Literatura

El salvajismo institucionalizado en El sueño del celta de Mario Vargas Llosa

Venko Kanev

20/03/2018 - 06:20

 

 

Los vocablos “Salvaje”, “Salvajada”, “Salvajismo”, “Salvajería” implican varios contenidos. La primera acepción se refiere a la naturaleza, las plantas y los animales, pero también a los seres humanos, que existen lejos del hombre «civilizado». Civilizado entre comillas para dejar sentado de inmediato que la pretendida civilización comete actos de salvajismo extremo. Mario Vargas Llosa pone en tela de juicio las formas de llevar la «civilización» del hombre «blanco» a las demás razas y a otros sistemas sociales.

El sueño del celta [de Vargas Llosa, Alfaguara, 2010] se inserta en un debate inagotable al poner en entredicho la «civilización». El propio término de civilizaciones, sean nativas, autóctonas, africanas o indígenas americanas, desmiente lo salvaje. ¿Qué significa en realidad la civilización occidental que se opone a las demás conociendo las barbaridades que cometió y sigue cometiendo? ¿Qué resulta de la confrontación? La civilización occidental se exporta e impone a los pueblos africanos, americanos y árabes. Son muchas las voces que condenan la actuación del Occidente en el Medio Oriente dentro del proceso general de la globalización. Por otro lado, desde hace algunos decenios, el islamismo radical vuelve a sus intentos de imponer en algunas áreas sus conceptos de la religión y la organización de la sociedad.

La novela El sueño del celta mete el dedo en la llaga. Es una denuncia contundente del régimen colonial y neocolonial, de la explotación despiadada de los pueblos africanos e indígenas de América Latina. Lo original es que la discusión se traslada también al suelo europeo: la lucha de Irlanda por su independencia en la época de Casement, recreada en la novela. El autor dedica unas 130 páginas al Congo, otras 100 a Irlanda y 200 páginas a la Amazonía. Los relatos del Congo y de la Amazonía son más compactos, con reminiscencias del Congo en el relato del Perú. El relato de Irlanda está esparcido en toda la novela, ya que en el protagonista Roger Casement se produce una paulatina toma de conciencia.

Lo esencial de la novela es el salvajismo del colonizador europeo aliado con los caciques locales. Del salvajismo, el concepto clave, derivan otros como la tortura, la maldad, el sufrimiento, la desesperación, la aniquilación física y espiritual del hombre, su reducción a una condición infrahumana, animal, peor que la de los animales libres. Y si existe una explicación simple, el autor la pone en la boca de Casement: «[…] si había una sola palabra que fuera la raíz de todas las cosas horribles que ocurrían aquí, esa palabra era codicia» (93). «[…] una codicia que no conocía límites para el abuso y la crueldad» (345). Aquí está la razón del salvajismo «ilustrado» del hombre «blanco». La causa principal del salvajismo Mario Vargas Llosa la ve en el capitalismo.

Es oportuno citar en este punto su visión general sobre el mundo de ayer y de hoy que explica la aparición de esta novela a primera vista tardía. En la época actual la discusión mundial sobre el concepto de la democracia se hace cada vez más ardua. En una entrevista con Juan Jesús Armas Marcelo quien dirige la Cátedra Vargas Llosa de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, en ocasión de la atribución del título de Doctor honoris causa de la Universidad de Sofia San Clemente de Ojrid a Mario Vargas Llosa, el autor explica la sociedad actual en los términos siguientes:

“Todos los grandes pensadores liberales de la historia, empezando por Adam Smith siempre dijeron que el capitalismo es un sistema que crea riqueza, crea trabajo y trae progreso, pero que al mismo tiempo, despierta una codicia, una voluntad de acaparamiento que puede ser enormemente destructiva –autodestructiva– para una sociedad si no está contrarrestada por una vida cultural y espiritual muy rica. […] Es una realidad de nuestro tiempo e incluso de nuestros días. Nosotros hemos visto que el capitalismo crea una modernidad y un progreso extraordinario también crea una codicia que, por ejemplo, lleva a banqueros y a empresarios a destruir el sistema capitalista por la misma voluntad de acaparamiento y de acumulamiento de riquezas: esta es en gran parte la explicación de la crisis que viven hoy día los Estados Unidos y Europa. ¿Qué es lo que ha pasado? Lo que ha pasado es que se han desplomado enteramente los valores morales que todos los grandes pensadores liberales creyeron que eran absolutamente indispensables para contrarrestar, para, de alguna manera, sujetar los humanos dentro de ciertos cauces e impedir que saliera la bestia que llevamos dentro” [Vargas Llosa, Mario, Cartografías del amor y del poder, Sofía, Editorial Universitaria San Clement].

Esta bestia es el salvajismo del ser humano, pero dentro de una sociedad que permite su aparición, como lo señala M. Vargas Llosa.

El escenario donde apareció «la bestia» son las plantaciones caucheras en el Congo y en la Amazonía y en menor medida las cárceles inglesas con sus condiciones infrahumanas en los centros de la «civilización».

