Literatura

Danzantes del viento: la relevancia de una construcción identitaria

Diana Verónica Méndez Sánchez

06/11/2012 - 11:20

 

Hugo Jamioy / Foto: Sherwin Bitsui La historia de los pueblos latinoamericanos se ha construido a partir del sometimiento a una cultura dominante que no sólo ha despojado a los pueblos nativos su territorio, o la tierra, fundamento de la vida del indígena; sino también ha impuesto una lengua y con ella la ruptura en la cadena de transmisión de las tradiciones y sabiduría de estas comunidades ancestrales, cuyo tejido cultural se fundamenta y persiste a través de la oralidad.

Sin embargo, estas culturas, las cuales lucharon y luchan por permanecer latentes a pesar de los variados procesos de conquista y colonización, se esfuerzan aún por reconstruir, por volver a rehilar sus verdaderas raíces, su identidad, en donde puedan reconocer su existencia, sus tradiciones, su lengua y su sabiduría, una sabiduría ancestral, aprendida con la vida, de la naturaleza, la sabiduría de una cultura indígena como la del pueblo Camëntsá.

Por tal razón, es primordial conocer y reconocer la riqueza cultural que por siglos ha sido silenciada, y escuchar la voz de poetas indígenas, que resurgen y propician el diálogo intercultural y el retorno a la valoración de su identidad, de sus raíces originarias y del medio natural. Una de las voces indígenas más representativas en el ámbito literario actual, es la de Hugo Jamioy, poeta perteneciente a la comunidad Camëntsá, los cuales:

son vecinos de las etnias Pasto, Quillacinga y Awá del Departamento de Nariño, y de las etnias Cofán o A’i, Sionay Coreguaje del Departamento de Putumayo. Su región perteneció al territorio de los llamados quillacingas de la montaña, un grupo étnico afín con el que se les ha identificado, que se desvertebró a causa de la Conquista española, iniciada en 1535 por Juan de Ampudia y Pedro de Añasco, bajo órdenes de Sebastián de Belalcázar”  (Rocha, 2010, p. 47).

Y quien a través de su poética revela la construcción identitaria de un pueblo, centrada en mostrar la integralidad que conserva el pueblo Camëntsá, algo que los demás han olvidado y que en la visión de los pueblos indígenas, es imprescindible para comprender sus tradiciones orales, la esencia tan marcada de sus palabras que construyen universos indescifrables y demarcan su poesía.

La voz que da vida a la historia de este pueblo indígena aún existente, es el reflejo del gran conocimiento que posee con relación al mundo, algo, que nuestra cosmovisión occidental no nos permite ver, en palabras de Hugo Jamioy “Analfabeta no solo es el que no saber leer y escribir, es también el que no sabe leer la naturaleza. América Latina es un continente analfabeta de lo indígena porque no sabe valorar el conocimiento de estas comunidades”.

Portada de Danzantes del viento A partir de esto, la poesía de Hugo Jamioy configura una visión diferente, en la que la naturaleza juega un papel relevante; es un ente que entabla con el ser humano una comunicación diversificada a través de sus elementos, en una relación de protección y autoridad maternal que trasciende a la vida cotidiana del indígena y se transmite de forma oral de padres a hijos en los que se replica éste tipo de interacción, como se percibe en el poema “En la tierra”: No es que esté obligando a mi hijo / a trabajos forzados / en la tierra / solamente / le estoy enseñando / a consentir a su madre / desde pequeño. (Jamioy, 2010, p. 37).

Esa naturaleza no sólo da vida al entorno en que se vive, sino, a la palabra, ellos han tejido a partir de la oralidad un discurso, lleno de voces, de matices, como base de sus interacciones sociales dadas en distintos espacios, contextos y realidades que se ajustan y transforman para reproducir pensamientos, ideologías, sentidos y significados, el discurso, es pues un constructo humano, tan humano, que posee la habilidad de conservar la memoria de un pueblo, de representar mediante la oralidad y la escritura el mundo.

Asimismo, Jamioy señala que los pueblos indígenas no se pueden concebir sin su territorio, ya que éste es su fuente de alimento, e inspiración; además de ser la tierra la dadora de la vida, de la palabra y la poesía; puesto que su lengua tiene una gran carga poética reflejo de los días de las montañas, de los ríos y las plantas, es decir, del entorno mismo en el cual el hombre ha designado a su pueblo a vivir de la naturaleza y para la naturaleza; la pacha mama, que brinda la sabiduría para dirigir la familia y el destino de un pueblo, igualmente ofrece conocimientos, mediante las plantas medicinales que garantizan el bienestar del hombre, y que se logra capturar por medio del poema “No somos gente”:

No somos pueblo venido de otros lugares, / nuestras raíces son de aquí. / Somos árbol-hombre, somos gente, somos pueblo, / nacidos del fondo de la tierra, / árboles caminando por el lugar / heredado de nuestros taitas, / gente cuidando la armonía y equilibrio natural, / pueblo construyendo la casa / para que nuestros hijos / vivan felices y de manera natural”. (Jamioy, 2010, p. 79).

De lo anterior se desprende otro rasgo muy importante en la poética de Jamioy, la existencia en sus poemas de un personaje que cuenta y otro que escucha y aprende, como en las conversaciones que el niño indígena entabla con sus mayores, de hechos en apariencia triviales pero que encierran grandes enseñanzas que alimentan de igual manera al lector de un asombro permanente.  Jamioy es un creador que invita a seguir las enseñanzas de los viejos, de sus ancestros, “biblias hablantes, guardadores de las experiencias de sus abuelos y de su propia experiencia vivida” (Jamioy, 2010, p. 25),  y a volver al encuentro con la naturaleza., con la memoria indígena.  Así nos habla Jamioy (2010) en su poema  “Solo a ese lugar debes ir”:

Presta bien atención, dice mi taita: / Debes llegar a la tierra / donde te esperan. /  Si alguna vez pisas lugares / sin que nadie te haya invitado, / habrás violado la inocencia de esa tierra / porque es sagrada, / y te habrás sumergido / para envenenar el agua / que solo a los que allí viven baña”. (p. 77).

La presencia de los mayores en sus poemas reivindica la voz de un pueblo ancestral que habla a través del poeta; sus misterios, sus silencios, la trascendencia de sus tradiciones malentendidas o excluidas por los no indígenas; pero que ahora afloran en la belleza de las palabras de su lengua, vehículo que les permite compartir según Jamioy, la identidad de un pueblo: “lleno de grandes valores mediante los cuales podemos entender, practicar y enseñar los principios naturales de respeto, unidad, identidad, reciprocidad, autonomía, que representan para nosotros los pilares sobre los que descansa el mundo Camëntsá, la vida de nuestro pueblo”. De este modo describe a su comunidad: “No somos gente de mundo ajeno / con anhelo de seguir viviendo; / no somos gente de territorio  / de quienes mañana se escuche hablar / que nosotros fuimos. / No somos pueblo venido de otros lugares, / nuestras raíces son de aquí”.  (Jamioy, 2010, p. 79).

De la misma forma, el poeta lanza su voz en defensa de su lengua, como soporte de su comunidad, que se fundamenta en la transmisión de la misma y la memoria para tener cómo transmitir a los hijos el saber;  y  la cual posee una amplia riqueza puesto que poseen un sistema de escritura de una preciosa lengua en la que para referirse al sol, se habla del dador de luz, y para referirse a los ojos, se habla de las flores que brotan del jardín del alma, y en la que el poeta escribe sus sueños y reclama. Esto último se evidencia a través del poema “En que lengua”:

Hoy, que me encuentro en su oficina / abogando por la vida de mi pueblo, / le pregunto, señor presidente: / ¿En qué lengua / están escritos sus sueños? / Parece que están escritos / en inglés, ni siquiera en español. / Los míos están escritos / en camëntsá. / Así / jamás nos entenderemos”. (Jamioy, 2010, p. 181).

Así, Hugo Jamioy nos muestra una poesía diversa, que encierra el misterio y las respuestas que la naturaleza le puede ofrecer al indígena como al no indígena, en ese transito que todos compartimos, entre el ambiente caótico de la ciudad y el mundo de asombro infinito que muestra la naturaleza: “Si la naturaleza es un libro, el vuelo suspendido de las aves es signo; y el viento, murmullo de los soñadores antiguos, fuerza que sacude y embriaga al poeta, danzante en este huracán de tiempo. Para Jamioy, el poeta es un traductor de estas voces que se cuelan por el viento” (Sánchez, 2010, p. 150).

Sé quién eres / Te he mirado / en el Yagé, / en el mágico mundo colorido. / La geometría borracha / ha mostrado las figuras perfectas, / el sueño pensado / la alucinación, el transito / el viaje al otro mundo / donde reposan todas las verdades, / el mundo donde nada / se puede esconder / donde nada se puede negar, / el mundo donde todo / se puede saber. / A ese mundo he llegado en mi viaje / y en mi camino tu imagen he visto. / Todo lo que he mirado / a través de la guasca / que da poder / no te lo puedo decir; / solo quiero que sepas / que te he mirado”. (Jamioy, 2010, p. 71).

Finalmente, Hugo Jamioy propone en su libro Danzantes del viento una literatura que habla pero que también pretende escuchar, donde su principal fuente de inspiración es la naturaleza que nos muestra una variedad de significados, ya que esta guarda una historia y una postura de la existencia del hombre. El autor, evoca a sus ancestros, abuelos, taitas, y sus principios; quienes son considerados un modelo a seguir, pues ellos han establecido una armonía con el universo, fortaleciendo los lazos existentes entre la palabra antigua y la palabra nueva, que rescata lo propio, haciéndole ver al otro, que pese a las diferencias étnicas, sociales y culturales debemos reconocernos como iguales, provenientes del mismo espacio: la Tierra.

La poética de Jamioy responde no sólo al inventario de las acciones concretas de la comunidad Camëntsá, sino que se recrea a partir del lenguaje, permite revalorar y reorientar la vida de este pueblo con un sentido de identidad que permea en el tiempo la posibilidad de la continuidad de su existencia, que transcienden la escritura trayendo un legado en sus raíces, en su relación con la naturaleza, creando metáforas, representaciones simbólicas y míticas que van más allá de la ficción de aquellos que apenas se nombran, una realidad que se recrea a través de la palabra.

 

Diana Verónica Méndez Sánchez

Universidad del Atlántico

Maestría en Literatura Hispanoamericana y del Caribe

 

Referencias bibliográficas

ESTERMANN, Miguel. (1998). Filosofía andina, estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina, Ecuador.

JAMIOY, Hugo.  (2010). Danzantes del viento. Bogotá, Ministerio de Cultura.

ROCHA, Miguel. (2010). Antes el amanecer. Antología de las literaturas indígenas de los Andes y la Sierra Nevada de Santa Marta. Bogotá, Ministerio de Cultura.

SÁNCHEZ, Juan Guillermo. (2010). Miguel Ángel López y Hugo Jamioy: Poéticas de lo imposible. En Cuadernos de Literatura. Bogotá, Colombia V.14 Nº 27 enero - junio 2010 132-155.

http:// www.ozip.org.co/2009/pueblos/camentsa.html

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