Música y folclor

Cuando la música ayuda a la reinserción de la juventud: el caso del CROMI

Samny Sarabia

10/05/2018 - 06:50

 

 

En el 2016, un programa de iniciación musical llegó al Centro de Recepción y Observación del Menor Infractor (CROMI) por medio del Plan de Música para la Convivencia y la Reconciliación del Cesar (PMCRC) con el objetivo de ofrecer alternativas a los jóvenes internos en esa institución y principalmente, para cumplir con una labor de mediación entre los chicos y la sociedad.

En el proceso realizado durante ese año, los resultados fueron alentadores. Inicialmente, el programa estaba diseñado para cobijar a 15 jóvenes y adultos infractores en edades entre los 15 y 21 años de edad pero debido al beneplácito del público a formar, cinco más recibieron formación en percusión mayor (batería), armonía (guitarra) y música tradicional vallenata (acordeón). Luis Carlos Meza y Carolina de Ávila, dos jóvenes músicos oriundos de Valledupar fueron los encargados de implementar el programa que al día de hoy se mantiene.

Las clases se iniciaron con infractores ingresados al lugar por distintos motivos y ubicados en diferentes unidades: transitorios, preventivo y femenino. Al comienzo, las clases fueron fructíferas y consecutivas en los temas trabajados pero, pasados varios días se manifestó un fenómeno natural de la institución, el ausentismo de los practicantes, condicionado a factores inherentes al Centro como al estado de ánimo de los jóvenes: castigos, desinterés, salidas a recreación o audiencias, visitas de familiares, ICBF u otras entidades de protección y justicia, reuniones con directivas, psicólogos o formadores, cumplimiento de condena o proceso de investigación concluido, fugas o intento de fuga, etc.

Sin duda, el fenómeno del ausentismo afectó el número de los estudiantes en las actividades del taller; así que para mantener el programa se decidió involucrar a otros jóvenes con interés en participar activamente en las clases, lo cual implicó retrasar el engranaje de los temas, y adaptarse constantemente a los nuevos integrantes del grupo. Sin embargo, los resultados académicos fueron satisfactorios; el taller previsto para realizarse en cuatro meses fue extendido a seis. La clausura fue una presentación de los jóvenes iniciados en un acto de graduación de bachiller de algunos de sus compañeros.

Para el 2018, el proceso comenzó en marzo con iniciación en batería y acordeón y se prevé finalizarlo en julio. Hoy, el programa cuenta con 15 estudiantes, a los cuales se les brindarán nociones básicas de armonía, ejercicios melódico-armónicos y percutidos, gramática y teoría musical lo mismo que fraseos rítmicos.

En batería, ejercicios de calentamiento 1 x 1 y 2 x 2, uso correcto de la muñeca, técnica del pie derecho para el bombo, algunos ritmos esenciales de la música caribeña y del rock, y en acordeón, escalas mayores, escalas cromáticas mano derecha y se les enseñará la interpretación de una canción del género vallenato que es el logro que se plantea para finalizar el proceso para este ciclo de cuatro meses.

*Harold es un valduparense de 19 años, internado hace 15 meses por porte ilegal de armas. En el CROMI descubrió su gusto por la batería, ha logrado conocerla y sentirla, ahora es uno de los más aplicados y puntuales en las clases. En dos meses, asegura que el proceso de iniciación musical le ha servido para resistir sus cargas y hacer más agradable la espera de salir nuevamente a la calle. Quiere aprovechar los cinco meses que le quedan en el Centro para seguir acercándose al instrumento y aprendiendo de su profesor.

“El proceso que estamos viviendo acá es muy importante. La institución nos ayuda a resocializarnos, la forma en la que traíamos antes la vida no es igual a la que llevamos ahora. Errores cometemos todos, nadie es perfecto. A veces por falta de orientación uno coge caminos equivocados pero uno reflexiona y toma nuevamente el rumbo correcto. Me gusta la dedicación que el profesor aporta al enseñarnos a nosotros, sabemos que no es fácil pero con la motivación de él y el esfuerzo que nosotros podamos hacer, sí se puede”, dice el joven.

Así como en el programa de iniciación musical, *Harold ha aprovechado su tiempo interno para ingresar a formaciones de ebanistería, confecciones, ensamble y mantenimiento. También ha realizado cursos con el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) en emprendimiento, empaque y embalaje, manipulación de alimentos, mercadeo y ventas; manifestando que además de las oportunidades que pueda ofrecer la sociedad a un joven de su edad, está el deseo de superación y de resarcir el daño que éste ha hecho a la misma. 

La música es un factor común en la vida del ser humano, incluso para aquellos que como *Harold han cometido errores o han dañado a otras personas. Muy difícilmente se podría imaginar una sociedad sin música, muchos lo han dicho, tal vez porque así es. Algunas personas la utilizan para hacer su viaje por el mundo más llevadero, para comunicarse, para trascender y otros, como en este caso, para liberar energía y encausarla a situaciones positivas.  Para los jóvenes internos del Cromi, la música ha sido una apuesta, un salvavidas que les ha proporcionado otras motivaciones, les ha ayudado a construir puentes de reconciliación con la sociedad y sobre todo, con ellos mismos.

 

Samny Sarabia

@SarabiaSamny 

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