Pensamiento

La guerra, la paz y otras anotaciones sobre el estado de la Cultura (II)

Antonio Acevedo Linares

20/10/2016 - 06:25

 

Violencia armada en Colombia. Obra de Yezid Arteta Dávila

La lucha por el reconocimiento, dice Fukuyama leyendo a Hegel, es la parte de la personalidad más específicamente política, porque los hombres necesitan ser reconocidos y valorados en sus dignidad, en tanto que es un deseo innato que subyace en la naturaleza humana, que está en relación con la valoración que el hombre tiene de sí mismo y de la valoración que los demás hombres tienen sobre él. El deseo de reconocimiento es el primer acto humano que el hombre realiza por la búsqueda de respeto, libertad, dignidad y realización humana. La tolerancia es la capacidad de valoración y reconocimiento del otro; esa es la cultura que debe predominar en nuestro medio cultural para el reconocimiento y divulgación de nuestro patrimonio literario y artístico. Los que se niegan a propiciar la participación y valoración de nuestros artistas y escritores en su propia tierra, mediante un olímpico desconocimiento, son los que no se han recobrado así mismo en su condición de dignidad y respeto.

Educación y universidad

El anacrónico modelo de profesores dictadores de clases ya está mandado a recoger. Esto deberían saberlo las universidades, públicas y privadas, donde proliferan estos profesores que no producen nada intelectualmente en detrimento de la educación superior. Son los burócratas de la academia. Tal vez porque ya tienen asegurada la pensión no les preocupa mucho la producción intelectual. El nuevo modelo de catedrático universitario debe ser un investigador o un intelectual que no se limite a ser un dictador de clases, porque el conocimiento tiene que ponerse por escrito y divulgarse para que la universidad no siga siendo una élite o un ghetto deslindada de la sociedad.

La investigación debe ser una prioridad y no la mercantilista profesionalización de sus alumnos para un mercado laboral muchas veces saturado de las mismas profesiones. El viejo modelo también se refleja en la contratación docente donde la mayoría de los profesores son contratados por hora cátedra y no de planta como debería serlo. La educación superior en Colombia es de las más deficientes del continente, según diagnostican los especialistas, pero también tenemos los más bajos índices de lectura y los más altos índices de violencia. Por otra parte, resulta irónico y risible que profesores que se vincularon a la universidad pública con el solo pregrado, hoy sean los que desde cargos de poder administrativo y académico, exijan requisitos más allá de la formación promedio como lo son las maestrías, la experiencia docente y la investigación para concursos de directivos en los procesos de regionalización de la universidad.

Clase política y cultura

La clase política en las regiones de este país no ha establecido una política cultural a través de sus instituciones porque creen que la cultura no da votos, como ocurre con la empresa privada que no la considera rentable.  Los funcionarios que administran la cultura, con muy contadas excepciones, son analfabetas en el tema y llegan a estos cargos como cuotas políticas, porque la realidad social de este país condena a los profesionales a la politiquería como una alternativa de fuente de empleo y la perspectiva que tienen de lo cultural es lo farandulero, lo populista o lo light, con una visión infame de los artistas. Una directora cultural de una entidad bancaria calificaba a los artistas como “muertos de hambre.”

Las pocas actividades culturales representativas suelen surgir del esfuerzo individual pero no de una política cultural establecida. No existe en muchas  ciudades de Colombia un ambiente hacia lo cultural, predomina lo prostibulario y lo puramente comercial. Los dineros que por ley corresponden a la cultura son desviados hacia otras actividades, muchas de ellas ilícitas, que demuestran el nivel de corrupción de la clase política, como financiación de campañas, pago de nómina o la existencia de nóminas paralelas.

El lenguaje y los poetas

El lenguaje es una de las mayores riquezas culturales de un país, pero lamentablemente nuestro lenguaje citadino está saturado de lugares comunes, clichés, eufemismos y frases de cajón. En los medios de comunicación y en el habla cotidiana del común de la gente, es un lenguaje carente de imaginación y color. Existe la manía de no llamar las cosas por su nombre, que refleja el  ultraje del lenguaje en el uso corriente.

