Opinión
Construyendo un sueño
En esos 21 días hábiles de paro del Magisterio colombiano que acaba de terminar y del que los líderes sindicales, maestros en general, padres de familia y estudiantes sacarán sus propias conclusiones, pienso como educador y como persona, que fue una jornada exitosa, donde se puso a prueba el temple y la unidad de los maestros.
Fue un espacio donde el magisterio recuperó su vocación de lucha y su inquebrantable decisión de exigir al gobernante, el mínimo de condiciones para que se dé una educación de calidad. Fue el escenario propicio para decirle al gobierno que la educación se debe pensar desde las aulas y no de las mullidas sillas de una oficina ministerial. Fue la oportunidad de oro para desnudar ante propios y extraños las deplorables condiciones de una educación que se supone hará de “Colombia la más educada.”
Al margen de toda esta discusión que en su momento harán los entendidos pienso que en la escuela de cada docente colombiano se debe empezar a construir un proyecto pedagógico a mediano y largo plazo, con unos objetivos claros sobre el tipo de ciudadanos que debemos formar y las condiciones donde se hace posible este tipo de alumnos.
Pienso que el quehacer pedagógico del profesor de Básica primaria, Secundaria y Media debe apuntar a una educación que provea más conocimientos y menos información, entendiendo por conocimientos los contenidos básicos que permitan que el educador encauce a sus discípulos por los senderos de la ciencia y el pensamiento, y que, este conocimiento permita el desarrollo de habilidades y destrezas que posibiliten la investigación, la experimentación y, sobre todo, la demostración de ese saber.
Lo anterior puesto en blanco y negro significaría que el estudiante “sepa, haga y sea” lo que traducido a cristiano sería: SABER, que el escolar conozca, identifique y determine sobre el tema tratado. HACER, capacitar al joven para que analice y exponga, es decir que ponga en práctica los conceptos aprendidos. SER, que ese adolescente reflexione, determine y sea capaz de deconstruir, construir, crear y recrear ese saber al punto de estar en capacidad de crear conceptos, métodos, procedimientos nuevos y creativos, es decir que tengan la osadía de ir más allá de lo que el maestro le dio.
Debemos formar un ciudadano responsable y un estudiante abierto al saber, capaz de cuestionar y formular preguntas sobre los interrogantes que la vida le plantee y que sea inquieto en la búsqueda de respuestas que satisfagan sus dudas, por ello apostaremos al énfasis sobre la consulta y la investigación, al uso de los libros como instrumento del saber y los medios digitales como herramientas que ayuden a fortalecer la búsqueda de información.
Para que este joven alcance este nivel se hace necesario reforzar la lectura y la capacidad crítica de ese lector por tanto es necesario prepararlos en cuanto a investigación y consulta se refiere, hay que reforzar las actitudes interpretativas y las destrezas escriturales que hagan de nuestros escolares personas que piensen, critiquen, opinen y manifiesten con libertad sus juicios de valor sobre las situaciones de las áreas del conocimiento y de la sociedad, como un entrenamiento para que al egresar de nuestras aulas sea un ciudadano con criterio propio que actúe autónomamente.
El niño y él joven debe recibir una educación acorde con la época, que le facilite el entendimiento de la sociedad que históricamente le ha tocado vivir, que le prepare para el futuro, bien sea en su desempeño laboral o en el camino de la universidad para su profesionalización, sin olvidar su formación como ciudadano respetuoso de la Ley y con conciencia de sus derechos y obligaciones.
Pero que ese ciudadano respetuoso de la Ley y con conciencia de derechos y obligaciones en verdad ejerza su deber ciudadano debe ser crítico, capaz de emitir sus propias opiniones y actuar en consecuencia a su pensamiento y a la Ley, de lo contrario seremos maestros fallidos confundiendo educación con domesticación formando ciudadanos inmersos en la mediocridad, masa amorfa sugestionable y manipulable, presa fácil de avivatos que hacen feria sobre la ignorancia y credulidad del pueblo.
Diógenes Armando Pino Ávila
@Tagoto
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
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