernard Dadié (Costa de Marfil, 1916): 

“Te agradezco Señor, por haberme creado Negro,

por haber hecho de mí

la suma de todos los dolores,

(por haber) puesto sobre mi cabeza,

el Mundo.

 

Lo liberé del Centauro,

Y lo sostengo desde sus albores”.

En estos versos hay una clara alusión a la redención cristiana, y a la necesidad del sufrimiento, como única posibilidad de salvación eterna. Aunque yo no logro entender cómo se puede aceptar el credo religioso impuesto por un pueblo que sólo busca la destrucción del otro; pero también es verdad que no comulgo con ninguna creencia religiosa y que las considero a todas igual de nocivas.

Sédar Senghor, por el contrario, se rebela y denuncia la opresión. Cuando el dolor se convierte en algo insoportable, rechaza a Occidente y a la supuesta razón que lo sustenta. Léopold Sédar Senghor se regocija ante la fuerza liberadora:

“Pero yo romperé las risas en todos los muros de Francia”.

Y en otro poema:

“Que nosotros estemos presentes en el renacimiento del Mundo

Como la levadura que le es necesaria a la harina blanca,

(Puesto que) ¿Quién aprendería el ritmo del mundo muerto de

máquinas y cañones?”

El rebelarse supone mirarse dentro de sí mismo; en otras palabras, es el viaje interior que busca la identidad perdida o aniquilada. El poeta negro descubre nuevamente el paraíso de la negritud original; que no es otro que el prestigio de un pasado más que glorioso, y de la riqueza infinita de la tradición africana. La poesía se convierte en un eco nostálgico, como si fuera la música nostálgica de un tambor lejano, que clama por un regreso del África sagrada y extraviada: 

“África, África mía

África de violentos guerreros de las sabanas ancestrales

África a la que cantaba mi abuela

Al borde de un río lejano”. 

David Diop y Birago Diop nos rebelan el gran secreto de África, la comunicación permanente entre los seres humanos y los dioses, entre los vivos y los muertos, el pasaje abierto entre dos mundos (el profano y el sagrado): 

“Aquellos que están muertos no han partido nunca,

ellos están en el niño que llora,

y en el tizón que arde.

Los muertos no están bajo tierra:

ellos están en el fuego que se expande,

ellos están en los árboles que lloran,

ellos están en la roca que se queja

ellos están en la selva, ellos están en la morada:

los muertos no están muertos.

Escucha mas a menudo las cosas que los seres.

La voz del fuego se escucha,

escucha la voz del agua,

escucha en el viento

las breñas que sollozan

Es el aliento de los ancestros”.

Birago Diop (Senegal, 1906-1989) 

*Nota: Poemas traducidos por la autora del artículo.

 

Berta Lucía Estrada

bertalucia@gmail.com

Acerca de este artículo: “La poesía del movimiento literario de las Negritudes” fue publicado anteriormente bajo el título “Léopold Sédar Senghor, Aimé Césaire, David Diop, Bernarda Dadié y Birago Diop”. Su autora, Berta Lucía Estrada, realizó estudios de literatura en la Pontificia Universidad Javeriana, una Maestría y un Diploma de Estudios Profundos (DEA) en literatura (en la Universidad de la Sorbona, París- Francia), y una Especialización en Docencia Universitaria en la Universidad de Caldas. Es la ganadora del Primer Premio Nacional de Poesía 2011, realizado por el Encuentro de Mujeres Poetas de Antioquia. Podrán leer más artículos de su autoría en el blog "El Hilo de Ariadna" que actualiza en El Espectador.com

Sobre el autor

Berta Lucía Estrada

Berta Lucía Estrada

Fractales

Berta Lucía Estrada Estrada (Manizales). Estudios: Literatura en la Pontificia Universidad Javeriana, una Maestría y un Diploma de Estudios Profundos (DEA) en literatura, en la Universidad de la Sorbona (París- Francia), una Especialización en Docencia Universitaria en la Universidad de Caldas, un Diplomado en Historia y Crítica del arte del Siglo XX y un Diplomado en Cultura Latinoamericana. Soy librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad. He publicado nueve libros, entre ellos La ruta del espejo, poesía, Editions du Cygne (Francia-2012), en edición bilingüe, Náufraga Perpetua, ensayo poético, Ediciones Embalaje-Museo Rayo, 2012, ¡Cuidado! Escritoras a la vista..., ensayo literario sobre la mal llamada literatura de género; y el ensayo sobre literatura infantil y juvenil ... de ninfas, hadas, gnomos y otros seres fantásticos. Docente universitaria en las áreas de lengua francesa, literatura hispanoamericana y francófona en la Universidad de Caldas; conferencista internacional y profesora invitada en universidades de Brasil y Panamá. He dado recitales de poesía en Colombia, Brasil, Francia, Panamá, Polonia y Alemania. Soy integrante de Ia Asociación Canadiense de Hispanistas y del Registro Creativo, éste último fundado por la poeta argentino-canadiense Nela Río.

Premios literarios:

Primer Premio Nacional de Poesía 2011 Meira del Mar, realizado por el Encuentro de Mujeres Poetas de Antioquia, con el libro "Endechas del Último Funámbulo", basado en la vida y obra de Malcolm Lowry.
Premio Especial, fuera de concurso, Ediciones Embalaje del Museo Rayo-2010, con el ensayo poético "Náufraga Perpetua".
2o puesto en el Concurso Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos Reyes-2011.
4o lugar en el XXVII Concurso Nacional de Poesía Ediciones Embalaje-Museo Rayo 2011.

Blog El Hilo de Ariadna, en www.elespectador.com
http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/
Blog personal: Voces del Silencio:
http://beluesfeminas.blogspot.com
*Correo electrónico: bertalucia@gmail.com

2 Comentarios


Berta Lucía Estrada 22-03-2018 02:13 AM

Gracias PanoramaCultural.com.co y a su director Johari Gautier Carmona por el espacio y el interés que le otorgan a mi trabajo intelectual.

Aurora Montes 02-05-2018 08:16 PM

Excelente artículo, siempre es gratificante leer a Berta Lucía y mucho más desde la perspectiva de la diversidad y la inclusión.

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