El lenguaje también se desgasta y pierde ese timbre de poesía que debería tener, y por esa razón es necesario renovarlo en la lectura de los poetas y escritores que son los que lo reverdecen con su imaginación, sensibilidad y verdor. Su función social es esa entre otras, de allí también la necesidad de leerlos para enriquecer y embellecer nuestra comunicación con ese maravilloso instrumento que es extensión de la inteligencia y la sensibilidad humana como lo es el lenguaje. En los libros están todas las pasiones humanas, acaso son la vida misma página a página, por eso muchas vidas son como un libro abierto. El lenguaje desarrolla la escritura que nos identifica y nos da identidad, somos lo que somos por la forma como nos hemos construido a nosotros mismos mediante el lenguaje. Él es nuestro espejo que nos refleja más que ese otro espejo que está en la pared.

Política criminal

En Colombia cerrar hospitales con el argumento de considerarlos inviables económicamente es una política criminal por parte del Estado, como es una política de masacre laboral liquidar la razón social de una entidad hospitalaria para crear otra y así desconocer los derechos laborales de los trabajadores, como sucedió en Santander con el hospital Ramón González Valencia, que por segunda vez murió en la historia.

La política criminal del Estado y sus empresarios neoliberales quieren privatizar la sociedad y sus entidades públicas para entregarle la salud, la educación, los servicios públicos etc, en manos del capital privado que son los capitales que emplean a contrato y violan los derechos humanos laborales como la obtención de una jubilación pensionada. Con esta política criminal no sería extraño que también se quisiera privatizar el oxigeno que respiramos, como se quiere privatizar el agua, la luz, los árboles, las calles y el cielo. Como es bien sabido la política de privatización es una política neoliberal impuesta por los organismos financieros del capital dominante extranjero que nuestros estados sumisamente aceptan y servilmente aprueban. El Estado que hoy quieren reducir a través de un proceso de reestructuración es el mismo que la clase política hizo insostenible con el ejercicio de la politiquería y la corrupción. 

La acreditación universitaria

Son varias las universidades que en Colombia han obtenido la acreditación universitaria que la definen como una institución que ha llenado todos los requisitos para estar a la altura de la excelencia académica, pero algunas de estas universidades son más de imagen y mercadeo que cualquier otra cosa, porque lo que debería medirse para una verdadera acreditación universitaria es una alta producción intelectual, que en muchas universidades es casi nula, la investigación científica y la creación de conocimiento y no su repetición.

Se caracterizan estas universidades por tener más de la mitad de sus profesores una vinculación laboral de hora cátedra y por la escasa publicación de obras de la producción intelectual de sus mismos profesores, que aunque cuando a veces producen algo, lo hacen para obtener unos puntos en el escalafón y mejorar su remuneración salarial y no por la investigación en sí misma. Las universidades colombianas no están ni siquiera dentro de las primeras quinientas mejores universidades del mundo y si nos quieren vender la idea de la excelencia académica con universidades que todavía no alcanzan a estar en ese alto nivel educativo, pero que ya tienen ese aval de la acreditación, y mientras se sigan regocijando con estos modestos honores nunca haremos realmente universidad.

Droga y Cultura

Pier Paolo Pasolini en sus “Cartas Luteranas”, analizaba el fenómeno de la droga como un sucedáneo de la cultura, la droga como un vacío causado por el deseo de muerte, que es un vacío de cultura, porque para amar la cultura se necesita una fuerte vitalidad, porque ella es una posesión y nada precisa de encarnizada energía que el deseo de posesión y quien no tiene esa energía mínima, renuncia; el vacío lo llena con el sucedáneo de la droga.

