Opinión

Del encuentro con Gabo y la historia del piano a cola (2a parte)

Guillermo Henriquez

25/04/2013 - 11:20

 

Mi estilo narrativo era de avanzada en Colombia y fue desarrollado a partir de mi estadía en Barcelona, con premisas que, más tarde, han sido formuladas por teóricos occidentales, y que tienen que ver con la fragmentación del argumento y las imágenes, como en el cine; la brevedad, la simpleza aparente del relato, la visualización alterna con el contenido, sin reflexiones que disgreguen el mismo y dañen el ritmo, con una estructura abierta y con influencias de la cibernética, el cine y el cómic. Lo que hoy llamamos “post-modernidad”.

Algo muy diferente a  lo que escribían los colombianos de más renombre, incluso el propio Gabo. Además, mis cuentos contienen una feroz burla tanto del mundo andino como del caribeño, cuando hago uso de “esperpentos”, recursos escénicos que son deudores  de Valle-Inclán, siendo la andina, una región que detecta el poder en Colombia, lo que no se podía perdonar en mi cuento “Historia de un piano de cola”(cuento cachaco).

Todo ello -mi obra literaria- fluctúa entre los conceptos de barbarie y civilización, anacronismos y contemporaneidad,  y que después explotó con habilidad R.H. Moreno Durán. Deduzco que,  por ello, he sido silenciado: soy un escritor marginal.

En cuanto a mi obra teatral diré que en 1972, me estaba anticipando por lo menos diez años al “teatro étnico”, que implementó en Europa el director de teatro inglés Peter Brook.. y a la ruptura de la anécdota, realizada por el gringo Bob Wilson en los años 80, algo que hice en  mi obra “Detrás del Abanico”, escrita en Barcelona, en 1977. En ella hago un parangón entre México y Colombia, mostrando la influencia que produjo el viejo cine mexicano en su sociedad analfabeta y los futuros capos del narcotráfico, amantes de ese cine y sus estrellas.

Después del estreno de mi obra, visité a Gabo, quien me recibió con una revista en la mano y una sonrisa burlona, era un número de “Interviú”, donde en una viñeta de la página de espectáculos, y con un título muy sugestivo –”Visto y Oído en Bocaccio”–, una señora Teresa Inglés, dijo lo siguiente:“Gogó Teatro Experimental e Independiente, estrenó hace unos días “El Cuadrado de Astromelias”, del novel colombiano Guillermo Henríquez. La obra es la adaptación teatral de un relato y, desde el primer momento, está lastrada por un texto rebuscado, pretencioso y nada teatral, por lo que el espectáculo, a pesar de que la dirección, la interpretación y la escenografía sean aceptables, naufraga irremediablemente.

“Según Henríquez, la intención de la obra es “ahondar en la problemática socio-económica de los países allende al río Grande, a partir de los postulados estéticos del realismo mágico llevado al teatro. En tal caso, es evidente que “El Cuadrado de Astromelias” dista mucho de estar a la altura de las pretensiones de su autor. (Ojo a lo que dije en el programa de mano).

“El Cuadrado fue programada al ser prohibidas por la censura otras obras propuestas, creo que “Gogó” debería ser más exigente a la hora de plantearse un montaje, sus envidiables recursos materiales y el prestigio alcanzado por montajes anteriores nos autoriza a pedirle mucho más”.

Comento: ¿Qué de malo habría en que mi obra de teatro fuese una adaptación de un cuento mío? Incluso podría ser, como en ilustres casos, la adaptación al teatro de una obra de otro autor...Pero, ¿Quién le contaba noticias íntimas de mi vida literaria a Teresa? ¿Jordi Coca o Gabo?

Como se verá, Teresa Inglés estaba poniendo el dedo sobre la llaga española. Ella tuvo algo de razón, al decir que la obra era más literaria que teatral, ya que en el montaje Gisbert, suprimió en aras de su dificultad para interpretarlo, un personaje importante: el “Niño Trompeta de Ángel” convertido por Gisbert en un muñeco que no hablaba, trayendo consigo, la pesadez del mismo en escenas muy importantes, ya que no se le pudieron agregar al montaje unos “flashs-backs” que escribí durante los ensayos con los actores y que ampliaban la base dramática de la obra. Así le  hice a ella unos ajustes escénicos en los ensayos para mejorarla pero la censura española, una vez que daba su visto bueno, demoraba muchos meses en dar otro y esto podría retrasar el estreno, de manera que no se incluyeron esos “flashs backs”, que son fundamentales para dar más organicidad visual a la obra, y que ya  están en la edición de 1980.

