Literatura

Miranda

Berta Lucía Estrada

23/07/2015 - 06:10

 

Tú la avispa y yo la rosa;
Tú el mar, yo la escollera;
En la creciente radiosa
Tú el Fénix, yo la hoguera.
Tú el Narciso y yo la fuente,
En mis ojos tú brillando;
Tú el río y yo el puente;
Yo la onda en mí nadando.
Y tú el sol y la sal
Y en los labios el caudal
Del rumor meciendo el juego.
Yo el pájaro y el cielo
Azul cruzando su vuelo,
Como el alma atiza el fuego.

Erótico

Marguerite Yourcenar

 

Miranda, la de caminar etéreo. Miranda, la de ojos color ámbar y piel de porcelana. Miranda, la de la boca sensual. Miranda nuestra compañera. Por su nombre César hubiese podido caer rendido a sus pies, pero Miranda amaba a las mujeres. Vivía con una pintora de reconocido prestigio nacional. Y aunque no se ufanaba de su condición homosexual, tampoco la escondía. Miranda no necesitaba estar en el clóset. Tenía claro que cada individuo era libre de optar por la sexualidad con la cual se sintiese más a gusto; siempre y cuando su opción no afectara a un tercero. Miranda era respetuosa, y discreta en cuanto a su vida íntima se refiere. Lo que verdaderamente contaba para nosotros era su compañía y sus comentarios lúcidos frente a un obra determinada. Las intuiciones literarias que podía tener frente a un texto poético o narrativo siempre enriquecieron al grupo. Tenía una aguda frente a la literatura. Sus comentarios tocaban fibras muy hondas. En lo que a mí respecta, siempre quedaba impactada de la percepción literaria que solía tener ante la lectura. Miranda comprendía situaciones que yo no alcanzaba a dilucidar.

Miranda también era escritora, aún lo sigue siendo. Para ella escribir es lo mismo que respirar. Alguna vez me dijo que cada vez que terminaba un libro, se sentía liberada de la presión, libre de los fantasmas que la habían acosado en las noches, libre de los personajes que habían invadido su intimidad. Después de cada libro quedaba exhausta. Como si una aplanadora le hubiese pasado por encima. Así que se tomaba un merecido descanso, pero pocos días después se sentía huérfana. Decía que los libros eran como los hijos. -Cuando crecen hay que dejarlos partir. Ya dejan de pertenecernos. Se deben desenvolver solos en la vida. Emprenden una aventura en la cual no podremos ayudarles. No obstante, dejan un vacío en nuestra existencia enorme, así que para enfrentar su ausencia me siento nuevamente ante el computador y emprendo otro proyecto. No todos conocen la luz. Son más los abortados o los olvidados en algún cajón de mi escritorio, que aquellos que pasan la prueba de mi autocrítica -concluía-.

Las novelas y cuentos de Miranda logran transmitir emociones muy fuertes, bien definidas. Pero lo más importante es que dicen sólo lo esencial. Alguna vez se lo hice saber, por lo que me contestó que siempre tenía presente el lenguaje de Juan Rulfo. -Simple, llano, sin rebuscamientos innecesarios, las palabras justas en el momento justo, como el lenguaje de los campesinos. No hay que ser alambicado al escribir -insistía-.

Miranda y Betsabé eran muy unidas. Cada vez que tocaba preparar una exposición en grupo, uno podía estar seguro que ellas trabajarían el mismo tema. Se entendían muy bien en el plano literario. Sus ensayos y exposiciones tenían la impronta de su rigor intelectual. Betsabé se había dedicado, casi que por entero, al estudio del neobarroco, y Miranda a la obra poética de Jorge Luis Borges. Pero cuando se trataba de un trabajo conjunto sabían encontrar las aristas intelectuales que las unían. César rara vez trabajaba con ellas, pero si permanecía mucho tiempo con las dos. Con el tiempo se convirtieron en un trío inseparable. Betsabé sabía que Miranda no estaba interesada en César y él no se sentía acosado por ella. Por el contrario, Miranda les transmitía una sensación de seguridad y de tranquilidad que no siempre encontraban en el resto del grupo. Eran las únicas personas con las que Miranda compartía su intimidad. Ninguna de nosotras conoció nunca su apartamento, a excepción de ellos dos. Eva, la compañera de Miranda, los aceptó fácilmente, así que pasaron juntos muchas noches en torno a una botella de ron, escuchando música y hablando de arte y de literatura.

