Opinión

Diarios de viaje (1): El comienzo

María Jimena Padilla Berrío

07/05/2015 - 05:50

 

Todo comenzó con la decomisada de un bloqueador solar bastante costoso y un desodorante en aerosol, ambos recién comprados. Hice la advertencia de que eso no lo podían llevar en el equipaje de mano, pero como yo “nunca hablo en serio”, como que no me creyeron. Para cuando quisimos darnos cuenta de que en realidad hablaba en serio ya era tarde, los de la aduana ya habían hecho de las suyas.

Bueno, para ser honestos, en realidad allí no comenzaron las cosas, empezaron como tres meses antes cuando armamos viaje dizque para Perú, aunque en el camino se tergiversó un poquitico la cosa, tanto así que, en vez de agarrar para el sur, terminamos hacia el norte: y comenzó el viacrucis…

“10 dólar a cada una”, nos dijo el del taxi, por llevarnos desde el aeropuerto a un lugar que, después de hacer el recorrido, era una carrera de unos 20 mil pesos en Medellín, pero bueno, por ahí dicen que primero se acaba el helecho que el marrano, y efectivamente, no vimos helecho por ninguna parte, en vez de ello tres marranas indefensas, creyéndose muy dignas.

Llegamos a nuestro hotel de lujo, y mientras nos reíamos de nuestra realidad, mi cabeza empezaba a escribir la historia de lo que se avecinaba. La recepción, que parecía más un antro de mala muerte, no tenía absolutamente nada que ver con la foto que nos habían mostrado, y a decir verdad, no era muy consecuente con el precio tampoco.

Nos atendió una muchacha que aún no logro entender si tenía retraso mental o sufría de pereza crónica, a la larga, tampoco tenía cara de ser muy normal, aunque encajaba perfectamente con el lugar. Sentí un leve alivio cuando apareció un señor y le dijo a mi amiga, la dueña de la reserva, que los datos estaban incompletos y no había podido hacer el cobro, en pocas palabras, la reserva no se había concretado.

Nos miramos las tres, como con cara de “larguémonos”, aunque nuestra faceta sensata, a las 5 de la tarde en un país desconocido, ad portas de un festivo, gritaba desde adentro que debíamos quedarnos, así no nos cuadrara la cosa. Al final, después de unos cinco minutos de reparar y reparar el lugar, tomamos el impulso que faltaba y pagamos. El consuelo que nos quedaba era que el sector, al menos, era decente.

Subimos a la habitación y ya por lo menos el panorama cambiaba. De puertas hacia adentro la cosa se ponía más decente, ya no estaba tan terrible después de todo, no tenía la cara de antro de la recepción, y la imagen de la muchacha con presunto retraso mental ya no nos mortificaba, estaba fuera del alcance de nuestra vista.

El aire acondicionado, del cual tenía mis serias dudas, contra todos los pronósticos, prendió. Después de unos minutos de reposo, con los estragos del hambre, con el sinsabor de los “10 dólar por cada una”, emprendimos la travesía… Busquemos algo de comer y reconozcamos la zona.

Un mall, el más cercano, al pie de la estación del metro, era lo único que nos acompañaba en aquel momento. De entrada, recién llegadas y pagando los altos costos de las primiparadas, no le prestamos mucha atención al “no sé”, el que nos contestó la muchacha con presunto retraso mental cuando le preguntamos por sitios de interés, y el que después replicó el celador del mal, pero eso lo entenderíamos poco a poco... quedaban cinco días todavía…

 

María Jimena Padilla

@MaJiPaBe 

Sobre el autor

María Jimena Padilla Berrío

María Jimena Padilla Berrío

Palabras Rodantes

Economista de la Universidad Nacional de Colombia, cuasiabogada de la Universidad de Antioquia. Soñadora incorregible, aventurera innata, errante. Guajira de cuna, crianza y corazón, ama su cultura como al coctel de camarón. Investigadora, melómana, cinéfila y bibliófila. Su mayor placer es deslizar un lápiz sobre un papel.

@MaJiPaBe

3 Comentarios


Isabela Campos 07-05-2015 10:12 AM

Ay... esos viajes que empiezan de manera catastrófica. Esperando el segundo episodio!

Moraima Ricaurte 07-05-2015 11:24 PM

Lo bueno de los viajes es que siempre deben tener una historia que contar, una anecdota, un "chasco" , algo que haga que necesariamente siempre que lo recordemos se nos escape mas de una carcajada, esa es la intención. Ya me imagino el Desafio que te toco vivir! jajaja

Dalia 08-05-2016 10:14 PM

Jajajajajajaja espectscular. .. Que travesia

Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

El pedante y los demás

El pedante y los demás

Siempre he pensado que el ministro de defensa es un pedante. No me gusta el tono como habla. La prepotencia mal contenida de sus juicio...

Don Pantaleón

Don Pantaleón

  Don Pantaleón Peñaloza fue un tipo tranquilo, nacido en un hogar humilde, creció como todos los muchachos de su época haciendo ...

Editorial: En Mayo no hay desmayo

Editorial: En Mayo no hay desmayo

Tras la catarsis del mes de abril y la exuberancia del Festival, la ciudad de Valledupar vuelve a conocer la calma. Las plazas y los es...

Cultura de globalización vs cultura popular

Cultura de globalización vs cultura popular

Hace unos años, treinta y algo, me quejaba por la asfixia que la música de acordeón ocasionaba a las demás manifestaciones folcl...

Julio Erazo: un juglar de los grandes

Julio Erazo: un juglar de los grandes

Son muchos los juglares y juglaresas de nuestro folclor y de la música colombiana a los que les debemos reconocimiento y admiración, ...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados