Ocio y sociedad

Doce uvas, un calzón amarillo y otros rituales de Año Nuevo

María Ruth Mosquera

30/12/2021 - 04:50

 

Doce uvas, un calzón amarillo y otros rituales de Año Nuevo
La tradición de recibir el año comiendo uvas frescas está muy establecida en toda Hispanoamérica / Foto: PanoramaCultural.com.co

 

-“Si no te funcionó es porque no lo hiciste con fe. Tienes que comer las uvas al sonido de las campanadas del reloj y pedir un deseo con cada una, porque cada uva es un mes del año”.

- “No. Yo no volví a practicar esas cosas porque aprendí que es cada persona la que se labra su propio destino y nada va a cambiar porque yo me coma unas uvas o me ponga un calzón amarillo”.

Llamaba la atención el debate de las dos mujeres, el cual tuvo lugar hace pocos días en un parque del municipio de Aguachica, en el Cesar.

Mariana, una mujer de 32 años, aseguraba que todos sus deseos de fin de año se han cumplido, gracias a que ella practica la tradición de recibir el año comiendo uvas frescas, una usanza que heredó de su madre y ésta de su abuela. En su niñez no entendía muy bien de qué se trataba, “sólo veía que mi mamá compraba uvas y a media noche todos las comíamos; a veces yo estaba durmiendo y me despertaban para que las comiera”. Mariana no sabe quién se inventó esa costumbre, pero dice que “le estoy muy agradecida porque me ha ido muy bien”.

Su interlocutora, Luzmila, es una fiel practicante de esta costumbre popular, quien ante la pregunta: ¿Te encomiendas a alguien mientras te comes las uvas?, respondió: “Claro que sí. Me encomiendo a Dios, a nuestro Padre, y voy pidiendo salud, amor, paz, prosperidad, toda la lista de cosas que deseo para mí, mi familia y el mundo en general”.

Tiene la certeza Luzmila de que esta práctica no va en contravía de los mandamientos sagrados. “Mi matrimonio se ha fortalecido de una manera impresionante, en mi hogar todo ha mejorado muchísimo”. Este año comerá una uva por las personas que están lejos y que no tienen la forma de sentarse en familia alrededor de la cena navideña o de recibir un abrazo de Feliz Año Nuevo en 31.

Hace más de tres años que Pablo vende frutas en una carretilla con la cual recorre las calles de Valledupar. Aunque dice que no cree en agüeros, es uno de los más felices de que éste exista porque le representa un buen comercio para sus productos.

“Desde el 29 hasta el mismo 31 de diciembre en la tarde, la gente compra mucha uva. Para el último día se aumenta de precio porque a nosotros (los vendedores) nos la ponen más costosa”.

Pero la de las doce uvas con sendos deseos no es la única tradición popular asociada a la Navidad y fin de año que se practica en Colombia (traídas por los españoles en la época de la conquista). Existen otras que las personas practican, de acuerdo con sus creencias y posibilidades logísticas.

La de las maletas es una costumbre que representa para muchos un espectáculo chistoso, ya que muestra a personas, a veces a familias enteras, cargadas con maletas, haciendo un viaje por la manzana de su casa; salen por una esquina y tres minutos más tarde aparecen por la otra. Sin embargo, en esos instantes de transición de un año a otro, cientos de hombres y mujeres realizan este corto viaje con su corazón repleto de fe.

“La idea es salir corriendo con la maleta, dar la vuelta lo más rápido posible. Yo empaco la mía con anterioridad y la tengo lista para cuando llegue la hora; además de ropa, meto plata para que no me falte en los viales y te aseguro que yo me la paso viajando y mi hermano también”, cuenta Ligia Salas, una joven en cuya familia todos practican no solo el agüero de la maleta sino el de las uvas y el de las lentejas. Ellos no se comen las lentejas, como lo hace la mayoría de seguidores de esta costumbre, sino que se intercambian puñaditos y los guardan en los bolsillos, para ‘llamar’ la prosperidad y la abundancia. Apenas el reloj da las doce, nos felicitamos, pero nunca nos abrazamos de primero los del mismo sexo, sino que los hombres se abrazan con las mujeres; ya después sí nos felicitamos todos”, cuenta Ligia, y explica que, según la tradición, se abraza a personas del sexo opuesto es para atraer el amor.