Fue en una noche de farra que se les ocurrió abrir una librería, donde Eva pudiese exponer sus obras, sin tener necesidad de pasar por el circuito cerrado de los galeristas de la ciudad. Betsabé y César no quisieron formar parte del proyecto, pero ellas siguieron adelante con la idea. Buscaron una casa que sirviese de vivienda, con una habitación espaciosa e inundada de luz para el taller de Eva, otra habitación para la biblioteca de Miranda, un local lo suficientemente amplio para ser adecuado como galería permanente y otro como librería. Fue así como nació Virginia, libros y pintura. En honor a Virginia Woolf y a su hermana, Vanessa por supuesto. El día de la inauguración nos invitaron a todos. Fue así como conocimos a Eva. A partir de ese momento la librería se convirtió en nuestro lugar de encuentro, lo que les dio la idea de adecuar el patio de la casa como un pequeño restaurante. En él, se programaban lanzamientos de libros, lecturas de poesía y tertulias literarias; que con el tiempo se consagraron en gran parte al estudio y análisis de obras escritas por mujeres o por autores homosexuales. Una de las primeras charlas fue sobre Walt Whitman. Confieso que Hojas de Hierba siempre me ha sumido en un estado de deleite, que no logro con todos los poetas. Por supuesto que la primera tertulia fue sobre Virginia Woolf, la lectura del Orlando había abierto una esclusa desconocida para todas nosotras. Luego vendrían Las Olas, Al Faro, La Señora Dalloway y por supuesto Una habitación propia. Este último libro fue como una revelación. Si antes sentíamos la vocación de escribir, después de ese libro hacerlo era una obligación. Virginia Woolf nos hizo comprender muchos aspectos de la creación literaria y del oficio de escritor. De ella aprendimos que los fantasmas y las pesadillas también pueden encontrar un remanso en la creación literaria. Ella nos enseñó a buscar el cauce adecuado. Al mismo tiempo que desnuda la condición de la mujer al tocar fibras muy profundas de nuestra propia psiquis.

La librería se convirtió en un lugar cada vez más visitado y ellas encontraron una fuente de ingresos permanente. Al mismo tiempo que podían compaginar el ejercicio libre de su profesión con el placer que la actividad artística le da a quienes han hecho de ella el centro de sus vidas. Miranda y Eva terminarían separándose como pareja, pero siguieron con la librería y la galería. Allí nos seguiríamos encontrando de vez en cuando, no sólo nosotras tres, sino con Saskia y Teodora, las otras integrantes del grupo; y últimamente con Laura, quien poco a poco se reintegra al grupo.