 Los artistas y escritores que se drogan lo hacen para llenar un vacío, no un vacío  simplemente de cultura en este caso, sino un vacío de necesidad y de imaginación. La droga sirve para sustituir la gracia por la desesperación, en estilo por la manera. Creemos que la droga es sucedáneo de los débiles, como diría Nietzsche de la religión, una fuga en la que se enganchan a causa de su desequilibrio emocional y su vacío existencial. La droga también es un arma de dominación del poder que controla a los individuos, como lo hacen muchas cosas creadas por la cultura, pero hay quienes terminan adictos y enloquecidos porque no supieron asimilar la cultura críticamente.

Síndrome nacional

Hay quienes quieren ser importantes y respetables por los altos cargos que ocupan en la sociedad y no por su capacidad intelectual o poder de creación. El país, como la mayoría de sus instituciones, históricamente ha estado gobernado por los mediocres, eso explica el país que somos y que tenemos, y también el que cada vez que alguien llega a ocupar altos cargos como funcionario público sale envuelto en escándalos por corrupción, porque son muchos los que quieren robar al Estado o birlar sus leyes en beneficio propio.

El arribismo político y cultural es síndrome nacional. La avaricia del poder es el mayor apetito de los mediocres, por eso alguien dijo una vez que éste es un país de cafres. Mucho antes que José Ingenieros en su libro El hombre mediocre (1913) lo dijera, Nietzche dijo que la sociedad moderna lo que valora es al hombre mediocre. En lo personal el único poder que nos debería seducir es el poder de la palabra, y no el poder de los mediocres, que es el más arribista y corrupto. Los mediocres están siempre en los altos cargos públicos y privados porque se han servido de los otros mediocres o por esas prácticas propias de las sociedades premodernas, como lo son las relaciones de poder, el compadrazgo o el amiguismo. Son legión los mediocres que han hecho de éste una caricatura o remedo de nación, y ejercen un canibalismo sobre el prójimo porque están más interesados en el enriquecimiento personal que en servir al país. 

El clientelismo

El clientelismo es una antigua práctica política arraigada en la mentalidad colombiana; es un sistema de protección y amparo con que los partidos patrocinan a quienes se acogen a ellos a cambio de su sumisión y servicios. Hay que venderle el alma al diablo si se quiere conseguir un empleo en este país y, el ejercicio de la politiquería parece ser una buena fuente de empleo. Por eso hoy muchos individuos se lanzan a crear microempresas políticas y venden la idea de que con su elección las cosas van a cambiar y sus asesores de imagen lo venden como un hombre transparente, abanderado de la anticorrupción, y se autodenominan como una nueva opción política y se dicen independientes, cuando en realidad provienen de los viejos partidos políticos tradicionales. Se avergüenzan de sus orígenes y ese es un rasgo de la personalidad que fomenta el arribismo político. La política regional es un fiel reflejo de la política nacional en donde cada político funda su feudo y tiene su clientela que es la que lo lleva al poder. Los políticos viven de sus clientelas porque la política es solo un negocio más del libre mercado, viven de la miseria y de la necesidad ajena, sin ella no habría quienes votarían por ellos y no estarían en el poder donde simulan representar a la sociedad. Las excepciones a estas prácticas políticas son visibles en el país pero también son visibles los políticos y sus clientelas.

Clientes y proxenetas

El proxenetismo político es una antigua práctica del ejercicio de la política en Colombia; dicése del individuo que induce mediante engaños a la prostitución política. El proxeneta político obtiene beneficios a cambio de la prostitución política de otros. El ejercicio de la política ya ha alcanzado los mismos niveles de la prostitución, que es vender por dinero su cuerpo. En el ejercicio de la política se vende la conciencia por dinero, porque es inconcebible votar sin recibir nada a cambio, y al vender la conciencia, se ejerce también la prostitución, en tanto que el cuerpo y la conciencia son lo más inalienable de un individuo. En el proxenetismo político la lucha por el poder es para obtener más poder y robar los fondos del Estado, traficar influencias y corromper las instituciones. La democracia está sostenida con estas prácticas culturales y políticas, que son prácticas premodernas y licenciosas, y mientras estás no cambien, el ejercicio de la política en Colombia seguirá siendo de clientes y proxenetas. Por otra parte, se prostituye la conciencia de los individuos cuando se ve obligado por la necesidad o la intimidación a votar por determinado candidato, su libertad se enajena y el derecho a negarse pierde su sentido democrático porque la abstención también es una forma de la democracia que debería reivindicarse y tener sus efectos en la sociedad.