Gabo con esa su  sonrisa socarrona, me leyó el texto de la señora Inglés, y recalcaba sus frases.¿con qué intención? Teresa Inglés resultó ser la esposa de un dramaturgo catalán llamado Albert Miralles, a quien solo vi una vez en la Escola “Adrià Gual”. De él referiré un suceso desagradable: en una fiesta de teatristas a la que yo no fui invitado, insultó de palabra, “esclavo” le dijo al director de escena venezolano y profesor de la Escola, Raúl Sicalona, un hombre negro muy inteligente, y quien dirigió a un grupo de alumnos ,incluso mi persona, en una obrilla titulada “Taller de Fantasía”,del autor catalán Josep María Benet y Jornet, quien figura en “Teatro Español Contemporáneo .Antología” ( Madrid, 1992), Miralles en cambio, no figura en esta antología.

Sicalona, en un acto de reivindicación moral, le pegó tremenda trompada al catalán, destrozándole la cara, lo que motivó que fuese buscado por la policía de Barcelona....Escondiéndose de todos, hallé a mi profesor de actuación en la calle durmiendo, y lo alojé en casa de la señora Margarita Bagur, anciana a quien tanto quise, y quien tanto me quiso. Yo viví en su apartamento de Aragón 185, Segundo–Primera, tres años. Pagué de mi bolsillo la estadía de Sicalona, hasta que él  pudo huir hacia Francia, donde se perdió su  rastro.

¿Sería este gesto mío de solidaridad latinoamericana lo que motivó la malquerencia de Miralles, o el disgusto de ver a un suramericano triunfar en las tablas como autor? ¿Y si ocurrió lo primero, quién comunicó en la Escola este hecho?  ¿O fueron los atronadores aplausos que provocaba mi obra durante todas las funciones, los que crearon esta inquina contra mí? Porque el éxito de mi obra no sólo fue de público, sino de crítica. Hoy “El Cuadrado” es una pieza fundamental del teatro latinoamericano, al punto que la crítica mexicana, Rosalina Perales, en su “Teatro Latinoamericano Contemporáneo” (México, 1989), cita mi nombre entre los cinco más destacados dramaturgos colombianos de los últimos años; acompañado estoy de Enrique Buenaventura, Jayro Aníbal Niño, Henry Díaz y Esteban Navajas.  Y estoy entre los 15 dramaturgos fundamentales de Colombia del medio siglo XX, en el libro antológico ya citado. Libro que coordinó el dramaturgo colombiano Fernando González Cajiao, ya fallecido, bajo la dirección general de Moisés Pérez Coterillo, también fallecido. Moisés me dijo en Manizales en 1985, durante un festival de teatro: “Tú estarás en la antología de teatro colombiano, en España te conocen”

Es un libro que como sus similares de España e Hispanoamérica, conmemora los 500 años del descubrimiento de América. Los únicos caribeños colombianos que están allí son: Manuel Zapata Olivella y Guillermo Henríquez. Manuel Reguera Saumell, luego de ser proscrito su nombre en Cuba, fue  reivindicado en 1992 y aparece con toda justicia en “Teatro Cubano Contemporáneo. Antología” de la misma edición de los 500 años. Maestro y alumno están en esta conmemoración que a mi me llena de honda satisfacción.

Gabo inexplicablemente no mencionó ese día las elogiosas palabras de Julio Manegat, sino las desapacibles de la señora  Inglés. ¿Por qué? ¿Era amigo Gabo de ella, asidua asistente como Gabo y Mercedes, al bar “Bocaccio”, sitio de “avant-garde” de Barcelona-donde se reunían escritores conocidos de “la Gauche divine” en los años 70 o de su marido Albert  Miralles? Una menos agresiva reseña apareció en “La vanguardia”  unos días después sobre “El Cuadrado de Astromelias”, la.reseña. dice :”La cita sirvió para darnos cuenta de que la aventura del teatro experimental sigue conquistando al público joven. El público aplaudió el esfuerzo interpretativo de las dos principales figuras en una obra que resulta llena de sugerencias y de un valor más literario que escénico” A.M.M (recorte de prensa, sin fecha). Estas frases dan para unas glosas pertinentes: ¿Quién se escondía tras las letras A.M.M? ¿Se trata de Albert Miralles? Si lo es, fue menos apasionado que su mujer. Miralles ya falleció.

