Literatura

Gabriela Mistral, un nombre en el que Chile se hace verso nuestroamericano

Daniela Saidman

10/01/2024 - 01:25

 

Gabriela Mistral, un nombre en el que Chile se hace verso nuestroamericano
La poeta chilena Gabriela Mistral

 

** La poeta y docente fue la primera mujer de habla castellana en recibir el Premio Nobel de Literatura en 1945 por “su poesía lírica que, inspirada por poderosas emociones, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano”.

Chile tiene grandes voces que lo nombran y sus ecos se extienden desde el sur más lejano hasta el desierto, allá en el norte. A lo mejor esa extraña manera de vivir entre la Cordillera y el mar, como habitando entre dos inmensidades, ha hecho posible que ciertas voces hayan aprendido a levantar vuelo, tal vez para conversar con las estrellas.

Neruda, Allende, Violeta y Gabriela, son algunos de los nombres de ese sur mineral que cantaba el argentino César Isella en Canción con todos, aquel poema de Armando Tejada Gómez que describe el transitar largo de esta América Nuestra.

“Sol de Alto Perú, / rostro, Bolivia, estaño y soledad, / un verde Brasil, / besa mi Chile, cobre y mineral; / subo desde el sur / hacia la entraña América y total, / pura raíz de un grito / destinado a crecer y a estallar”. ¿Y es que acaso no estalló la voz inmensa de Gabriela Mistral? ¿Acaso no supo ella ser verso de esta tierra en la que caben todos los sueños?

Gabriela, la de Chile, la primera mujer latinoamericana en recibir el Nobel de Literatura, eligió su nombre cuando presentó en 1914 su poemario Sonetos de la muerte, en los Juegos Florales que se habían organizado por aquel año, y que por cierto ganó. El seudónimo rendía tributo al italiano Gabriele D’Annunzio y al francés Frédéric Mistral, dos escritores que ella admiraba desde la juventud.

Así, Lucila Godoy Alcayaga (Vicuña, 7 de abril de 1889 - Nueva York, 10 de enero de 1957) quedó para siempre en sus versos como Gabriela Mistral, la Gabriela de Chile, la que supo quedarse para siempre prendida a su oficio de poeta, de educadora para la libertad, de feminista adelantada a su tiempo.

Su poesía está colmada de los paisajes de su infancia y de los olores de la tierra. Se dedicó a la docencia cuando en 1904 comenzó a trabajar como profesora ayudante en una escuelita en La Serena y por esos años empezó a mandar colaboraciones al diario El Coquimbo, y luego a La Voz de Elqui.

Aunque las estrecheces económicas no le permitieron estudiar para maestra, en 1910 convalidó sus conocimientos ante la Escuela Normal № 1 de Santiago, donde obtuvo el título oficial de profesora de Estado, lo que le permitió ejercer la docencia en el nivel secundario. Y es que Gabriela tuvo una larga y rica formación autodidacta.

Su experiencia como maestra en distintos pueblos de Chile dejó una honda mirada que imprimió en sus palabras, desde los versos hasta en los artículos en que reflexionaba sobre la mujer y la educación.

En 1922 el Instituto de las Américas de Nueva York publicó su primer libro, Desolación. Sus versos a diferencia del modernismo aristocratizante de aquellos años, sabían bien de la textura de la geografía americana.

Ese mismo año fue invitada a México a colaborar con la reforma educativa de ese país. A partir de ahí Gabriela inició una vida errante que la llevó primero a Estados Unidos y luego a Europa en un largo viaje en el que exorcizó sus dolores en la docencia y en la poesía, dictando conferencias en diversas universidades.

También realizó un periplo por América Latina. En 1931 estuvo en Puerto Rico. Y en Nicaragua, el general Augusto Sandino la nombró “Benemérita del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional”. Además, dio discursos en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, en Santo Domingo, en Cuba, y en otros países de América Central. Justamente la noticia de que había ganado el Nobel la recibió en 1945 en Petrópolis, ciudad brasileña donde desempeñaba la labor de cónsul desde 1941.

Gabriela Mistral fue designada por su país para ocupar cargos importantes en España, Portugal y Francia. Durante su ir y venir sintió cómo las raíces de su historia personal, ligadas profundamente a su país, fueron tejiendo una red que creció en la distancia.

A finales de 1945 regresó a Estados Unidos por cuarta vez, entonces como cónsul en Los Ángeles. Con el importe del premio, se compró una casa en Santa Bárbara. Y en 1953 fue nombrada cónsul en Nueva York.

Precisamente esa nostalgia que recuperó en la imagen honda de América se vio reflejada en sus libros Tala y Lagar, y luego en su gran Poema de Chile, publicado una década después de su muerte, en el que trabajó como una orfebre de la palabra durante los últimos años de su vida.

Ella, que enseñó a ser libre y amar en sus versos, se quedó sembrada en el paisaje austral de su infancia, donde estipuló en su testamento que se donara el dinero producido por la venta de sus libros. La poeta quiso así quedarse en los niños del valle del Elqui, donde está el recuerdo de su infancia.

Gabriela Mistral, la poeta chilena, es memoria encendida de la palabra que nombra a esta América que empieza allá en México y se extiende en su largo transitar por la esperanza, hasta el sur de La Patagonia.

 

Daniela Saidman

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Sobre el autor

Daniela Saidman

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Voces del Sur

Daniela Saidman. Periodista y escritora, publicó en 2002 el poemario titulado “XXXI Hojas de Otoño” y, en 2007, “América y otros cafés” (poesía) con la Editorial El Perro y La Rana de Venezuela. Su libro “Voces del Sur” -que recoge reseñas sobre libros y escritores- fue publicado por Fundarte en 2015.

Participó en las antologías Amanecieron de bala, panorama actual de la joven poesía venezolana, El Corazón de Venezuela, Patria y Poesía, y Antología Poética a Bolívar.

Además es articulista de opinión en medios impresos y digitales venezolanos y latinoamericanos. Ganadora del Premio Aníbal Nazoa en 2010 por sus trabajos de opinión en Todos Adentro y jurado del mismo premio en 2011, actividad que organiza el Movimiento Periodismo Necesario.

Su columna “Voces del sur” en PanoramaCultural.com.co es un espacio donde convergen las voces que desde el sur construyen, con la palabra necesaria, la libertad. El sur en este sentido, es mucho más que el mero punto cardinal, es una región de militancia con la ternura que le pone alas a la esperanza cierta de volar.

@DanielaSaidman

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