Opinión

La terquedad de los guerreros

Diógenes Armando Pino Ávila

10/07/2015 - 08:10

 

Luego de abierta la caja de pandora, de donde salió cuanto mal existe, que demuestra los bajos instintos del hombre, traducidos en atentados a oleoductos, contaminación de ríos y fuentes de agua, derribamiento de torres de energía, atentados, bombas, muerte y destrucción. Después del pulso de fuerza entre el ejercito y la guerrilla, después de que los bandos en conflicto mostraran sus dotes de muerte, después de que probaran su poderío destructor sobre el enemigo, después de que estúpidamente probaran su demencial terquedad, después de decenas de muertos y de haber causado pánico y zozobra sobre la población civil, se llega por enésima vez al punto muerto donde, desde hace más de cincuenta años, se ha llegado: el ejército no puede someter a la guerrilla y ésta no puede tomarse el poder por las armas.

Parece que el orgullo, la prepotencia, la terquedad y los intereses grupales de la ultra derecha y la ultra izquierda colombiana no estudiaran la historia del conflicto armado, parece que el fragor de la guerra los ha cubierto con una costra pétrea de indolencia y crueldad que no les permite pensar en el pueblo angustiado que sufre los rigores de esta guerra fratricida donde el único que pone los muertos es el pueblo. Parece que el gobierno en su aparente querer firmar la paz, se deja tentar por las argucias de la derecha y en la búsqueda de un apoyo y reconocimiento de los enemigos de la paz le hace el juego y apela a la guerra tratando de probar suerte electoral con esos reversazos.

La guerrilla de la FARC prueba de vez en cuando a recrudecer el conflicto con la esperanza fallida de enderezar el proceso de paz en favor de sus propuestas y argumentando persecución realiza atentados y emboscadas en un juego peligroso de muerte y destrucción donde el pueblo cada día desconfía más de la seriedad de sus intenciones de paz. La guerrilla de la FARC con su proceder permite que los azuzadores de la guerra, enemigos declarados y otros agazapados entren en el juego sucio de sembrar desconfianza en el pueblo, al punto de que la confianza en el proceso de paz ha llegado a su punto más bajo.

El señor Procurador, el senador Uribe, José Obdulio y el resto de la cuadrilla hacen su trabajo político en contra de Santos con su discurso simple y repetitivo de que la paz negociada no es posible y que la única salida es la guerra, y repiten un libreto sabido de memoria con algunas pequeñas variaciones tal que las guerrillas deben concentrarse en un solo sitio y firmar la paz sin condiciones y someterse sin contemplaciones al peso de la Ley, en un argumento que contradice de plano el proceder del uribismo en la pasada negociación con los paramilitares, donde se dio toda clase de gabelas y facilidades a los paras en el proceso llevado en Ralito.

Los errores metodológicos de ese proceso anterior, las penas irrisorias, la verdad y la reparación no cumplida por los jefes de los paras se les ha olvidado a estos enemigos de la paz y ahora claman por un proceso y procedimientos que ellos no llevaron en lo de Ralito y ahora se rasgan las vestiduras pidiendo celeridad y mano dura con las FARC en una campaña que en nada ayuda a la paz de Colombia. Estos señores están en contra de todo, protestan si la guerrilla realiza un cese unilateral de fuego, ellos argumentan que esto es una estratagema guerrillera para reorganizarse y hacerse fuerte, pero si las guerrillas en esos actos de demencia rompen su propio cese al fuego, entonces de desgañitan en la TV y demás medios mostrando las debilidades del gobierno y apelan a su hobby preferido de contar muertos y atentados en twitter como si cantaran un bingo.

Ahora, en el momento más delicado del proceso en que se calentaron las acciones demenciales de las FARC y donde estremecieron al país con su accionar criminal y que la fuerza pública no pudo controlar; ahora que los países garantes pidieron a las partes reanudar el proceso y que la guerrilla anuncia un nuevo cese al fuego y que el gobierno insinúa un cese bilateral, los enemigos de la paz arrecian su discurso guerrerista y proponen fórmulas que están seguros los guerrilleros no aceptarán, todo esto como una estrategia de desinformación tendiente a torpedear los diálogos de paz. En tanto los procesos de justicia y paz con los paramilitares nadan en un mar de levedad donde no han pagado, no han dicho la verdad y no han reparado a sus victimas.

Creo firmemente que los diálogos deben proseguir, creo necesario que en La Habana sigan negociando. Es importante para el país, para el pueblo, para el gobierno, para los hacendados, para todos que se firme y se consolide la paz, creo que la merecemos. La guerrilla debe decretar y mantener el cese unilateral del fuego y el gobierno debe secundarlos.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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