El escritor, los premios y la soledad

Un premio no hace a nadie mejor escritor pero parece que los medios han caído en la trampa y se dejan seducir por esas veleidades de la farándula literaria que a veces parece ser el mundo de los libros y los escritores. Reportajes y entrevistas a granel se vienen cuando un escritor se hace visible al ganarse un premio literario nacional o internacional y comienza a especular sobre todo lo divino y lo humano del oficio de escribir convirtiéndolo en una estrella mediática de los medios. En el discreto anonimato relativo  que vivimos muchos poetas y escritores en Colombia, que los dioses nos salve de una estampida de la publicidad y de los medios que los encontramos hasta en la sopa. La soledad en estos casos para un escritor es muy importante en tanto nadie perturbe su oficio en la creación literaria. Escribir es un oficio de solitarios que muchas veces ha renunciado a la rumba y el vino un fin de semana porque está terminando una novela, un libro de cuentos o un libro de poemas.

El escritor que se deje manosear por los medios y ceda a la vanidad está perdido, y tarde o temprano ya no será un escritor, sino a la sumo un artista de la farándula. He leído muchas obras que obtuvieron premios literarios importantes y hoy sus autores no existen en el panorama literario. En cambio muchas obras cada día se hacen más visibles junto con sus autores en el país literario y que no obtuvieron ningún premio. No es una ironía o una paradoja pero ganarse un premio a veces puede ser una condena al olvido seguro en un país que olvida muy fácilmente como se quiere olvidar los estragos de la guerra y se hace campaña contra la paz.

El escritor por supuesto tiene el legítimo derecho a ganarse la vida como cualquier mortal y un premio no le cae nada mal cuando ganárselo se le abren las puertas de las grandes editoriales que comienza a publicarlo y hacer que el libro llegue lejos, porque lo más importante de escribir un libro no es su publicación, sino su distribución, esto es, que llegue felizmente a los lectores, que es el propósito fundamental de quien escribe; ser leído. Esta es la parte más difícil sin embargo de ser escritor, hacer que el libro llegue lejos y sea leído por millones de lectores.  Son muy pocos los escritores que logran esa hazaña o tienen ese privilegio. A la mayoría de los escritores nos queda el breve consuelo de ser leídos por unos cuantos amigos en su ciudad o ahora en estos tiempos de la globalización y la internet, en las grandes autopistas de la red, esa biblioteca universal que es la internet.

 

Antonio Acevedo Linares

 

Sobre el autor

Antonio Acevedo Linares

Antonio Acevedo Linares

Cultura & Sociedad

Antonio Acevedo Linares (El Centro, Barrancabermeja, Colombia, 1957).Poeta, Ensayista y Sociólogo. Profesor universitario. Magíster en Filosofía Latinoamericana con especialización en Educación Filosofía Colombiana de la Universidad Santo Tomás y especialización en Filosofía Política Contemporánea del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Ha publicado los libros de poesía y ensayos: Plegable # 1 (Poesía), 1987; Arte Erótica, 1988, Plegable # 2 (Poesía) 1990, Plegable # 3 (Poesía) 1994, Sociedad de los poetas, 1998. Plegable # 4 (Poesía) 1999. Los girasoles de Van Gogh, Antología poética, 1980-1999. Vol.1, 1999, Plegable # 5 (Poesía) 2000, Plegable # 6 (Poesía) 2001, Poesía de viva voz (CD) 2004, Atlántica, Antología poética, 1980-2004. Vol.2, 2004, En el país de las mariposas, Antología poética, 1980-2007. Vol.3, 2007, Por la reivindicación del cuerpo y la palabra, (Reseñas criticas) 2008.La pasión de escribir (artículos, ensayos y entrevistas poetas y escritores colombianos) 2013. La poesía está en otra parte, 2016.

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