Cine

Cenicienta: ¿simple adaptación o reinvención del famoso cuento?

Eduardo García

01/04/2015 - 05:55

 

Cenicienta: ¿simple adaptación o reinvención del famoso cuento?

A día de hoy mucha gente, todavía piensa que las películas de Disney tienen un valor machista. Cenicienta vuelve a ser el claro ejemplo de que Disney, no hace ya tiempo que dejó atrás el concepto naif, sino que además se atreve (desde la misma producción), con propuestas mucho más profundas y arriesgadas, como es el caso de “Into the woods”, pero también sutiles y, dentro del marco fantasioso, cercanas a la realidad.

Kenneth Brannagh que como él mismo lo contó, se limita a dirigir el concepto que los productores tenían de la película, lejos de ser un asalariado, aporta a “Cenicienta” el dificilísimo trabajo que supone que esta producción sea contada con absoluto realismo dentro del marco del cuento de hadas consiguiendo que la interpretación de los actores case a la perfección con la sinceridad humana.

Siempre detallista, como en todas las producciones en las que se embarca, la historia de Cenicienta recibe el mismo trato que le pudo dar a “Henrique V”, ya que, no por ser un cuento fantástico la película se puede tomar menos en serio que la adaptación de Shakespeare.

“Cenicienta” es visualmente inagotable. Allí donde quiera que se posen los ojos encontrará belleza decorativa. En los trajes, en el maquillaje, en los paisajes, en los rincones del decorado… no importa cómo sea la escena representada ni lo que acontezca en la misma que cualquiera de los encuadres ha sido compuesto con el máximo cuidado y dedicación para evocar la imagen de un cuento de hadas intemporal.

Aun así, el trasfondo de la historia nos invita a entrar, ver y escuchar los motivos de cada uno de los personajes magníficamente interpretados por el interesante reparto reunido para la ocasión. Será un placer desvelar los motivos de la malvada hermética Madrastra, la ida Hada Madrina de Cenicienta, la estupidez arrogante de sus hermanastras Drisella y Anastasia, y la renovada relación romántica que se establecerá entre el Príncipe y la atractiva, en un sentido mucho más amplio que el estético, Cenicienta.

Uno de los mayores atractivos de la película, es descubrir la infancia de Cenicienta junto a sus cariñosos y estimulantes padres. Tratar de entender cómo el compromiso, la dedicación y la palabra de dos personas cultas influye para bien o para mal en la toma de decisiones de la joven y condicionándola y predisponiendo la conversión de una jovial e inteligente Ella en una sumisa y servil Cenicienta. ¿Honra a la memoria de los padres? ¿Fe? Muchas lecturas se pueden obtener al respecto sin considerar la opción sexista (ahí tenemos a Harry Potter que hasta que no le vino a buscar un gigante mágico vivía en el hueco de una escalera y no escuché queja alguna).

El buen gusto y el máximo exponente del refinamiento llegará en la escena del baile del palacio, siendo esta escena una de las más comentadas por la prensa. Otro gran éxito de Kenneth Branagh en la representación del esperadísimo mágico baile. La entrada de Cenicienta en el salón es uno de los puntos más álgidos de la película y su humilde desenvolvimiento la hace todavía más espectacular.

De aquí en adelante la historia tomará un matiz distinto a la recordada por todos. Una opción muy interesante que hace que la historia mantenga la coherencia sin tener que empujar escenas hasta que Cenicienta y el Príncipe acaben inevitablemente unidos. Cada uno tendrá que lidiar con sus propios problemas antes de llegar a su ineludible encuentro amoroso.

Seguro que muchos creerán ver mil pies al gato o absurdos mensajes subliminales para subyugar a las niñas y niños a un destino sexista. Por mi parte reivindico el derecho y el valor que tiene dejar que los niños y las niñas crean en la idea de príncipes, princesas y cuentos de hadas y la fantasía en general. Tienen toda una vida para elegir descubrir o no la realidad del mundo y, que yo sepa, no conozco a ningún niño ni niña que no sepa distinguir realidad de ficción. Sé de lo que hablo, he sido niño.

 

Eduardo García 

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