Opinión

La propaganda puede más que la razón

Diógenes Armando Pino Ávila

11/12/2015 - 06:40

 

Gustavo Petro Dio muy buenos resultados la despiadada campaña mediática en contra de Gustavo Petro, y fue eficaz la abominable propaganda política en contra del gobierno de Maduro. ¿Qué hay en común en las dos campañas? ¿Qué hay diferente en los dos casos? Estos dos interrogantes vienen siendo tratados desde diferentes puntos de vistas en las redes sociales y cada posición lleva una impronta ideológica y de clase que no es difícil diferenciar.

El caso Petro es diciente, pues él como mandatario de la capital colombiana se dispuso a abrirles espacios sociales a los desprotegidos y en su programa “Bogotá humana” propuso cambios sustanciales al concepto de ciudad que había imperado en Bogotá y en  casi todas las ciudades del país. Implantó un nuevo sistema de recolección de basuras y para ello tuvo que destronar a personas muy influyentes y poderosas, que amasaban fortuna con el manejo de los desechos de los bogotanos; y en su reemplazo incluyó a los recicladores, esos que en el sistema anterior realizaban un trabajo gratuito que era cobrado por los dueños del negocio.

Intentó salvar los humedales y cerros tutelares de Bogotá, que amenazados por el crecimiento desbordado de la urbe sucumbían ante el concreto; y planteo la concentración urbana de optimizar el uso del suelo autorizando la construcción horizontal. Impuso la construcción de vivienda de interés social en los sectores exclusivos de Bogotá como parte del proyecto de inclusión que cerrara la brecha de la desigualdad y permitiera que los pobres vivieran cerca de sus sitios de trabajo.

Inició el saneamiento y el rescate financiero y administrativo de los hospitales comatosos de la capital, edificó sedes para universidades en los más populosos barrios bogotanos buscando brindar educación profesional a los hijos de los trabajadores y personas de bajos recursos en general, convencido, en su política, que solo con la educación es posible conseguir la paz. La clase política capitalina incluyendo a los ministros de vivienda y el propio vicepresidente se le atravesaron en el camino, lo mismo hizo el señor Procurador General de la nación que hizo enormes esfuerzos por destituirlo, teniéndolo fuera del cargo por unos meses.

Con Maduro la cosa fue parecida, la derecha venezolana aliada con la derecha latinoamericana y el apoyo descarado de los gringos, socavaron la credibilidad que las políticas del desaparecido Hugo Chávez había dejado como legado, las 750.000 viviendas gratuitas entregadas a los pobres, el sistema de salud novedoso de atención tipo Cuba, la gratuidad en la educación por solo mencionar algunas, fueron ferozmente atacadas por esa derecha huérfana de poder, que vio en las salidas en falso de Maduro y Diosdado Cabello, la oportunidad de oro para hacer la monstruosa campaña mediática en contra del gobierno bolivariano.

En ambos casos la fuerza de la propaganda se impuso ante el uso de la razón y el pueblo raso que era el beneficiario de éstas políticas terminó creyéndose el cuento propagandístico que les vendían los poderosos, los que siempre habían ostentado el poder, y creyeron a pie juntillas que todo lo que hacían los dos mandatarios era nefasto para sus pueblos y que la ciudad y el país estaban ad portas de la debacle. La fuerza de la propaganda pudo más que las obras y programas en favor de los desvalidos, demostrándose con esto que no es fácil arrebatarles el poder a quienes históricamente medran de los presupuestos y bienes del estado.

Quedó demostrado que las obras y los programas sociales dirigidos al pueblo, por muy bien intencionados que sean, no son la garantía para convencer a las masas sobre la necesidad de defender al gobierno que los beneficia. Está demostrado que el pueblo tiene una conciencia amnésica que hace juego con la anémica moral de los políticos de siempre, que compran a su electorado. Está demostrado que los apremios y la urgencia del día a día distorsiona las prioridades y hace creer al elector que es mejor solucionar el día de hoy, con los cincuenta mil pesos con que le compran el voto, que las obras y programas que le beneficiarán por un largo periodo.

Sólo la educación y únicamente la educación hará posible la toma de conciencia del pueblo, por eso es que se la niegan o se la brindan en forma deficiente.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

@Tagoto

2 Comentarios


Jairo Tapia Tietjen 13-12-2015 09:25 AM

Lectores amigos: Con mis mejores deseos navideños, hago una apreciación : El poder prostituye y degrada hasta niveles irracionales; la libertad se damnifica cuando los Medios se hunden en los lupanares de las medias-verdades siempre interesadas conque es atacada la credibilidad colectiva . El poder político avasallado por el poder real del dinero, corre la moral y ensueños que sobreviven en todo ciudadano. ¡BON SORT!!

Jairo Tapia Tietjen 13-12-2015 09:29 AM

+ penúltima línea, léase: "corroe la moral..." Felicito a nuestro compatriota y vecino columnista por su valiosa posición y aclaración necesaria sobre lo que realmente ha ocurrido en estos últimos cruciales meses 2015, donde el horror de las mentiras sobreponen su voluntad y tuercen el sentir popular, el cual a los pocos días despierta de la propaganda y promesas melosas, para empezar, como lo están haciendo las centrales sindicales en Argentna y Venezuela. Feliz Navidad y ¡Bon Sort!!

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