Reconoció que hubo aplausos así no fuesen para mí, y que la obra tenía sugerencias válidas, así a él no le agradara, y que la juzgaba, con valor literario, lo que es importante. Desde que escribieron teatro los griegos, esta premisa es válida. ¿Estaba Miralles en el boicot? ¿Sabía algo de esto Gabo, amen de lo que le dije?

Comprendo que para los españoles debía ser una cruel ironía, que un suramericano  a quien  nadie conocía, viniese a romper el mutismo escénico de una escena silenciada, lo que por muchos años en Barcelona prevaleció; mutismo impuesto por la férrea censura franquista y clerical; y de ahí la importancia del hecho insólito: la ruptura del silencio teatral, realizada  por  el montaje de “El Cuadrado de Astromelias”, una forma de teatro experimental y no comercial, realizada por un colombiano. !Esto fue lo que pasó!

Sé por experiencia propia que algunos dramaturgos hispanos muy valiosos, como José María Rodríguez Méndez, mi gran amigo, tenían inéditas y no estrenadas obras que eran importantes, pero esa censura las silenciaba. Más tarde, cuando vino la democracia con Don Juan Carlos de Borbón, algunos de ellos pudieron mostrar su riqueza literaria, escondida en baúles, durante muchos años,. Rodríguez Méndez, hoy está en “Teatro Español Contemporáneo. Antología” (Madrid,1992) con una pieza estupenda.

Ya en Colombia en 1973 recibí en Valledupar, en donde vivía, un ejemplar de la revista “Primer Acto” de Madrid, dirigida por un importante crítico de tendencia izquierdista, José Monleón, que trajo una reseña muy docta y certera de  Xavier Fábregas sobre el estreno de “El Cuadrado de Astromelias”. Por ser tan esclarecedora esta reseña, la reproduzco casi  totalmente:” Hablar de realismo mágico se ha convertido en un tópico; sería necesario enfrentarse con el término y que probáramos (sic) de averiguar su significado exacto, de concretarlo. Y también buscar sus orígenes. Tal vez hallaríamos que el primer autor clasificable dentro de la tendencia es el casi mítico Ramón Vinyes que fue el mentor de Gabriel García Márquez quien lo recrea como personaje literario en su famosa novela Cien Años de Soledad, con el apelativo de “el sabio catalán”.

“De Ramón Vinyes a García Márquez hay un paso, una conexión bien conocida; el escritor colombiano reemprende la dialéctica iniciada por Vinyes y le concede toda su dimensión, ahora sentida auténticamente como una parte de su propia vida. De García Márquez a Guillermo Henríquez (sic) hay otro paso, otra generación, en definitiva.

“Los tres-Vinyes, García Márquez, Henríquez-escriben en la Colombia atlántica, concretamente en Barranquilla”.

“El teatro de Guillermo Henríquez, como antes lo hiciera la narrativa de García Márquez, funde en un solo elemento las premisas establecidas por Vinyes. Marta Cibelina, Trece maneras de mirar un mirlo y El Cuadrado de Astromelias, que ahora acaba de subir al escenario-el 2 de Noviembre, en un montaje del Grupo Gogó, nos revelan un autor de imaginación rica, sumergido en el mundo que a grandes trazos hemos intentado describir”.

“Tal vez la obra resulte excesivamente literaria, pero la suya es siempre una buena, excelente literatura, que nos adentra mediante un lenguaje colorido, con un crepitar de imágenes, de referencias casi barrocas, hacia las obsesiones que el autor quiere transmitirnos. Hay en Guillermo Henríquez un hombre inmerso dentro de las incitaciones de su sociedad, y a la vez un escritor muy cualificado que sabe dar a estas incitaciones categoría estética.”

El 12 de Agosto de 1973,”Lecturas Dominicales” de “El Tiempo”, publicó un cuento titulado “El Dios Errante”, de Pedro Gómez Valderrama, escritor colombiano. Era evidentemente una paráfrasis, no un plagio, de mi cuento “Historia de un piano de cola”, aún no publicado, pero que deambulaba de mano en mano en fotocopias distribuidas por Gabo. Hábilmente, don Pedro, utilizaba restos anecdóticos de un cuento oral cienaguero, y fragmentos del mío, este  literario.

