Literatura

Crónica: Chavela, la abuela festivalera

Marelvis Blanco

31/07/2012 - 12:02

 

En Valledupar vive la más alegre de las abuelas. Chávela, la abuela festivalera, pertenece a la familia Trivillo que integra a su hijo Crispín y su nuera Betty, y sus tres hijos Clarita, Toly y Ferney.

Cuando comienza el Festival Vallenato, la abuela tiene como costumbre perderse con  un grupo de  amigos y amigas de su edad para tocar la tambora. Chávela, a quien también se llama “la abuela gomela” siempre prende la rumba.

Ella sale el primer día de fiesta con su pollera florida, un ramo de flores  en la cabeza, su paquete de tabaco metido en los senos, y una botella de ron caña en la mano. Luego, se reune con sus amigos en la plaza Alfonso López y allí se prende el fundingue: a Chávela no le gusta la gente triste.

Un día se encontró con Natalia y le preguntó qué pasaba. Natalia  respondió:  ¡Es  que  me  quiero  quitar  el  luto  de  mi  marido! Chavela se quedó pensando un rato y le dijo que no se preocupara: “¡Encontraste la persona que te  puede  ayudar! Vamos,  sígueme”.

Chavela se llevó a Natalia: ”Vamos al Festival Vallenato y nos los gozamos –le dijo–, pero te quitas esa ropa de muerto y te pones una pollera floriada porque vamos a bailar el pilón  en la novena”.

Mientras planeaban el fundingue, se les presentó el señor Mingo vestido con una camisa negra y un pantalón café. El hombre las invitó a la parranda y, cuando pasó a recogerlas, las mujeres se murieron de la risa: Mingo se había vestido como un payaso. “¡No, Mingo! Te dijimos que te pusieras algo alegre, pero te pasaste. En el festival se reirán de ti”.

Mingo les pidió ayuda, pero Chávela y Natalia dudaron. Hacía más de treinta años que no habían visto a un hombre desnudo. Entonces, Mingo asumió el reto: se atavió con un pantalón y una guayabera blanca, se colocó un pañuelo rojo a la altura del cuello, un sombrero vueltiao sobre la cabeza y una mochila llena de tabacos y ron caña sobre el hombro.

Con unas expresiones jocosas se fueron de la casa y se encontraron con el resto de amigos en la plaza Alfonso López donde empezaron a prender el rumbón. Ahí, bailaron toda la tarde y, luego, se fueron directamente al parque de la Leyenda Vallenata donde se quedaron hasta las cuatro de la mañana.

***

Mientras tanto, los nietos de Chavela (Clarita, Toly y Ferney) se preocupaban por la ausencia de su abuela. Trataron de hallar en distintos lugares. Contactaron a la policía y visitaron los hospitales creyendo que algo malo les había pasado.

En realidad, lo único malo era que Chavela se había convertido en “la abuela gomela” que corrompía a todos. Se ganó la fama del terror de los ancianos en Valledupar ya que todo anciano triste que se encontraba en la calle lo transformaba en un abuelo parrandero.

Mi abuelo fue una víctima de Chavela. Un día salió muy triste de su casa para ir a la iglesia y cuando venía de regreso se encontró con la anciana que le dijo: “Hola, guapo ¿cómo estás?”

Mi abuelo le respondió que bien, pero Chavela no lo creyó. Ella tenía una gran intuición y se dio cuenta que el abuelo estaba acongojado. “No mientas, viejo”, le dijo. “Sé que estás muy triste”.

Chavela lo invitó a su casa y mi abuelo aceptó la invitación. Ya en el interior, la anciana le dijo que esperara un momento. Se fue a su cuarto, se agachó y sacó debajo de su cama una botella de ron caña y un mazo de tabaco.

Mi abuelo observaba con curiosidad todo lo que Chavela hacía y vio cómo, de pronto, la anciana se dirigió hacia el equipo de sonido y puso una música de Alejo Durán. Le ofreció un trago de ron y le encendió un tabaco.

Chavela sacó a bailar a mi abuelo quien nunca había bailado pues su religión se lo impedía. Además, mantenía el luto desde que mi abuela murió.  El hombre se pegó el primer trago de ron de su vida y a media noche ya se había formado el parrandón.

Los vecinos llamaron la policia para controlar el fundingue. Sin embargo, al ver llegar a los agentes, Chavela les brindó un trago de ron y ellos, asombrados, lo aceptaron. La noche terminó de manera totalmente inesperada: con mi abuelo y los policías totalmente borrachos, bailando y bañándose con el uniforme en el rio Guatapurí.

El señor agente, Alex Betancourt, perdió una bota en el río mientras que el agente Narváez se olvidó el fusil. Ninguno de ellos se percató de la pérdida y, como consecuencia, estos agentes recibieron un severo castigo de sus superiores.

Chavela fundó un club con el nombre de “ASOVICHE” que quiere decir ASOCIACIÓN DE VIEJITOS CHÉVERES.   ASOVICHE integra una treintena de ancianos y muchos dicen que la organización tiene como plan extenderse por todo el caribe colombiano. La última investigación indica que estos ancianos acaban de montar su sitio de reuniones clandestinas al lado de la casa de mi amigo PONCHO ZULETA que con sus folcloricas parrandas ayuda a animar  el fundingue de este gremio de  la tercera edad.

MARELVIS BLANCO

Finalista del Primer premio de crónica Ciudad Valledupar 2012 “Chavela, la abuela festivalera” es una de las diez crónicas finalistas de la categoría B del primer concurso de crónica Ciudad Valledupar 2012. Con ella, su autora Marelvis Blanco se adentra en la vida comunitaria de Valledupar.

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