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El Alcalde Motta Motta de Valledupar

Arnoldo Mestre Arzuaga

24/02/2012 - 12:35

 

GaitanCon la muerte del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán, el 9 de abril de 1948 y el posterior tiroteo ocurrido en el Congreso en septiembre de 1949, en el que murieron el representante Gustavo Jiménez y el ministro Jorge Soto, hecho este último que originó la clausura del Congreso; se recrudeció la violencia bipartidista, agudizando el conflicto interno y contribuyendo a la formación de las guerrillas liberales y comunistas.

El partido conservador se encontraba dividido entre los seguidores de Laureano Gómez y los seguidores de la familia Ospina, los Ospina no veían con buenos ojos lo que estaba haciendo Laureano y mucho menos con los poderes autoritarios que él estaba adquiriendo. Esto los  obligó  a buscar una alianza con el ejercito a través del General Rojas Pinilla, así el 13 de junio de 1953 Ospina apoya el golpe de Estado con la vocería de Bertha Hernández y los políticos Lucio Pabón Núñez y Gilberto Álzate Avendaño, por esto el ex presidente Darío Echandia calificó el golpe de Rojas como un “golpe de opinión”.

Si bien es cierto, Rojas ya posesionado, uno de sus lemas personales y de su gobierno fue la pacificación del país, lo que logró en gran parte, también tuvo aciertos al nombrar algunos de sus colaboradores. Específicamente haremos referencia a uno en especial que concierne al tema que vamos a tratar y fue la designación como gobernador del Departamento del Magdalena Grande al coronel Rafael Hernández Pardo, ingeniero civil del ejército nacional. Desde su posesión demostró para qué lo nombraron y lo progresista de su mandato. Le apostó al turismo y el presidente de la Republica General Rojas Pinilla le dio su apoyo para iniciar la construcción en la bahía Tamacá (antiguo nombre de El Rodadero). Del ambicioso proyecto hotelero Tamacá, la obra se inicia en 1954 con la construcción de la carretera por el cerro Ziruma.

Para esa misma época el gobernador Hernández Pardo  nombró como alcalde militar de la ciudad de Valledupar al Capitán Miguel Motta Motta, personaje singular que gobernó la ciudad por un periodo de un año.

El Valledupar de entonces era un remanso de paz, y fue interrumpido por algunos brotes de violencia ocasionados por personas que llegaron de otros departamentos y aquí saldaban sus cuentas pendientes. El cultivo de algodón empezaba a extenderse en tal modo que llegó mucha mano de obra de otras partes. El dinero producto de las buenas cosechas empezaba a circular y que sin nadie lo pudiera evitar, la ciudad en un Santiamén se llenó de prostitutas, homosexuales, rateros, jugadores de la pimientica con sus respectivos calanchines, expertos en el paquete chileno, la lotería ganada y no poderla cobrar, la burundanga, en fin todos los delincuentes de baja estofa encontraron en esta ciudad el lugar propicio para sus fechorías.

Arnoldo MestreMotta Motta a los pocos días de estar ejerciendo su cargo le demostró a los Vallenatos a qué vino. Su primer decreto fue que todos los vehículos particulares serian requeridos cuando el municipio los necesitara, esa misma noche mandó soldados a buscarlos para hacer un patrullaje por la ciudad, algunas personas prestantes mostraron resistencia a la orden, como fue el caso del doctor Leonardo Maya Brujes (q.e.p.d.); pero al regresar los soldados sin el vehículo, el alcalde Motta Motta airado, de nuevo ordenó: –me traen el vehículo porque el municipio lo requiere y si el propietario se niega también me lo traen de chofer. La misma escena se repitió con un volteo del doctor Pedro Castro Monsalvo  (q,e.p.d.) la orden fue tajante: –si se opone, lo montan y también lo traen para que tire pala cargándolo.

A los delincuentes les fue peor: cuando los capturaba, los rapaba,  los paseaba por toda la ciudad y los hacía gritar porque los habían capturado, si era ratero el tipo tenía que ir gritando “yo soy ratero conózcanme”; si era prostituta tenía que hacer lo mismo, cada delincuente pregonaba lo que había hecho.

Pero este hombre, terror de los delincuentes, fue increpado por Cabirol, personaje muy conocido en esa época por su forma de hablar y de vestir.

Los cultivadores del algodón empezaban a tener problemas con el picudo; un insecto que causa muchos daños en los capullos, flores y mamones del algodonero.

Cabirol, después de estar por más de tres días detenido por fumar marijuana, desesperado le exigía al guarda que le llamara a Motta Motta, que él necesitaba hablarle. Fue tanta la insistencia que el guarda le informó al Capitán: “señor alcalde un prisionero desea urgentemente hablar con usted” Motta Motta se dirigió a los calabozos y cuando estaba al frente de cabirol en tono amenazante le dijo: “Que se le ofrece?”  Cabirol le preguntó: ¿usted es Motta Motta? Y éste, retomando la actitud militar, le respondió: a la orden- a lo que Cabirol replicó: -Sabe qué, hermano. Si usted es Motta Motta, yo soy el picudo-. Motta Motta se puso rojo como un tomate, dejo caer su mano derecha sobre el cinto y cuando todos esperaban lo peor, soltó la risa y fue tan fuerte la carcajada que todos los funcionarios se acercaron para ver que sucedía; después lo abrazó y, desde ese día, fueron grandes amigos.

Arnoldo Mestre Arzuaga: Abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Fue columnista de El Pilón durante más de tres años. Ha publicado varias obras entre las que destacamos: Cuentos y leyendas de mi valle, El hombre de las cachacas, El sastre innovador, Carmen Matojo, Gracias a Cupertino, El Pajito y Don Epaminondas El Gallero.

Sobre el autor

Arnoldo Mestre Arzuaga

Arnoldo Mestre Arzuaga

La narrativa de Nondo

Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.

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