Opinión

Mundial de Fútbol: entre el respeto y la diplomacia

Natalia Gnecco

04/07/2014 - 11:15

 

Nicolette van Dam y James RodríguezEl Mundial de Brasil 2014 ha producido una enorme cantidad de noticias, desde el mordisco de Luis Suárez, la eliminación de España, los nuevos “cracks”, la gastronomía brasilera, hasta las manifestaciones de protesta en contra de los gastos excesivos del gobierno de Dilma Rousseff para nuevos escenarios deportivos.

En medio de todo este gran espectáculo, Colombia ha brillado no sólo por el rendimiento del equipo, el nutrido apoyo en las gradas brasileras, sino por la defensa diplomática para hacer respetar el buen nombre y reputación de nuestro país.

Por una parte la canciller de Colombia, María Ángela Holguín, rechazó el “meme” (montaje fotográfico) publicado en Twitter por la actriz holandesa Nicolette van Dam, en el cual vinculaba a los jugadores Radamel Falcao y James Rodríguez con la cocaína, y pidió explicaciones al Gobierno holandés y a Unicef. Y ahora, la Embajada de Colombia en Australia, a través de una queja formal, solicitó que dos periodistas fueran sancionados por transmitir comentarios discriminatorios en contra de Colombia.

Mejor dicho, en menos de un mes, sacamos la artillería diplomática para atacar el viejo estereotipo colombiano de ser los número uno en la producción de cocaína en el mundo, un gesto noble que no debería pasar desapercibido por la euforia que despierta el triunfo de nuestra selección nacional.

Pero más allá de este gran momento futbolístico que vivimos me pregunto ¿qué estamos haciendo para crear el respeto por nosotros mismos? Empecemos por las novelas que exportamos al mundo de RCN y Caracol que siguen posesionando a Colombia como un país violento, en donde los anti-héroes como Pablo Escobar, el Mexicano, el Capo mandan la parada. Exportamos una cultura de la mafia y, como si fuera poco, no hay peor crítico de Colombia que los mismos colombianos.

Ojalá que nuestro desempeño en el Mundial Brasil 2014 logre sensibilizar la lengua de aquellos colombianos que les cuesta tanto hacer una crítica constructiva de nuestro país. Cuando veo a tanta gente felicitando a Colombia, hablando del talento de nuestros jugadores en las redes sociales, sólo pienso que se nos impregne esta fiebre de nacionalismo y que nos dure mucho, muchísimo, porque la necesitamos.

No hay cosa más desagradable que vivir en el extranjero y lidiar con tantos comentarios negativos de nuestra propia comunidad colombiana, por eso me pregunto: ¿Cómo podemos pedir respeto a los demás si los mismos colombianos hablan mal de su país? Yo nunca escucho a los estadounidenses hablando de la descomposición social de sus jóvenes, ni la epidemia de “shootings” en sus colegios (365 ataques en 2013 y en aumento este año), ni a un holandés sentirse apenado por Tanja Nijmeijer, la guerrillera holandesa que ha participado en combates en contra de nuestra población civil a órdenes del Bloque Oriental de las FARC, ni a los europeos reconocer que las drogas sintéticas se han producido ilícitamente en Europa desde hace más de 40 años y, según los estándares mundiales, siguen siendo los reyes de la producción.

Pero eso sí, vaya a una reunión de colombianos y escúchelos hablar pestes de sus propios paisanos: “que somos unos ladrones, incultos, violentos, corruptos, que los políticos no sirven, que somos paras, de guerrilleros, etc, etc “. Una vez escuché a una señora en una reunión multicultural en Canadá decir que le daba pavor regresar a Bogotá, porque la secuestraban seguro al salir del aeropuerto El Dorado.

Otros viven con afán por reclamar ciudadanía hasta de Cafarnaúm, de lo que sea, porque dizque los tratan mejor que por el hecho de ser colombianos, así nunca hayan padecido ningún incidente lamentable. Créanme que es absurdo todo lo que uno escucha cuando mujeres obsesionadas por el “príncipe azul” terminan asesinadas por dementes extranjeros.

En fin, podría relatar muchos encuentros desafortunados con esos colombianos afanados más por proyectar nuestra peor imagen en el exterior, que difundir lo bueno que tenemos, pero creo que la Cancillería colombiana debería aprovechar la ocasión para crear un plan de sensibilización tanto al interior como al exterior de Colombia, para ver si algún día nosotros mismos logramos vencer el estereotipo de ser los reyes de la coca en el mundo.

Ojalá el orgullo que demostramos no se quede en el Mundial 2014, este sentimiento debe ser permanente y eso sí, antes de pedirle respeto a los demás recordemos que éste comienza por casa.

 

Natalia Gnecco

@NataliaGnecco

Sobre el autor

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Natalia Gnecco Blog

Natalia Gnecco es una periodista y comunicadora social independiente. Ganadora del Premio Literario y Periodístico Cesar Vallejo 2011 (Caracas, Venezuela). Su columna “Natalia Gnecco Blog” contiene su trabajo periodístico producido en Canadá y en Colombia sobre personajes interesantes, temas culturales, sociales y turísticos.

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