Opinión

Piropo sexista, acoso Callejero

Fabrina Acosta Contreras

06/10/2015 - 06:10

 

“La violencia y el acoso contra las mujeres y niñas

en espacio públicos remiten a un tema largamente ignorado,

 con sólo unas pocas leyes y políticas en lugar de abordarlo"

Michelle Bachelet

El piropo sexista o el acoso callejero hacia las mujeres, es una forma de violencia basada en género tan naturalizada que ante el valiente reclamo de alguna de ellas, las respuestas que dan los hombres que los expresan corresponden a expresiones como: “Agradece que te piropeo porque bien fea que eres” “Te estoy haciendo un favor” “Para que te vistes así, si después no quieres que uno se provoque” “Me gustan bravitas así es mejor”

Pero bien ¿Que es el acoso callejero? es una forma de acoso sexual que consiste en comentarios indeseados o silbidos y otras acciones similares hacia personas desde extraños y en espacios públicos. En este sentido, “cualquier acción o comentario irrespetuoso o denigrante dirigido a mujeres por parte de extraños en lugares públicos se considera acoso callejero. Se consideran como tales miradas, palabras o gestos. Con estos el hombre afirma su derecho a llamar la atención de la mujer, poniéndola como objeto sexual y forzándola a interactuar con él”. Es de aclarar que también se pueden dar casos donde la mujer es la acosadora pero no es una conducta tan marcada como en los hombres.

Roxana Osorio Rincón refiere en la tesis de Maestría que realizó sobre Acoso Callejero, que este es:

“Una forma de entablar una relación unilateral, no consensuada, donde una de las partes impone su deseo sobre el otro. En la mayoría de los casos, son los hombres los que la realizan estas acciones recayendo ellas sobre las mujeres.  Es una realidad vivida a diario y que priva a las mujeres y niñas de su derecho al libre tránsito, reduce la posibilidad de moverse como deseen a los lugares que necesitan llegar y asistir como la escuela, el trabajo, eventos sociales, parques, disfrutar y participar activamente del espacio público, salir en bicicleta, caminar tranquilamente por las calles”.

En este sentido, es importante mencionar que aunque a lo largo de la historia patriarcal esta práctica de acoso ha sido justificada para quienes la realizan y se brinda poca protección para sus víctimas, se han generado a nivel mundial diversas campañas activistas (como la del grupo en Facebook “Mujeres con Poder” liderado por Roxana Osorio, Susana Ojeda, Marisela Quiroz y otras mujeres que residen en Barranquilla) que lideran actividades en contra de todo lo que implica el acoso callejero, haciendo visible dicha problemática y generando pedagogía sobre los efectos que tiene; pues el efecto machista que paralelamente protege a los acosadores ha generado unos prejuicios que afectan negativamente la percepción de algunas personas, pues consideran que si una mujer no recibe piropos es muy fea y por ende no es aprobada por el colectivo masculino de alta exigencia estética, otras cambian las rutas para ir a la universidad y su lugar de trabajo para evitar pasar por construcciones o lugares que agrupen a hombres que revestidos de su “raza bravía” expresan miles de ocurrencias que satisfacen sus deseos o fantasías; como si en ese momento su vida se volviera un carnaval de hedonismo y las demás personas (en este caso la mujer o las mujeres) objeto de sus acosos callejeros tuvieran la obligación de satisfacer su libido desbocada.

Estoy segura que si se reunieran miles de mujeres para documentar los piropos sexistas que han recibido, serían millones de hojas las que se ocuparían; lo digo porque solo hice un ejercicio con algunas amigas a las cuales, les pedí que me dijeran el piropo sexista que más las hubiera marcado y los sentimientos que estos despertaron en ellas y miren el resultado:

- “Ya debes tener pelos en la cuca y ya te los puedo lamer”. Sentimientos: “mucho miedo porque solo tenía 14 años y estaban esperando la ruta del colegio a las 5:30 a.m. nunca más volví a quedarme sola mientras esperaba la ruta”

- “Quisiera ser tu pantaleta para que me levantes a peos”. Sentimientos: “una rabia que me daba risa a la vez de escuchar algo que me parecía estúpido”

- “Ven mami y te lleno la cara de leche”. Sentimientos: “ Ganas de tener la fuerza fisica para enfrentarlo y hacerle sentir que no debería volver a hacer eso”

- “Quisiera exprimirte esas tetas”. Sentimientos: “ ganas de salir corriendo y no haber escuchado eso”

- “Ven y te consiento con el único golpe que debe recibir una mujer, el del chacarazo” Sentimientos: asco y rabia.

