Opinión

Editorial: Valledupar, ¿Cómo vamos?

Redacción

17/09/2012 - 11:54

 

José Gregorio DíazOcho meses después de la investidura del alcalde Freddy Socarrás en Valledupar, muchos ciudadanos se cuestionan sobre el estado actual, económico y social, del municipio. Las expectativas son altas, es cierto, pero los datos y herramientas que permitan entender la situación de manera profunda son escasos.

Resulta de vital importancia tener unos indicadores claros y objetivos que ofrezcan una lectura independiente del camino emprendido por las instancias de poder y, por ese motivo, queremos destacar en estas líneas la presentación la semana pasada del informe “Valledupar, ¿Cómo vamos?” que establece una radiografía indiscutible sobre los principales tendencias sociales de la capital del Cesar.

El programa “¿Cómo vamos?” se enmarca en una red de 64 ciudades en América Latina sujeta al programa del Banco Mundial en la que se evalúan las políticas públicas y su impacto en el bienestar de sus poblaciones. En el caso de Valledupar, el programa ya entra en su tercer año de funcionamiento y las conclusiones siguen siendo preocupantes.

En la presentación que hizo el coordinador de “Valledupar, ¿Cómo vamos?”, José Gregorio Díaz, el crecimiento demográfico desbordado de la ciudad en los últimos años se evidenció como principal desafío para las autoridades.

Ese incremento notable, debido en su mayoría al desplazamiento forzoso de poblaciones cercanas, se refleja en las cifras de los últimos 3 años donde consta que la población pasó de 383.744 habitantes en 2008 a 413.341 habitantes en 2011.

El aumento descontrolado de la población también va doblado de un nivel alto de pobreza e indigencia (los más altos de la red de ciudades colombianas implicadas en este estudio), y estos indicadores alertan sobre la necesidad de aplicar con la mayor urgencia políticas que permitan un reparto justo de las riquezas producidas en la ciudad o, por lo menos, una inserción paulatina para evitar casos crecientes de inseguridad y descontento generalizado.

Por otro lado, la educación es uno de los temas pendientes en el municipio. Con una disminución de la cobertura en educación del 4,6% entre 2010 y 2011, el reto de las autoridades está en dar más oportunidades a los jóvenes que entran en primaria. Además, los índices apuntan a un claro problema de métodos y calidad ya que muchos de los colegios de Valledupar se sitúan en un nivel bajo/medio.

El tema de la salud no deja de ser una fuente de alarma ya que la tasa de mortalidad infantil (menores de 5 años) sigue subiendo hasta niveles inconcebibles. El pasado año, la tasa se colocaba en un 30,9 (30,9 casos por cada mil personas) mientras que en el 2007 se situaba en un 20.

Del mismo modo, la tasa de incidencia del VIH ha subido entre 2010 y 2011, pasando de una tasa del 28,1 al 28,8, lo que también debe suscitar la alarma de las autoridades en cuanto a políticas de prevención.

Finalmente, si bien las complicaciones presupuestarias del municipio (agravadas por una débil cultura presupuestaria) se ilustran como uno de los principales frenos al desarrollo, queremos resaltar el problema de la calidad del agua de los ríos que puede afectar la salud de miles de habitantes. El informe de “Valledupar, ¿Cómo vamos?” subraya la presencia de muchos metales pesados en el agua lo que puede causar infecciones y complicaciones sanitarias importantes en la población.

Con todo esto, hemos de ser realistas. La radiografía demuestra un contexto  social y sanitario tenso y complejo que viene empeorándose en los últimos años. Sin embargo, creemos que con una acción contundente es posible revertir esta imagen.

El crecimiento de Valledupar debe realizarse de manera equilibrada, velando por una competitividad económica (la atracción de empresas y la creación de empleo), pero también la educación y la salud: dos sectores en los que la falta de inversión ha sido notable en los últimos años.

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