Opinión

¿Palomas o fusiles?

Diógenes Armando Pino Ávila

11/12/2013 - 10:00

 

¿Cuándo comenzó la violencia política en Colombia? ¿Cuantos años llevamos con esta penuria? ¿Vale la pena firmar la paz? ¿Es conveniente seguir en guerra? ¿Conozco la historia del conflicto armado? Hagamos un poco de historia sobre este problema que atañe a todos los colombianos.

Algunos historiadores registran que a partir del año 1946 comenzó la violencia política en Colombia, con la renuncia a la presidencia de la República de Alfonso López Pumarejo, siendo reemplazado por Alberto Lleras Camargo, quien constitucionalmente ostentó la presidencia como designado, convocando elecciones para el mes de junio de 1946, siendo ganadas por el partido conservador. Este triunfo conservador se le atribuye a la división liberal entre los partidarios de Gabriel Turbay y los de Jorge Eliecer Gaitán, mientras que los conservadores, que no saboreaban las miles del poder desde 1930, se unieron en torno a su jefe, Mariano Ospina Pérez.

Otros sostienen que la violencia política colombiana comenzó el 9 de abril de 1.948 y que su detonante real fue la muerte del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán, dando comienzo a lo que históricamente se conoce como “El Bogotazo” donde la turba liberal enardecida se tomó la capital de la República, de ahí en adelante la violencia se generalizó por todo el país enfrentando los dos bandos políticos, liberal y conservador, también llamados “Godos” y “Cachiporros” con sus bandas de banolerismo iniciadas por los “Chulavitas” nacidos en Boyacá y “Los pájaros” nacidos en el Valle del Cauca. A partir de ahí se da la más despiadada confrontación entre liberales y conservadores arrojando, según cifras oficiales, más de trecientas mil muestres y más de dos millones de desplazados, en una población que, en ese entonces, no pasaba de once millones de habitantes.

De ese bandolerismo organizado por los partidos políticos, son de nefasta recordación algunos cabecillas como Jacinto Cruz Usma alias “Sangre negra”,  Efraín González alias “Siete colores”,  Teófilo Rojas Varón alias “Chispas”, Manuel Marulanda Vélez alias “Tiro fijo” y otros, no registrados por la historiografía oficial, sembraron el terror en los campos y pueblos colombianos hasta que la fuerza pública les dio de baja. De este ramillete selecto de flores negras del terror, solo los sobrevivió “Tiro fijo”, quien vivió fuera de la ley hasta el 26 de marzo de 2008 cuando murió de muerte natural en las selvas del Meta, siendo considerado el guerrillero más veterano del mundo y de su tiempo.

Este periodo de violencia, mengua su accionar, sin darle fin definitivamente, a partir del día  sábado 13 de junio de 1953, en que Gustavo Rojas Pinilla derroca a Laureano Gómez mediante un golpe de Estado y logra que la contienda baje de nivel entre los grupos en disputa. De ese momento en adelante la dictadura de Rojas Pinilla reprime las expresiones populares y censura la prensa, lo que provoca una serie de paros que le obligan a dimitir siendo reemplazado por una Junta Militar. Pero no fue, sino hasta el año 1958 en donde se pone un aparente fin oficial al conflicto debido a la puesta en marcha del Frente Nacional firmado dos años atrás, el 24 de julio de 1956, en el balneario español de Benidorm, nombre por el cual fue conocido.

Este acuerdo fue alcanzado entre el liberal Alberto Lleras Camargo y el conservador Laureano Gómez, en representación de sus partidos En dicho pacto se firma la alternancia en el poder del liberalismo y el conservatismo cada cuatro años y la repartija de la burocracia en forma milimétrica.

Este acuerdo, aparentemente salomónico, que excluía tajantemente a los grupos con pensamiento contrario al conservatismo y al liberalismo, la desigualdad social y la injusticia, dan nacimiento, o más bien continuidad, a la violencia con el nacimiento del grupo guerrillero de La FARC en el año 1964, dirigido por un secretariado de siete miembros que estuvo bajo el comando de Pedro Antonio Marín, conocido por los alias de Manuel Marulanda o Tirofijo hasta su fallecimiento en marzo de 2008.

En el año 1962 se conforma en Cuba la "Brigada Pro Liberación José Antonio Galán", la cual es integrada por seis jóvenes estudiantes colombianos que viajaron a la isla becados por el gobierno de Fidel Castro, cuyo líder era Fabio Vásquez Castaño. Esta célula pro castrista dio nacimiento al ELN el 7 de enero de 1965, realizando su primera incursión armada guerrillera con la Toma de Simacota y dan a conocer el "Manifiesto de Simacota".

El 19 de abril de 1970, con el supuesto fraude electoral, donde se dice que le birlaron las elecciones a Gustavo Rojas Pinilla y se la dieron a Misael Pastrana, nace un grupo de inconformes y en 1974, el ala socialista de la ANAPO representada por Jaime Bateman, Álvaro Fayad, Iván Marino Ospina y Luis Otero Cifuentes, junto con Carlos Toledo Plata, Israel Santamaría, Andrés Almarales, Everth Bustamante, e Iván Jaramillo conformaron el 'Movimiento 19 de abril', un grupo de golpes espectaculares y cinematográficos que cautivó la simpatía de la población colombiana, hasta su desmovilización el 8 de marzo de 1990.

Hubo otros grupos violentos, el EPL, el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) El Movimiento Quintín Lame y otros de menor calado que fueron bajando su beligerancia hasta pactar la paz con el gobierno. El pacto de paz más significativo fue el del M19 que comienza con los Acuerdos de Corinto Cauca firmados el 24 de agosto de 1.984 con Belisario Betancur y rotos en enero de 1.985 por los ataques a una comisión de guerrilleros que iban a San Francisco y Corinto a reunirse con los miembros de la comisión de paz.

No hay espacio para referirnos a la violencia generada por el Narcoterrorismo de Pablo Escobar y Rodríguez Gacha, el Cartel de Cali, La guerra sucia y el paramilitarismo, pero basta con este somero repaso para ver en forma reposada la actualidad colombiana y los diálogos de paz en la Habana y recordar muy al interior de todos los colombiano que ha sufrido el conflicto armado como víctima, (todos somos víctimas), algunos por muerte de un familiar, por heridas, por secuestro, por extorsión, por desplazamiento, por constreñimiento electoral, por amenaza, por pérdida de propiedades, por humillación, por tantas cosas que perturbaron la paz de nuestros pueblos y que todos sin excepción sufrimos, y que este repaso nos lleve a plantear que necesitamos una paz definitiva que permita el desarrollo económico, social y democrático de nuestra querida Colombia.

No es posible que ahora nos vengan con el cuento de que los diálogos en La Habana son malos, que no vengan con esa cantinela, pues el pueblo está cansado de la guerra y que por el hecho de que algunos colombianos, muy pocos por cierto, quieran seguir haciendo negocios con la violencia y con la guerra, pues ese es su ambiente de mentalidad espartana, no quiere decir que la paz no sea lo conveniente para nuestra Patria. En la contienda electoral que apenas inicia se vislumbra ya, que los colombianos nos veremos en la disyuntiva crucial de escoger: ¿Palomas o fusiles?

No sé qué escogerá Usted, amigo lector, yo sin ninguna duda, he escogido el camino de la paz y el día de las elecciones echaré a volar unas palomas de color blanco y mandaré a dar un réquiem por los fusiles.

 

Diógenes Armando Pino Ávila


Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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