Artes plásticas
El arte experimental de Omar Alonso sorprende a Valledupar
No se considera loco, pero lleva mucho tiempo inmerso en la locura. Omar Alonso es uno de esos artistas que estudian y hurgan en los conceptos sin descanso, que juegan y se encaprichan con un tema hasta agotarlo por completo.
Barranquillero de nacimiento y residente en Soledad, Omar estuvo esta semana en la Alianza Francesa de Valledupar para presentar un trabajo avanguardista y desequilibrante: la exposición “Ciclo”.
Esta obra atípica puede definirse como arte experimental ya que combina distintas dimensiones sensoriales e incita el público a aproximarse y reflexionar sobre el uso de los elementos.
Constituida de una serie de gráficos, la exposición se compone de una secuencia animada (o video) acompañada a su vez de una música en directo interpretada por un músico totalmente independiente.
Según Omar Alonso, la obra retrata sentimientos oscuros y angustiosos, animaciones y colores perturbadores, que generan un efecto de desconsuelo, irritabilidad e incomodidad. Y todo esto invita a interrogarse sobre temas tan abstractos como la soledad, la locura o la muerte.
La obra del escritor checho Franz Kafka ha sido para Omar Alonso una fuente de inspiración. Uno de sus personajes principales –que aparece en la mayoría de las fotografías– reproduce incluso los pasos de Gregorio Samsa en la novela “La Metamorfosis” y acaba transformándose en un insecto.
“Ciclo” es como una obra inacabada, o en continua formación, ya que crece a lo largo de los años y va ganando tonalidades y enfoques. Omar Alonso tuvo la posibilidad de presentarla en dos ocasiones en Barranquilla y en cada una de ellas la experiencia fue totalmente diferente.
La razón de estos cambios se debe a que el artista no se limita a colgar su trabajo en la sala de exposiciones. Para él, es crucial que los músicos participen y se sientan totalmente libres de improvisar mientras corre la grabación.
El principal objetivo de esta exposición parece una locura: llevar el público hasta su límite. “Quiero ver hasta qué punto aguanta”, expresa el artista con una sonrisa irónica, casi maquiavélica.
El artista nos explica que en Barranquilla hubo gente que se fue a los pocos minutos y otros aguantaron el espectáculo audiovisual hasta el final. “Unas señoras mayores no aguantaron el conjunto de las imágenes –explica Omar con una nota de misterio–. Era demasiado fuerte para ella”.
En Valledupar, la locura fue correspondida y el público se mostró interesado por el arte de Omar. Las reacciones fueron tan diversas como las variaciones del pianista que impuso su ritmo. En suma, fue una noche agradable donde reinó un espíritu de arte inconforme.
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