Literatura

León, el vikingo

Gloria Cepeda Vargas

11/08/2015 - 04:20

 

León de Greiff (a la derecha) fue uno de los referentes poéticos de Gabriel García Márquez

“Mejores aires/ busca, busca el espíritu mejores aires…”, dice León de Greiff en el “Relato de Gaspar”, poema perteneciente a su “Libro de Relatos”. Sí poeta, mejores aires necesitamos todos.

A pesar de los arcaísmos a que apela su ironía socarrona y a veces obstaculizando la comprensión de lo leído, los relatos de ese vikingo noctámbulo y ceñudo que fue De Greiff,  son síntesis de nuestra impotencia  en un país plagado de insectos carniceros.

No lo vi nunca; sé que su estampa desmañada, fuga solitaria en el Bogotá de mediados del siglo XX, flotaba entre la niebla del altiplano y el humo de la pipa. Que a veces se entrampaba en la melancolía de  esas noches “de grávido silencio, de preñado callar”. Que como un nigromante, transformaba la palabra en arpegio. Música fue su canto a veces subterráneo, otras a ras de alma. La cadencia estalla de repente convocando la “gracia de tu rítmico cuerpo gozado un día” o plañe y ríe como un Mefistófeles henchido, de “esas frentes yermas y yertas y yugadas”. 

Esta  mezcla de escalador de nubes y caballero de la triste figura que fue, es una de nuestras voces poéticas casi intocadas. Ora desuella “los caminos amarillentos/ que zig-zaguean hacia recónditos pueblucos” o se confiesa con Aldebarán. Convoca mitológicas deidades bajo la noche “cribada de estrellas”, o asomado a la simpleza de las cosas, tiembla en  versos únicos: “Muy más allá del mundo de los astros/ queda el país difuso de los sueños”.

Nacido en Medellín el 22 de julio de 1895 y fallecido en Bogotá el 11 de julio de 1976, Francisco de Asís León Bogislao de Greiff, conocido como León de Greiff, es autor, entre otros poemarios, de “Álbum para Matilde”, libro manuscrito  dedicado a su esposa, “”Tergiversaciones”, “Prosas de Gaspar”, “Cuadernillos poéticos”, “Variaciones alrededor de nada”, “Libro de signos” -casi todos arropados por la capa de sus Mamotretos- y de una novela policíaca titulada “El misterio del cuarto 215” o “La pasajera del hotel Granada”.

Descendiente de alemanes y escandinavos, Leo le Gris, Gaspar de la Nuit, Matías Aldecoa, Sergio Stepansky o Ramón Antigua, son algunos de sus heterónimos más conocidos. Se inició en el modernismo e incursionó  en el surrealismo francés y en el creacionismo de Vicente Huidobro hasta adquirir un estilo inconfundible.

Irónico y fustigante, su vasta cultura literaria y musical le permitió licencias y transgresiones  denostadas por unos y aplaudidas por otros. Fue con el cartagenero Luis Carlos, el Tuerto López, osado trajinador de territorios en penumbra cuando en Colombia la poesía era una dama engalanada siempre con el mismo traje. Su oído abierto al oleaje universal, atrapó la melodía necesaria para hacer del poema un pentagrama  en desarrollo. Quizá el exceso musical hace a sus versos crípticos para el lector impaciente. Tal vez para algunos sus textos poéticos luzcan almidonados y recocidos. Eso depende del concepto, retórica y entorno que manejen el lector o el crítico. Nunca habrá al respecto una opinión unánime  porque la poesía sigue siendo la gran desconocida de la razón.

Valentina Marulanda, ilustre escritora manizaleña y crítica literaria y musical prematuramente desaparecida en Caracas el 10 de octubre del 2012, escribió un libro titulado “Pensar la música”.  Eso fue lo que hizo a su manera León de Greiff. Pensar y verter el hechizo sincopado del ritmo musical en palabras danzantes. “¡Ésta es la selva/ de múrice y de oro!/ ¡ésta es la abierta vida innúmera!”, dice en el “Relato de Claudio Monteflavo”, desdoblando dos versos para describir,  con caracteres simples y  sencillos adjetivos, esta historia de huesos efímeros y eternos.

En la heterogeneidad del discurso literario, la poesía es ráfaga siempre desconcertante. Lo más parecido al misterio, lo más ajeno al embudo   de la crítica convencional y lo más heterodoxo en el coro de la poesía colombiana, tan tarda en aceptar y tan acostumbrada a la costumbre, es la obra del poeta antioqueño. “Busca el espíritu mejores aires”, dijo, batiéndose con “trujamanes de feria y gansos de capitolio”.     

Su eje poético es el amor vibrante en todo  acorde. Amor casto o lascivo, “sed de búdicos nirvanas” o “de lánguidos laúdes”. “En el recodo de todo camino/ la vida me depare el bravo amor/ y un verso libre –audaz como el azor-“, dijo en una de tantas confesiones lanzadas a los vientos prodigiosos.

Su obra poco leída y después de leída poco comprendida, se yergue como una de nuestras fosforescencias poéticas más originales sin descartar que a veces la belleza  del poema naufraga entre el exceso de neologismos, arcaísmos o palabras inventadas.

Dicen por ahí que dio más importancia a la forma que al contenido. Sucede que en un marco tan abstruso y a veces artificioso como éste, el corazón del poema, su  ternura y su melancolía, se recatan muy hondo. Sigue siendo una figura solitaria. Su devoción por la ética verbal y reflexiva, su sed  de belleza y   soledad, presente en “Admonición a los impertinentes”: “Como yo soy el Solitario/ como yo soy el Taciturno/ dejadme solo”,  lo convierten en el gran acompañado por una fantasmagoría suculenta: la “Música y la Poesía solo para los seres/ de vibración sutil…”.

Quienes compartieron su vida ignoraban que solo era en la Tierra debido a leyes  incoercibles. Y ahí va flotando en una nube de humo, mientras  deja a lo largo de las nocturnidades callejeras, palabras para leer y recordar: “Busca, busca el espíritu mejores aires/ mejores aires”.

 

Gloria Cépeda Vargas

Sobre el autor

Gloria Cepeda Vargas

Gloria Cepeda Vargas

Reflexiones y poesías

Gloria María Cepeda Vargas es una poeta colombiana de reconocida trayectoria. Oriunda de Cali, ha vivido sus primeras -pero también sus últimas décadas- en Popayán, por lo que se le reconoce como una autora caucana. Es hermana del político Manuel Cepeda Vargas, líder de izquierda asesinado, padre del representante a la Cámara Iván Cepeda Castro. Ha recibido, entre otros, el Primer Premio y Medalla de Oro, Concurso Internacional de Poesía, Bruselas (Bélgica) 1993; Premio de Poesía "Jorge Isaacs", Cali, Colombia, 1995; y la mención Casa de las Américas, La Habana, Cuba (2000). Algunas de sus publicaciones: "Bajo la estrella" (Popayán, 1960), "Cantos de Agua y Viento" (Premio Jorge Isaacs, 1995); "Carta a Manuel" (Popayàn, 1995); "De la vida y el sueño" (Popayán, 2009); "Canta la noche" (Neiva, 2010).

1 Comentarios


Liza López 31-01-2018 07:14 PM

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