El amarillo es el color del amor. Aunque en el Caribe colombiano no es tan fuerte este agüero, sectores muy pequeños de la población compran un calzón amarillo y lo usan para atraer buena suerte y también añadir años a su vida. La ‘fórmula’ consiste en ponérselo al revés el 31 de diciembre y una vez el reloj marca el cambio de año, volteárselo al derecho. Algunas personas acostumbran bañarse a media noche con champaña y dejársela hasta el siguiente baño, para atraer prosperidad y buena fortuna.

Estas usanzas varían de acuerdo a las regiones y culturas. Algunos suelen sentarse sobre billetes, contarlos o llenarse de ellos los bolsillos para garantizar que el dinero estará presente durante el año que comienza. Otros acostumbran, en el momento de transición de año viejo a nuevo, a lavarse las manos con una mezcla de esencia de vainilla con canela en polvo para atraer la abundancia. También hay quienes dejan las luces de la casa prendidas durante la media noche para tener buena energía durante el año;  quemar incienso de mirra para conseguir oro; prender una vela blanca para atraer armonía, o beber un vaso de leche a las doce como truco para quedar embarazada durante el año.

Una práctica muy usada, sobretodo en el interior del país, es tomar tres papas: una pelada, otra a medio pelar y una sin pelar, y tirarlas debajo de la cama; a las doce de la noche del 31 de diciembre, meten la mano y sin mirar toman una de las papas, la que tome le indica si su año económico será pelado a medio pelar y completo.

Al margen de quienes practican estos rituales populares, están las personas que prefieren elaborar un proyecto de vida, teniendo como base del mismo las condiciones reales que tienen para llevarlo a feliz término. Así, como en todo proyecto, planean  cuidadosamente cada detalle, estudiando todas las posibilidades y sujetando su proyecto a modificaciones que puedan surgir en el desarrollo del mismo. “Para mí es indispensable tener claro y diseñado un plan para el año siguiente. No es que sea incrédulo ni censure a quienes se encomiendan a agüeros; sino que me gusta ser muy organizado”, expresó Ramón Ríos, un joven empresario que hace planes de sus negocios de acuerdo con las dinámicas y proyecciones del mercado.

La oración como ruta efectiva

Estas son tradiciones milenarias con las que no están de acuerdo sacerdotes, pastores y líderes espirituales, quienes recomiendan que se opte mejor por la oración a Dios.  “No voy a decir que sean cosas satánicas, pero no hay nada mejor, más beneficioso y más sano que al momento de pasar de un año a otro la persona esté en oración. Esas son tradiciones de la gente. No es que sea malo ni que la Iglesia las condene, pero lo que nos enseña la Iglesia es a recibir el año en oración”, explicó un sacerdote católico.

Por su parte, un pastor de una iglesia cristiana asegura que “obviamente, la suerte no existe. Nuestra vida está centrada en Dios y en lo que él nos provee y para que nos provea recurrimos a la oración; para eso nos dejó el Padrenuestro como ejemplo de oración, que se refiere a todos los aspectos de nuestra vida. Esas son agorerías y están condenadas en la Biblia porque nuestra vida descansa sólo en la palabra de Dios”.

Época de energías positivas

Al respecto, el docente, historiador y magíster en Filosofía Simón Martínez Ubárnez piensa que “es una época donde las actitudes de la gente son muy positivas y creo que las energías de la humanidad en general están orientadas positivamente; entonces yo aprovecho para contagiarme un poco de eso, sobretodo por organizar ideas, estructurar el año que comienza, definir propósitos y hacer todos los compromisos de avanzar en la realización de esos propósitos. Nunca paso las doce de la noche en cama. A veces cuando hay situaciones difíciles aprovecho la hora despierto, porque creo que es un buen comienzo”.

 

María Ruth Mosquera

@Sherowiya 

 

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