El Congo en la Amazonía y la Amazonía en el Congo

Roger Casement, personaje histórico (1 de septiembre de 1864 – 3 de agosto de 1916) es el protagonista. Diplomático inglés, merecedor de todos los honores del imperio, pero anticolonialista, es condenado a muerte y ejecutado porque lucha por la independencia de Irlanda. Para ello había buscado la ayuda de los alemanes que estaban en guerra con Inglaterra, lo que le valió la acusación de traidor. A causa de su condición de luchador por la libertad de Irlanda, es vilipendiado y además ultrajado por ser homosexual, otro motivo de marginación moral y social en la Gran Bretaña de principios del siglo XX.

Toda la novela cuestiona el concepto del colonialismo y el neocolonialismo, de la civilización llevada como un gran bien a los pueblos o a las «tribus de salvajes» (24). Muestra la distancia existente entre los ideales proclamados en los que cree ciegamente el joven Roger Casement y los intereses pecuniarios ocultos detrás de bellas palabras. Casement «[…] repetía convencido las ideas que impregnaban los textos». Tiene del comercio una idea muy difundida en el mundo occidental de la modernidad:

[…] era, más que una operación mercantil, una empresa a favor del progreso de pueblos detenidos en la prehistoria, sumidos en el canibalismo y la trata de esclavos. El comercio llevaba allá la religión, la moral, la fe, los valores de la Europa moderna, culta, libre y democrática un progreso que acabaría por transformar a los desdichados de las tribus en hombres y mujeres de nuestro tiempo (26).

[…] y sale para África, exaltado, como los «cruzados» (27). La hipocresía, la falsedad de los discursos y de los pregonados valores oficiales se revelan en el lugar de los hechos.

El sueño del celta es una novela histórica por su personaje y actual por los problemas. Se puede ver también como una biografía novelada de Roger Casement. Se desarrolla en dos ejes temáticos: la explotación inhumana de las tribus indígenas y la lucha por la libertad de Irlanda, y en tres espacios geográficos: Africa, la selva del Amazonas y Europa. La novela despierta múltiples reflexiones acerca de los valores auténticos y simulados, del papel del hombre «civilizado», de la introducción por la fuerza o la importación de fuera de lo que se autoproclama «civilización» superior. Estas páginas traen irremediablemente al lector a la actualidad incluso de Europa. El joven Casement admira a los grandes viajeros David Livingstone y Henry Morton Stanley que son para él la punta de lanza del progreso que lleva Europa a «los salvajes». Mario Vargas Llosa, como todo gran escritor, desmitifica estas figuras que fueron un ejemplo de varias generaciones. Stanley que dirige la expedición hace firmar a caciques y brujos contratos que los esclavizan. Al principio el joven Casement piensa que esta colonización es preferible a la llevada por españoles, franceses, ingleses a sangre y fuego. Pero, dos décadas más tarde, Roger Casement ya sabe «[…] que el héroe de su infancia y juventud era uno de los pícaros más inescrupulosos que había excretado el Occidente sobre el continente africano» (40).

Otra vez, a finales del siglo XIX y principios del XX resurge la polémica del siglo XVI, originada por el salvajismo institucionalizado, acerca de si los indios son seres humanos. Casement es el Bartolomé de Las Casas del siglo XIX y XX. Stanley justifica de la manera siguiente la colonización:

Vendrán misioneros que los sacarán del paganismo y les enseñarán que un cristiano no debe comerse al prójimo. Médicos que los vacunarán contra las epidemias y los curarán mejor que los hechiceros. Compañías que les darán trabajo. Escuelas donde aprenderán los idiomas civilizados. Donde les enseñarán a vestirse, a rezar al verdadero Dios, a hablar en cristiano y no en estos dialectos de monos que hablan. Poco a poco reemplazarán sus costumbres bárbaras por las de seres modernos e instruidos. Si supieran lo que hacemos por ellos, nos besarían los pies. Pero su estado mental está más cerca del cocodrilo y el hipopótamo que de usted y de mí. Por eso nosotros decidimos por ellos lo que les conviene […] (43).

Este párrafo resume toda la filosofía y la argumentación de la colonización de las «3 C»: cristianismo, civilización y comercio. La colonización del Congo que interesa al novelista se abre tras la conferencia de Berlín de las grandes potencias en 1885, sin la presencia de ningún congolés, que adjudica al rey belga Leopoldo II un territorio de más de 2 millones de kilómetros cuadrados y 20 millones de habitantes. Por indicación de Stanley, Leopoldo II reserva para la corona 250 mil kilómetros cuadrados. Así comienza el saqueo del Congo que diezmó su población, destruyó las culturas locales y causó un extremo sufrimiento a los nativos. La «misión civilizadora» resulta un embuste a pesar de que ciertas voces, aún hoy, afirman lo contrario.

 

Venko Kanev

Profesor y escritor 

Acerca de esta publicación: El artículo “El salvajismo institucionalizado en El sueño del celta de Mario Vargas Llosa” , escritor por Venko Kanev, consiste en un extracto del ensayo del mismo título publicado anteriormente en la revista de estudios académicos “América, cahiers du CRICCAL”.

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