Periodismo

Pedro Claver Téllez: Hacen falta crónicas de ciudad

Jhonwi Hurtado

19/01/2015 - 07:50

 

Pedro Claver Téllez: Hacen falta crónicas de ciudad

Pedro Claver Tellez / Foto: Diego Valencia Gómez

Su rostro se cubre de arrugas, sus cabellos blancos demuestran que el tiempo no pasa en vano. Pedro Claver Téllez llegó a Pereira para hablar de crónica, de ese género que tantos mencionan pero pocos trabajan. Sabe que la memoria es indispensable para alguien que quiera escribir. Recuerda con humor cómo una de sus compañeras sentimentales ayudó a que nunca olvidara el valor de recordar todo: “Si es tan buen escritor vuelva y escriba todo sin necesidad de esos apuntes”, le dijo después de quemar centenares de hojas de papel que Claver Téllez había recogido para escribir uno de sus libros.

Prefiere el silencio para escribir, vive en una vereda a las afueras de Bogotá donde la tienda más cercana queda a un kilómetro de distancia, no le falta el tinto en la mañana antes de empezar a escribir. Rememora el sonido de la máquina de escribir y, aunque ahora lo hace en computador, dice que ese paso fue traumático.

Ha sido amenazado, secuestrado y tildado de violentólogo, pero ya no le importa. Después de haber recorrido el país en busca de historias para escribir sobre la guerra esmeraldera o el conflicto armado, ahora se dedica a terminar un libro, dar clases y conferencias.

Ha vivido la guerra en primera persona. Rodeado de libros  y de varias personas que lo escuchan en la librería de viejo “La Roma” en Pereira, pide un papel y del bolsillo de su saco toma su esfero y dibuja cómo fue el operativo en el que el gobierno encerró con 16 mil hombres  a unos campesinos en Marquetalia-Tolima y dibuja la manera en que esos campesinos a mando de Manuel Marulanda Vélez se escaparon, así empezó una guerra de medio siglo. “Hay muchas heridas abiertas, muchos intereses políticos. Pero la paz es necesaria, eso es una guerra loca” dice con seriedad.

Usted ha escrito mucho sobre la violencia en Colombia, ¿le gustaría escribir sobre un eventual posconflicto?

Yo estoy muy pendiente del proceso de paz, porque me parece que va a ser una oportunidad para dialogar con gente que uno nunca ha podido entender, que están al otro lado, entonces yo creo que hay muchas cosas esenciales por averiguar cuando termine el conflicto, cosas que no se conocieron ni a través de la prensa, ni a través de libros. O sea, el otro lado de lo que pasó. Una de las cosas claves de la historia de este país es la superficialidad que ha impedido que nos conozcamos a fondo. Ahora vamos a tener una gran oportunidad de conocer aspectos de 50 años de guerra que no se conocen.

Aunque ahora vive alejado de la estridencia del mundo citadino, fueron muchos los kilómetros que caminó haciendo reportaje para cada una de sus crónicas alrededor de todo el país, su vehemencia acompañada de su hábito por la lectura han sido el motor que ha impulsado sus trabajos: “Escribir es muy difícil, cada vez más difícil, hay que leer mucho, empezar de lo poco hacia lo grande. Es muy buen ejercicio empezar haciendo crónicas breves, uno desarrolla una  habilidad, un manejo de lenguaje, unas técnicas. Luego sí medírsele a un libro”, asevera mientras sus ojos pasan por un libro de su autoría, el último que queda en la librería.

A lo largo de tantos años de seguir en el ejercicio de la escritura, ha tenido muchos editores, entre ellos Fernando Garavito, quien para Pedro Claver Téllez fue el mejor que tuvo.

¿Cuál es el papel del editor en la crónica?

El editor tiene que ser como un gran capitán de un barco. ¿Por qué? Porque tiene que estar muy bien preparado  para saber lo que publica. Un editor que no sea un veterano, estudioso, que no se haya quemado las pestañas, difícilmente es buen editor. Yo por ejemplo tuve un editor que se llamaba Fernando Garavito y creo que es el mejor editor que he conocido, porque él cogía el tema de uno, y lo analizaba parte por parte y a veces decía “repita todo”. Entonces, eso que parece cruel, es necesario; uno tiene que aprender a desechar cosas cuando escribe. Uno tiene la tendencia a lo fácil, pero la escritura es difícil y tiene que ser uno un verraco para medírsele a un tema.

¿Se puede hablar de crónica colombiana, argentina, o solo se debe hablar de crónica en general?

Yo creo que la crónica asume intensamente el país donde se desarrolla. Por ejemplo, las mejores crónicas que se están haciendo en este momento en Latinoamérica  son parte del conflicto que se vive en la frontera de Estados Unidos y México. Esa frontera ha dado lugar a una mina terrible de crónicas de muerte de mujeres, niños, una violencia tenaz. A nosotros nos hace falta hacer crónicas de las ciudades; sus rincones secretos, las ciudadelas, esas crónicas que van definiendo a una ciudad.

El tiempo sigue avanzando, pero Claver Téllez se siente en casa, nada más ameno para un hombre que ha vivido de escribir que estar rodeado de libros, con personas que lo escuchan y a las que escucha. Después de firmar unos cuantos ejemplares de su último libro, cuenta qué le ha dejado la crónica después de tantos años. Mientras baja con su mano derecha una copa de vino.

“La crónica me ha enriquecido, yo tengo a Colombia metida en el alma, y escribiendo he aprendido mucho, yo nunca fui buen estudiante, yo era un tipo mal estudiante pero me gustaba mucho leer, y es a la lectura a la que le debo todo, yo no me acuerdo de ningún profesor que haya influenciado en mí, en cambio de los libros si me acuerdo. La gran universidad está en los libros y hay que leerlos con amor, con cariño y la mejor manera de aprender a escribir es saber leer”.

 

Jhonwi Hurtado

Fotografía: Diego Valencia Gómez

Acerca del autor: John William Hurtado Marín (Jhonwi Hurtado), nació en Santa Rosa de Cabal (Risaralda), tiene 25 años de edad. Es estudiante de Licenciatura en Comunicación e Informática Educativas de la U.T.P (Universidad Tecnológica de Pereira), en el momento cursa octavo semestre, ha colaborado con diferentes medios del eje cafetero, entre ellos: Diario del Otún y el periódico La Tarde. También ha publicado en algunas ocasiones en El Espectador. Hace parte del colectivo “Enfokados” (Radio-prensa-TV). Sus trabajos periodísticos se mueven entre el periodismo deportivo y el periodismo cultural. Actualmente es el director del portal periodístico Tras la cola de la rata.

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