Música y folclor

Lorenzo Morales: un acordeonero de grandes quilates

Enoin Humanez Blanquicett

26/08/2019 - 05:45

 

Lorenzo Morales: un acordeonero de grandes quilates
El juglar Lorenzo Morales tocando en su casa / Foto: archivo PanoramaCultural.com.co

 

La mayoría de los melómanos de mi generación se enteró de la existencia de Lorenzo Morales gracias a los versos de la canción “La gota fría” de Emiliano Zuleta, en la versión realizada por Ismael Rudas y Daniel Celedón. Esa es, en mi opinión, la mejor versión que se ha hecho de esa canción en todos los tiempos.

Aparte de la información suministrada por el verso que dice: “qué cultura / qué cultura va a tener un negro chumeca / como Lorenzo Morales”, durante mucho tiempo no supimos a ciencia cierta quién era ni qué hacía Moralito. Simplemente imaginábamos que era un hombre necio; que desde  su condición de músico de segunda monta se atrevió a desafiar al gallardo Viejo Mile —en sus mejores tiempos.

La respuesta a su osadía fue la andanada de improperios contenidos en los geniales versos de la canción que éste le dedicó, en la que, de entrada, le dice: “acuérdate, Moralito, de aquel día / que tuviste en Urumita y no quisiste hacer parada / te fuiste de mañanita / ay sería de la misma rabia”.

Al contrario de otros acordeoneros contemporáneos suyos, como Abel Antonio Villa, Pacho Rada, Alejandro Durán, Luis Enrique Martínez, Nafer Durán o Juancho Polo Valencia, Morales no nos dejó una obra musical registrada en acetato. En todo caso, si ésta existe, no ha sido muy difundida.

Pero a pesar de que su obra no sea un producto de dominio público, como lo es la de otros autores-ejecutores-cantores, como Abel Antonio Villa o Alejandro Durán, entendidos en vallenatos como el responsable de la página de Internet Los Personajes del Vallenato son categóricos a la hora de sostener que Moralito fue compositor e intérprete de “merengues, puyas, sones y paseos de los más altos quilates rítmicos y melódicos”.

En opinión de éste y otros folcloristas, “siempre que se quiera un modelo de cada aire vallenato hay que pensar en ‘Amparito’, como son; en ‘Carmen Bracho’, como merengue; y en ‘El torito pinto’, como puya”. Para los especialistas estas composiciones constituyen una “prueba incontrovertible de que Lorenzo Morales fue uno de los primeros [ejecutores que lograron] dominar en el acordeón los cuatro aires vallenatos”.

Son tan escasos los testimonios que quedaron para la posteridad de la maestría de Lorenzo Morales como ejecutante del acordeón, que resulta sorprendente que al escribir su nombre en YouTube, este buscador de audio-videos no nos ofrezca una sola melodía interpretada por él. Lo que hay de Morales en la red —que es el mayor espacio de vulgarización cultural de nuestro tiempo— son unos cuantos toques que se hicieron en el marco de reportajes, que buscaban rememorar la célebre piquería que sostuvo con Emiliano Zuleta.

Sin embargo, las ejecuciones que otros han llevado a cabo de sus composiciones, como sucede con el paseo “El errante”, el merengue “Carmen Bracho” y el son “Amparito”, nos dan testimonio de que Lorenzo Morales fue uno de los intérpretes más talentosos del fuelle. Las fuentes consultadas nos indican que, lamentablemente, Morales partió al más allá sin dejarnos registrado en material fonográfico su legado musical.

Los precarios registros de audio que existen sobre la obra de Lorenzo Morales han determinado que en adelante tengamos que estudiarlo sólo a partir de las interpretaciones realizadas por otros acordeoneros. De otra parte, eso profundizará la imagen de perdedor que de él trazara Emiliano Zuleta. En efecto, la primera idea que de Morales se formaran las nuevas generaciones de melómanos y folclorólogos será la de un acordeonero secundario, que huyó de un duelo parrandero porque al escuchar a su contendor tocando “le cayó la gota fría”.

Sin embargo, cuando uno se percata de la maestría de Lorenzo Morales como ejecutor del fuelle siente un poco de desconsuelo de que las cosas pasen de ese modo. Morales, como bien lo resalta el analista Rodolfo Quintero Romero, era más versátil que Emiliano tocando la tecla, pues “las personas que tuvieron la fortuna de escucharlos coinciden en que Morales fue mejor en el acordeón y Emiliano en los versos” (El Tiempo).

María Victoria, la responsable del blog Mi Casa Ronera, autora de una de las mejores notas que se han escrito sobre Moralito, afirma sobre el célebre duelo de Urumita que “ésta es la única piquería vallenata donde el perdedor sale tan bien librado, que medio siglo después todavía se le recuerda con bullicio y sin afán alguno”.

Por eso, como lo destaca Nistar Romero Acosta, resulta paradójico que nadie se haya interesado por demostrar —durante la larga vida de los protagonistas— que en ese lance “A Lorenzo Morales nunca le cayó la gota fría” (El Tiempo).

Lo anterior es ratificado —grosso modo— por Pedro Miguel, en su crónica sobre la muerte de Emiliano Zuleta, en la que sostiene que “Moralito también tenía lo suyo (...). Pero quiso el destino que las réplicas de Lorenzo (‘La carta escrita’, ‘Buscando a Emiliano’, ‘Chucho’, ‘Marimonda y maco’, ‘Rumores’...) a las puyas formuladas por Emiliano en ’La gota fría’ no brincaran a la fama, por lo que el primero ha quedado en el imaginario popular como el derrotado del encuentro” (La Jornada).