- “Quiero tenerte en cuatro y escucharte gemir como una gata salvaje”. Sentimientos: “Miedo”

Estas expresiones que violentan a quien las reciben, aunque el que las expresa sienta que está en todo su derecho y que le hace un favor porque la va a hacer sentir deseada o atractiva; alteran la salud mental y el desarrollo social de muchas mujeres, que deciden incluso no salir, cambiar horarios, rutas o agendas sociales para evitar el impacto de expresiones que generan asco, rabia, miedo o inseguridad, en todo caso dejan al cuerpo de la mujer como un objeto sexuado que puede ser usado, irrespetado y manoseado a través del acoso callejero.

Es importante mencionar que no es esto, una práctica exclusiva de alguna región, cultura o estrato, en el mundo entero existen los piropos sexistas o los acosos callejeros y es importante continuar visibilizando esto como una práctica que violenta, por ende no se puede justificar bajo ninguna circunstancia. Las mujeres y los hombres tienen derecho a vivir dignamente y sin miedo, por ello nadie tiene justificación para desplegar sus deseos sin importarle lo que las demás personas sientan, por eso mi cierre de columna es No al piropo sexista o acoso callejero, porque no es un halago o un favor que se le hace a quien lo recibe, sino que es un tipo de violencia.

 

Fabrina Acosta Contreras 

Sobre el autor

Fabrina Acosta Contreras

Fabrina Acosta Contreras

Evas&Adanes

Nieta de Rita Contreras, leyenda viva de 109 años. Escritora e investigadora Guajira, psicóloga, Magister en estudios de género, Magister en Gestión de Organizaciones y Especialista en Alta Gerencia. Creadora de la Asociación “Evas&Adanes” desde la cual lidera diversas iniciativas ciudadanas como los foros “La Mujer en el vallenato”, “Tejiendo esperanzas por la Guajira”, el programa radial Evas&Adanes, entre otras. 

Ha recibido reconocimientos por la causa que lidera tales como: Joven sobresaliente de Colombia TOYP 2018 (JCI Colombia), máxima distinción del departamento de La Guajira medalla Luis Antonio Robles, personaje diez en el departamento de Amazonas, medalla a Mujer extraordinaria con proyección social otorgada por la Asociación de Mujeres de la Guajira. 

Ha sido columnista por más de 10 años de varios medios puntualizando temas de género y derechos de las mujeres, así como las causas por la guajira. Es autora de los libros Mujer Sin Receta: Sin Contraindicaciones para hombresEvas culpables, Adanes inocentes”, “De esas costumbres que hay en mi tierra: una mirada a los imaginarios sociales de la violencia de género”, “Mujeres sin receta: Más allá de los mitos”.

 

@Facostac

1 Comentarios


aurora elena montes 14-10-2015 10:32 AM

Aunque ocurre en muchas partes del mundo, en Latinoamérica es de uso casi masivo, deben entender los hombres y de paso la sociedad que la mujer tiene el derecho de disfrutar de los espacios con total libertad sin temor a sentirse acosada por comentarios desobligantes y acercamientos inapropiados, no hay territorio vedado para las mujeres, aunque durante siglos, el imaginario colectivo y los estereotipos quisieron ponerle límites al tránsito de las mujeres, se debe entender que dichos imaginarios deben ser eliminados, desmontados de la cultura que al final es quien traza dichos parámetros de desigualdad. Por lo tanto las mujeres así como podemos ir a la universidad, a un almacén a comprar ropa, también podemos ir a un taller mecánico a llevar el carro o al sector de venta de repuestos sin tenernos que sentir acosadas y escuchar las frases de cavernícolas emocionales.

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