Opinión
William Morón, el emancipador

En la efervescente esquina de la calle grande, 16 para más señas, con carrera sexta, en este tiempo la octava anclaba la sastrería “Imperio” del mágico Jorge Cantillo, al cruzar la acera encontrábamos “Muebles Yolanda” y el emporio 'empresarial' de don Delio Cotes, cuyo club campestre “Brasilia” hizo historia. Era dable divisar Acuadelma, la empresa de acueductos y alcantarillados del Magdalena, donde iban los vallenatos a pagar el remedo de servicio que teníamos entonces. Al lado quedaba la oficina de la Administración Postal Nacional. Ahí frecuentaba el hijo menor de don Julio Muñoz, porque me gustaba ver la hilera de correos, esas casillas por las que se pagaba una especie de arriendo anual, daba lugar al almacenamiento de la correspondencia para el tenedor, con menor elegancia, por ser de madera, menos elegantes que los de Avianca que eran metálicos.
Ahí, en adpostal, lo vi por primera vez y luego le seguí la pista en su movida diaria de repartir correspondencia, de pregonar mensajes con el lenguaje que reinaba en el pueblo, que era Valledupar en los años sesenta, hasta que, cuando cumplí mis 12 años, nos vimos de cerca, conversamos y me dejó saber más de él y su familia mientras mi primo Checha Peñaloza, me acompañaba en el diligenciamiento de mi tarjeta de identidad que expedía, no la registraduría sino Adpostal. Entonces, inaugurada la Casa de la Cultura 'Cecilia Caballero de López', obedecí mis inclinaciones, en gracia de lo cual, continué mi trasegar por la cultura, iniciado en las semanas culturales del colegio nacional Loperena. Dedicaba parte de mi tiempo libre a recorrer la Sala de exposiciones y cuando fue posible me le presenté a la magistral Mercedes Romero de Quintero, "La Niña Meche", como mi papá nos enseñó a quererla, quien como directora excepcionó mi ingreso al Taller de teatro experimental 'Luis Vargas Tejada', bajo la égida del periodista, radioactor y director Adolfo Acuña Porras. Desde entonces nos amañamos en el ejercicio conversacional, me contaba sus sueños teatrales, hablábamos de la cotidianidad local y me enteraba de programaciones en las que participaba.
Nos reencontramos en la espinosa, como enaltecedora, gestión judicial, él como notificador y quien esto escribe en mi condición de directivo del establecimiento carcelario en la ciudad. Siempre privilegiamos lo cultural, los cuentos y referencias, del viejo Valle, personajes, costumbres, particularidades sociales. Lo seguí en sus emprendimientos culturales, en sus partos creativos vertidos en monólogos que dejan huella imborrable en la vallenatidad. Hicimos de encuentros ocasionales jornadas memorables en pro de la cultura. Durante el cuatrieno por la transformación de Valledupar, en la obra de gobierno del alcalde Fredys Socarras Reales, contamos con él y jamás faltó a la cita quincenal de La palabra encantada. Años antes, sufrimos la injusta detención, la condena y el atentado oprobioso al jurista y amigo Álvaro Morón Cuello.
Tengo presente aquella vez, acercándonos al punto sofocante de la media mañana, que nos reunió a los tres, al maestro Deiler Díaz, a él y al autor de esta recordación. Más que resaltar la gesta heroica de Maderos Teatro, nos centramos en la obra de vida del insustituible, del emancipador. Ese momento satisfaciente derivó en el justo, merecidísimo y tonificante homenaje que le tributó Valledupar por iniciativa, y en varias jornadas, de Maderos.
Me entero que el teatrero querido, ese gran ser humano, más obrero, albañil cultural, que gestor, William Morón Muegues, sufre quebrantos de salud. Dios lo acompaña, en gracia de la fe inalterable de quién ahora recordamos, con amor fraterno, gratitud inmensa y admiración imparable.
Alberto Muñoz Peñaloza
Valle del Cacique Upar
Sobre el autor
Alberto Muñoz Peñaloza
Cosas del Valle
Alberto Muñoz Peñaloza (Valledupar). Es periodista y abogado. Desempeñó el cargo de director de la Casa de la Cultura de Valledupar y su columna “Cosas del Valle” nos abre una ventana sobre todas esas anécdotas que hacen de Valledupar una ciudad única.
1 Comentarios
Buenos días Beto. Que tal? Siempre me acuerdo de nuestras charlas con respecto al equipo "EMBAJADOR" que viene en caída libre desde hace tiempo. Un abrazo desde Málaga.
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