La popularidad que ha alcanzado “La gota fría” como obra musical allende el territorio vallenato comenzó en 1969. Ese año el canciller Alfonso López Michelsen utilizó sus versos en un debate en el Congreso para contrarrestar los ataques que se le hacían en el Parlamento al gobierno de Lleras Restrepo. Después de eso ha venido una serie de grabaciones que nos han hecho olvidar las réplicas de Morales a los versos de Emiliano. Hoy, aunque la mayoría de la gente en el mundo hispano conoce de dicho duelo, nadie se ha interesado por llevar al acetato aquellos versos de Morales que dicen:

Le mandé a decir a Emiliano Zuleta
que para los carnavales me espere
Él quiere tocar conmigo la tecla
y así como yo le digo él no puede
En mi nota no hay quien mande
conmigo no hay quien se meta
Rutina tiene Morales
para Emiliano Zuleta
Hablo claro delante de la gente
para que escuchen con buena atención
que si Emiliano me lleva en la nota
yo le regalo mi acordeón

Además de la popularización de la canción emblema de Zuleta, hay también varios eventos que llevaron a que la historia terminara inmortalizando a Emiliano y relegando a un segundo plano a Morales. Uno de ellos es el éxito comercial alcanzado en el mercado musical por los descendientes del Viejo Mile, lo cual le permitió a éste codearse con figuras importantes de la política y la cultura nacional en el ocaso de su vida. De otra parte Morales, aparte de no haber grabado discos, como sí lo hizo Emiliano Zuleta Baquero, se refundió en una región rural en un momento en que todos los acordeoneros de la época se esforzaban por hacerse conocer en el medio urbano y por grabar lo mejor de su obra. Por eso su nombre y su gloria son una suerte de mito —o leyenda— que hace parte del patrimonio oral vallenato.

Wikipedia, esa enciclopedia en línea que se ha convertido en el primer documento de referencia sobre fenómenos sociales, personajes históricos y hechos científicos, sólo nos ofrece de él una reseña compuesta de 45 palabras, que tratan de resumir en 264 caracteres la vida de uno de los mejores creadores e intérpretes de música de acordeón en el país. En oposición, su contendor en esa piquería ha tenido derecho a reseñas biográficas en inglés, francés y español en el mismo medio. La reseña en español está compuesta por 424 palabras y 1.996 caracteres.

Si anotamos “Emiliano Zuleta Baquero” en Google tenemos acceso, en 15 segundos, a por lo menos 50 páginas que nos ofrecen la posibilidad de consultar aproximadamente 300 documentos relacionados con esta categoría de búsqueda. Si escribimos “Lorenzo Miguel Morales Herrera”, obtenemos los mismos resultados. Pero aquí entra en escena una variable que vale la pena detallar. En aproximadamente el 60% de los títulos consultados, la categoría “Lorenzo Morales Herrera” es subalterna —conceptualmente hablando— de la categoría “Emiliano Zuleta Baquero”. Esto indica que el tema central de la nota es Emiliano Zuleta Baquero y no Lorenzo Miguel Morales Herrera.

De otra parte los ejercicios de arqueología sonora en YouTube nos conducen siempre a la obra musical en línea de otro Lorenzo Morales: el acordeonero José Lorenzo Morales, el Conejo, un mexicano a quien sus seguidores consideran “El Mejor Acordeonista de Latinoamérica”. La escasez de registros sonoros y los episodios que se narran en “La gota fría” y en el paseo “Buscando a Morales” de Escalona, hacen de Lorenzo Morales, tal como lo subraya María Victoria en su nota de Mi Casa Ronera, el último verdadero juglar de la música vallenata. Contrario a los demás intérpretes de ese género, que se han beneficiado a la hora de difundir su obra de los instrumentos modernos de promoción y conservación de productos culturales, Morales llevó durante largos años una vida de bohemia, por lo cual “no vivía en ninguna parte” y sólo “se le podía encontrar donde había fiestas”. Su principal propósito era entretener al público, tocando su instrumento musical, cantando y contando historias de la vida cotidiana, sin preocuparse mucho por la fama y la paga.

Cuando alguien le preguntó su opinión sobre la nueva generación de compositores, Moralito afirmó que sólo “quieren volverse ricos con ese arte”, olvidando que “el folclor necesita humildad”, que “no nació en la plaza”, que “nació en el campo” y que en su seno “todo maestro” antes de serlo “fue principiante” (El Tiempo). En cuanto a “Un oligarca del ritmo”, el histórico artículo de Semana de 1949, dedicado a Lucho Bermúdez y a la música costeña, es curioso constatar que Moralito y el Viejo Mile no aparecen en la “galería de notables” músicos costeños mencionados por esta revista (Semana).

A cerca del autor: Enoin Humanez Blanquicett es un periodista colombiano (vereda La Octavia, corregimiento de Loma Verde, Córdoba). Es licenciado en ciencias sociales con énfasis en investigación. Ha cursado una maestría en historia, perfil contemporáneo, campo América Latina y el Caribe, especialidad historia de las migraciones, en la Universidad de Québec en Montreal. Desde los años 80 ha estado vinculado a diferentes medios de comunicación, en los que ha trabajado como locutor de radio y reportero independiente, presentador de noticias y creativo publicitario. Desde 2004 sus análisis sobre la actualidad latinoamericana y norteamericana se han publicado en la revista Semana. También ha publicado en El Magazín de El Espectador y en periódicos canadienses.

 

Enoin Humanez Blanquicett

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