Literatura

Cumpleaños 87, Gabriel García Márquez (Parte III)

Milagros Oliveros

13/03/2014 - 07:10

 

Está de más manifestar que Gabriel García Márquez es uno de los exponentes más importantes del realismo mágico -género literario que tomó fuerza desde los años setenta- y que lo fastuoso de sus relatos, que para algunos solo cabrían en los claustros escondidos de la imaginación, hace casi imposible creer que son sucesos ligados fehacientemente a la realidad.

Casi todos sus libros están basados en hechos reales, anécdotas y situaciones que ocurren a diario en las vastas tierras del Caribe mítico e imaginativo. Ejemplo de esta aserción es ‘El amor en los tiempos del cólera’, obra que, entre otras cosas, fue inspirada por la historia de amor de sus padres.

Cuando los progenitores de García Márquez se enamoraron, el padre de la joven Luisa Santiaga Márquez Iguarán, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, se opuso a la relación, pues Gabriel Eligio García, que había llegado a Aracataca como telegrafista, no era el hombre que consideraba más adecuado para su hija. A pesar de que Luisa fue enviada fuera de la ciudad, Gabriel Eligio siguió cortejándola con serenatas de violín, poemas de amor, innumerables cartas y frecuentes mensajes telegráficos. A diferencia de la obra literaria, esta pareja sí terminó en el altar.

Dado que vivió con sus abuelos maternos durante los primeros años de vida, Gabo recibió una fuerte influencia de ellos en cuanto a su forma de abordar la escritura, tanto así que anteriormente los ha descrito como el cordón umbilical que unía la historia con la realidad.

El coronel Márquez le contaba historias como la de la masacre en las bananeras, acontecimiento en el que murieron cientos de personas a manos de las Fuerzas Armadas de Colombia durante una huelga de los trabajadores de la United Fruit Company, y que el autor plasmaría en su obra más adelante. Por su parte, su abuela Tranquilina Iguarán Cotes poseía una visión mágica, supersticiosa y sobrenatural del mundo y, sin importar cuán quiméricos fueran sus relatos, los refería como si fueran una verdad absoluta e irrefutable.

Son esos antecedentes familiares y culturales lo que hacen de las letras de García Márquez una sublime yuxtaposición de lo fantástico del mito con las actividades ordinarias. El escritor cubano Alejo Carpentier no se equivocó al describir el estilo de ese tipo de obras bajo el concepto de lo “real maravilloso”, pues detalla elementos extraordinarios -casi excéntricos- como si fueran un aspecto de la vida cotidiana.

Gabo fue capaz de crear universos semejantes a los habituales, impregnados de imaginación, lo cual termina siendo un instrumento para la representación de la realidad. A la pregunta de si todo lo que escribe tiene una base real, ha contestado: “No hay en mis novelas una línea que no esté basada en la realidad”.

Para algunos es difícil reconocer ese delicado hilo que separa lo real de lo ilusorio en las obras de García Márquez, pues los dos aspectos son combinados, casi naturalmente, en un universo rico que refleja la vida y los conflictos de una región y de un continente entero.

En esos límites, que se desvanecen imperceptiblemente entre lo concreto y lo maravilloso, está circunscrito el reconocimiento de nuestros pueblos a través de la lectura. Dicho artificio se traduce en un pasaporte a la fantasía que reconoce temas importantes para el desarrollo de las naciones como la lucha por la culminación de la violencia y el fomento de la cultura.

El vínculo existente entre esos mundos de ensueño y los temas vigentes en la actualidad se apoya en la innumerable lista de cuentos, ensayos, discursos, guiones cinematográficos, reportajes, crónicas y novelas que García Márquez ha configurado gracias al arduo oficio de ser escritor, labor que, según él, es solitaria, misteriosa y que, además, se hace más difícil a medida que más se practica.

Este mes de marzo, el mes del cumpleaños número 87 de nuestro Gabo, se convierte en una bella invitación a sumergirse en sus escritos llenos de ese realismo mágico que no es más que el espejo del alma latinoamericana. Recordar y visitar los incontables mundos que su pluma ha dejado en los imaginaros del ámbito universal se vuelve imperante al descubrir que su original Macondo se mantiene como el lugar más visitado por nuestras soledades.

Personalmente, las narraciones de García Márquez han quedado impregnadas en mi mente a través del recuerdo, de las emociones y pasiones que produjeron en mí cuando las leí y de la sensación de desamparo al saber de su abandono al final de cada una de ellas.

Los elementos mágicos de uno de los universos narrativos más densos de significados que ha dado la lengua española en el siglo XX se convirtieron en los mundos propios. Mi mundo está lleno de mariposas amarillas gracias a Gabo, no solo de las macondianas, sino de esas que revolotean en el estómago -y en todo el cuerpo- a causa de la locura del amor.

En un discurso, que hace oda a las palabras y a la lengua española, García Márquez cita a Sebastián de Covarrubias, autor del monumental diccionario ‘Tesoro de la lengua castellana o española’, cuando este mismo dice que “el amarillo es el color de los enamorados”. Razón tenía el lexicógrafo español si notamos la palidez que causa encontrarse en ese estado. Ese amarillo representa el susto del amor, la prioridad de los sentimientos, el idealismo febril. El amarillo son las mariposas y la patria imaginaria de Gabo.

El libro que encontré, casi escondido y tímido, esa tarde melancólica en mi biblioteca, se convierte en un complemento indispensable a esa obra narrativa que, encubierta por la fantasía, devela hondas preocupaciones por los grandes problemas de nuestro tiempo, en primer término por los que afectan a Colombia y a Hispanoamérica en general.

La oratoria recopilada en ‘Yo no vengo a decir un discurso’ muestra, además de los temas centrales de la narrativa del cuarto Nobel de Literatura latinoamericano, su fervorosa vocación por la literatura, la pasión por el periodismo, su propuesta de simplificar la gramática, su amor por el cine, los problemas de su tierra colombiana y hasta los recuerdos de entrañables amigos, rasgos que ayudan a comprender más profundamente su vida y evolución como escritor.

La publicación inunda al lector con discursos emotivos y llenos de humor, apegados a las anécdotas y a las reflexiones, en los que su autor recurre a la historia, no solo de la literatura, sino a la universal, para tejer textos que no han perdido su sentido en el tiempo y que, en definitiva, son parte de la imaginación creadora, “la materia básica más rica y necesaria del mundo nuevo” que, en el caso de Gabriel García Márquez, se traduce en un valioso aporte y legado literario en busca de almas abiertas para ser llenadas con mensajes en castellano.

 

Milagros Oliveros

@Milakop

Sobre el autor

Milagros Oliveros

Milagros Oliveros

Ágora

Milagros Oliveros Cordoba. Vallenata. Comunicadora Social interesada en la divulgación de la cultura y las artes colombianas, y en la investigación de la compleja relación entre comunicación, cultura y tecnología.

Con el objetivo de ampliar mis conocimientos y descubrirme como comunicadora social y periodista, he trabajado en distintos medios masivos a lo largo de mi carrera, participado en procesos de comunicación para el desarrollo y en proyectos de investigación sobre comunicación y cultura. Este viaje por los diferentes campos de la comunicación me ha servido para confirmar mi pasión por la escritura y la investigación. Veo el periodismo como un género literario y siento que, a través de crónicas, reportajes e historias de vida, muestro el reflejo del mundo a los lectores que, en última instancia, son los que pueden identificarse con mis textos. Eso es lo que me mueve como periodista.

@Milakop

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