Miranda también estará presente hoy. Me lo confirmó hace dos días, cuando me llamó por teléfono para contarme que acababa de ver en el noticiero que Stroessner había muerto en su cama de puro viejo. Como le pasó a José Vicente Gómez, a Rojas Pinilla, a Franco, como le va a pasar a Pinochet, como le va a pasar a tanto genocida que hay en este país. Mientras que Fernanda y César, como tantos otros latinoamericanos, han tenido que pagar sus convicciones profundas del respeto de los Derechos Humanos con el exilio. Y a pesar del archivo del horror, encontrado en 1992 en las afueras de Asunción, y donde reposa toda la maquinaria de tortura de las dictaduras del cono sur, Stroessner, cuya preparación intelectual no iba más allá de la única lectura que había hecho en su vida Las aventuras de Tom Sawyer, vivía en una casa de campo en Brasil mirando películas de dibujos animados, protegido por no sé cuantos guardaespaldas. Ya sabes que el Brasil se negó siempre a aceptar el pedido de extradición del gobierno paraguayo. Y lo que es peor, la prensa lo convirtió en una víctima al decir que al momento de su muerte sólo pesaba cuarenta y cinco kilos. Fue lo que más rabia me dio. Afortunadamente, ayer leí que van a exhumar el cadáver de García Lorca, en ese trabajo de titanes que han emprendido los españoles por la recuperación de la memoria de la Guerra Civil. Todo parece indicar que no sólo lo habrían matado porque su padre era republicano, sino para llevar a cabo una venganza por un oscuro litigio de tierras; pero además, los que llevaron a cabo el execrable delito, habrían declarado varias veces que lo habían matado por maricón. Parece ser que el crimen se llevó a cabo parodiando el de Eduardo II, el marido de La Loba de Francia; aunque es de suponer que los asesinos no conocían la existencia de ese rey inglés, ni mucho menos la forma como había sido asesinado. Ya ves el curso de la historia, los tiranozuelos asesinan, dejan detrás de sí la tierra arrasada, pretenden arrancar lo que ellos denominan maleza; pero la historia tiene rostro de mujer, ella se encarga de buscar a los hijos perdidos y devolver su memoria, así tenga que escarbar con las uñas y con los dedos llenos de heridas purulentas. Me alegro por el pueblo español. Esperemos que nosotros también podamos algún día conocer los crímenes de guerra cometidos en este país y así poder exorcisar el dolor que llevamos dentro.

 

Berta Lucía Estrada

bertalucia@gmail.com

Acerca de esta publicación: El relato “Miranda” es el sexto capítulo de de la obra “Féminas o el dulce aroma de las feromonas” publicada por la escritora y columnista Berta Lucía Estrada, y ofrecida por entregas en PanoramaCultural.com.co.

Sobre el autor

Berta Lucía Estrada

Berta Lucía Estrada

Fractales

Berta Lucía Estrada Estrada (Manizales). Estudios: Literatura en la Pontificia Universidad Javeriana, una Maestría y un Diploma de Estudios Profundos (DEA) en literatura, en la Universidad de la Sorbona (París- Francia), una Especialización en Docencia Universitaria en la Universidad de Caldas, un Diplomado en Historia y Crítica del arte del Siglo XX y un Diplomado en Cultura Latinoamericana. Soy librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad. He publicado nueve libros, entre ellos La ruta del espejo, poesía, Editions du Cygne (Francia-2012), en edición bilingüe, Náufraga Perpetua, ensayo poético, Ediciones Embalaje-Museo Rayo, 2012, ¡Cuidado! Escritoras a la vista..., ensayo literario sobre la mal llamada literatura de género; y el ensayo sobre literatura infantil y juvenil ... de ninfas, hadas, gnomos y otros seres fantásticos. Docente universitaria en las áreas de lengua francesa, literatura hispanoamericana y francófona en la Universidad de Caldas; conferencista internacional y profesora invitada en universidades de Brasil y Panamá. He dado recitales de poesía en Colombia, Brasil, Francia, Panamá, Polonia y Alemania. Soy integrante de Ia Asociación Canadiense de Hispanistas y del Registro Creativo, éste último fundado por la poeta argentino-canadiense Nela Río.

Premios literarios:

Primer Premio Nacional de Poesía 2011 Meira del Mar, realizado por el Encuentro de Mujeres Poetas de Antioquia, con el libro "Endechas del Último Funámbulo", basado en la vida y obra de Malcolm Lowry.
Premio Especial, fuera de concurso, Ediciones Embalaje del Museo Rayo-2010, con el ensayo poético "Náufraga Perpetua".
2o puesto en el Concurso Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos Reyes-2011.
4o lugar en el XXVII Concurso Nacional de Poesía Ediciones Embalaje-Museo Rayo 2011.

Blog El Hilo de Ariadna, en www.elespectador.com
http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/
Blog personal: Voces del Silencio:
http://beluesfeminas.blogspot.com
*Correo electrónico: bertalucia@gmail.com

1 Comentarios


Berta Lucia Estrada 23-07-2015 07:26 AM

Corrijo: Tenía una mente aguda frente a la literatura. Berta Lucía Estrada

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