El cuento cienaguero nos informa que el “Titanic”, al naufragar en 1914, había expulsado de sus entrañas un piano de cola hallado en algún momento en las playas de Ciénaga. Igualmente, utilizaba una anécdota de la Ciénaga Grande, en la cual hubo en los años 10 del siglo XX, un buque que era un burdel flotante, algo que en la realidad existió, ya que  lo dirigía un pariente mío: Juan Henríquez Castañeda, apodado “el gitano”. Gabo conocía todos los cuentos, y así los relató a su amigo Gómez Valderrama.

Lleno de santa ira escribí una carta a “El Tiempo”, reclamando el  supuesto plagio de  Pedro Gómez Valderrama. Acusando a Gabo de haber entregado mi cuento  a este escrito, para su saqueo. Costumbre inveterada del Nobel de 1984. Don Pedro se apresuró a rectificar: ”Lo siento, pero mi piano da otras notas”.

La historia se hace mas reveladora en 1987 cuando, el 15 de Enero, ”El Heraldo” de Barranquilla publica una noticia con despacho de la AFP: “Otra alucinante idea de Gabo para el cine”. Gabriel García Márquez, Inmanol Arias y un título musical alemán ( “Para Elisa”) , parecen ser los ingredientes taquilleros para una coproducción entre España, Francia, Colombia, y Cuba, cuyo guión cuenta el (imposible de leer) de un piano entre un puerto y la (ilegible) de un país latinoamericano en la guerra civil”

“Diario del Caribe”, el 17 de Enero del mismo año titula: “En la costa buscan locaciones “Para Elisa”, basado en una idea de Gabriel García Márquez”. También se informa que estuvieron en Manaure, Ciénaga, Cartagena, Mompox. ”El Heraldo publica en la misma fecha la misma noticia, y el propio diario barranquillero trascribe una sinopsis del guión realizado en Cuba: una copia exacta de mi cuento. El diario madrileño “El País”, en su edición del domingo 28 de abril de 1987, tituló: “Una nueva película con argumento de García Márquez se rodará en Colombia”.

Pero el guión para esta película que iba a dirigir Tomás Gutiérrez Alea, cubano que había realizado otros filmes con argumentos de Gabo, no se realizó nunca. ¿Que sucedió? Es otro interrogante sin respuesta: No se ha sabido por qué se suspendió la realización de este filme. Yo podría decir que fue por mi reclamo a Gabo: “Acepto que compartas conmigo la autoría del argumento, pero dame la mitad de los beneficios de la película”. Propuesta a través de una amiga íntima de él. Y hasta ahí llegó el proyecto.

En forma continuada, Gabo ha seguido con la mala costumbre de entregar a otros escritores los originales de mis obras que a sus manos llegan: En 1992 le tendí una trampa. El era jurado del Concurso Internacional de novela “Eduardo Carranza”, en Bogotá. Y mandé una novela mía titulada “Agotadas las localidades”, que por supuesto nada logró. Pero el escritor consagrado, a uno de sus “mignons”, el colombiano Jorge Franco, invitado por él a La Habana a dictar una taller sobre cómo escribir un cuento le pasó una copia de mi novela y éste, con ella, escribió su volumen de cuentos: “Maldito Amor”. Lo cual puedo probar.

Gabo anunció recientemente que no publicará una segunda parte de sus memorias, porque como él lo dice ,“tendría que referirme a gentes que no me simpatizan, pero que sería injusto no mencionar, porque fueron importantes en mi vida”. Sus memorias solo llegan hasta los años 60. y nos conocimos en Barcelona en 1971. ¿Por ventura se estaba refiriendo a mi persona?

 

Guillermo Henriquez

ghenriquez12@hotmail.com

Acerca de este escrito: Este artículo es la segunda parte de unas vivencias contadas en primera persona por el escritor y dramaturgo colombiano Guillermo Henriquez (Ciénaga, 1940). Autor teatral con 17 obras registradas, cinco publicadas: “El Cuadrado de Astromelias”, Bogotá, 1980. Estrenada con éxito de público y crítica en 1972, Barcelona. “Marta Cibelina”, Bogotá, 1982, finalista como la anterior en “I Premio de Teatro de Alcoy”, España, 1972. “Escarpín de Señora”, Barranquilla, 1984. “Detrás del Abanico”, Barranquilla, 1984. “Academia de Baile”, Barranquilla, 1986.

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