Pueblos

El presente histórico de Latinoamérica: continuidad neocolonial y corrupción

Antonio Ureña García

11/09/2014 - 14:30

 

Como dice Subirats (América o la Memoria Histórica), la memoria es siempre un pasado presente; el presente histórico; pero en el caso de esta región, las huellas de la historia tal vez sean más profundas que en muchas otras del mundo.

Así, el autoritarismo forjado a lo largo de siglos de intolerancia religiosa y dependencia política de la Colonia pervive hasta la actualidad, después de la etapa de dictaduras militares en el siglo pasado, con dictadores y herederos de dictadores.

La persistencia de la violencia,  que arranca  de la destrucción de las civilizaciones autóctonas con las masacres de Tenoxtitlan, Cuzco, Cajamarca y tantas otras y se continúa con la trata de negros, tiene su continuidad en la violencia instalada en las ciudades y convertida en elemento de la vida cotidiana en los barrios, villa miserias, favelas u otros asentamientos irregulares que forman los cinturones de las grandes urbes.

Si la colonización y el supuesto proceso “civilizador” se desarrolló a expensas de la violencia, ello viene a explicar  cómo la violencia se ha instaurado como forma de vida, fertilizada por la increíble desigualdad social, cuyos orígenes también se encuentran en la propia colonia y ha sido agudizada por los años de experimentos neoliberales puestos en marcha en la zona.

Desde el Descubrimiento se levantan unas sombras muy profundas que se proyectan hasta la actualidad y que nos hacen visualizar la aventura colonial como un agujero negro al instalarse la lógica de la colonia y la cruzada.

El propio término “descubrimiento” ya refleja una situación de vasallaje que estará presentes en las relaciones internacionales desde 1492 hasta la actualidad; aunque es necesario resaltar que, pese a la supervivencia hasta la actualidad de una economía de subsistencia y miseria, desde el comienzo del propio proceso colonizador naciera una tradición de resistencia representada con nombres como Tupac Amaru, Juan Chalimín, Guaquaipuru, etc. que ha llegado a la actualidad protagonizada por el llamado movimiento Nueva izquierda. Así, no es casualidad que desde el Gobierno Bolivariano de Venezuela se instaurara en el 2005 el 12 de octubre como fecha conmemorativa de la resistencia indígena.

Un problema fuertemente enraizado en la propia Conquista y Colonia es la corrupción, que arranca de los sobornos en la Casa de Contratación de Sevilla para obtener el salvoconducto que les permitiera asentarse en la región, efectuado por los que aventureros dispuestos a emprender por sus medios el viaje a Latinoamérica. Dicha corrupción continúa desarrollándose a través de los procesos de los independentistas y la propia Declaración de Independencia llegando a límites de corrupción campante de la actualidad.

Así prácticas como, irregularidades en licitaciones y adjudicación de servicios; centenas de millones de dólares en paradero desconocido procedente de obras nunca acabadas o de servicios –sanitarios o educativos- brindados a la población que nunca recibió los mismos o lo hizo con una calidad pésima; desvío de dineros públicos con destino a financiar campañas electorales o financiar partidos afines; corrupción policial; Presidentes, Expresidentes, o sus familias investigados o procesados por corrupción, son prácticas lamentablemente demasiado habituales en la región habiendo saltado en los últimos años a  las primeras páginas de los periódicos de la antigua metrópoli en un curioso y terrible proceso de identificación creciente.

Si todos los problemas anteriormente descritos hunden sus raíces en la conquista y la colonia, es lógico pensar que una vez culminado el proceso de independencia, la ruptura de lazos con los peninsulares sería total, lo que supondría un rechazo hacia las formas impuestas por aquellos; ruptura que se impuso en algunos aspectos, mientras que en otros se aprecia una fuerte continuidad que responde obviamente a razones de índole económica y política, pero también a razones de carácter cultural y socio-identitarias, ya que los criollos detentarán derechos superiores a los de otros grupos como indios, pardos o negros, pues con la independencia se han convertido en la nueva oligarquía hegemónica y se comportan como tal.

Esta contradicción entre el soporte ideológico de una independencia inspirada de igualdad y fraternidad y sus resultados reales es un elemento más que contribuye a esa dificultad de definir los límites de la identidad latinoamericana sobre la que reflexionamos en artículos anteriores y constituyen la raíz de muchos conflictos de de la región. El propio Bolívar, en la Carta de Jamaica, reflexionaba sobre este asunto:

(…) por otra parte, no somos indios, ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país, y los usurpadores españoles; en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar estos a los del país, y que mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos hallamos en el caso más extraordinario y complicado.


Antonio Ureña García


Sobre el autor

Antonio Ureña García

Antonio Ureña García

Contrapunteo cultural

Antonio Ureña García (Madrid, España). Doctor (PHD) en Filosofía y Ciencias de la Educación; Licenciado en Historia y Profesor de Música. Como Investigador en Ciencias Sociales es especialista en Latinoamérica, región donde ha realizado diversos trabajos de investigación así como actividades de Cooperación para el Desarrollo, siendo distinguido por este motivo con la Orden General José Antonio Páez en su Primera Categoría (Venezuela). En su columna “Contrapunteo Cultural” persigue hacer una reflexión sobre la cultura y la sociedad latinoamericanas desde una perspectiva antropológica.

1 Comentarios


jairo tapia 04-02-2015 07:48 AM

Tan pronto desocuparon el poder los españoles, por complacencia y beneficios del soborno entre los nuevos pseudodirigentes granadinos, se inicia el largo manejo y dominio de nuestras riquezas, autonomía y derechos porparte de los EE UU, -como había vaticinado S. Bolívar-, y por lo cual, estos nuevos cipayos y conspiradores lo desterraron y despojaron de sus prebendas y derechos, hasta cuando la piadosa muerte lo acoge en Santa Marta...

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