Cine

Drácula: ¿Una historia que debía contarse?

Alberto Campos

22/10/2014 - 05:50

 

Drácula es una de las historias que vuelve cada 10 o 20 años a la pantalla gigante. Desde Nosferatú (1922), de F.W. Murnau, primera película importante de terror, e interpretación libre de la novela de Bram Stoker, hemos conocidos muchas adaptaciones y seguiremos recibiendo nuevas.

Ahora nos llega el turno de la película Drácula: La historia jamás contada (2014), dirigida por Gary Shore, con un nuevo sabor y una nueva estética, pero no por eso realmente novedosa…

En “Drácula: La historia jamás contada” hay escenas típicas, secuencias en las cuales, se quiera o no, influyen sobre todo las actuales películas con superhéroes. Un ejemplo: el príncipe Vlad, antes y después de convertirse en vampiro. Más parece una película de la escudería Marvel.

Esta película no consigue ni siquiera reconstruir el inicio del filme Drácula (1992), de Francis Ford Coppola, y se atasca en detalles superficiales dignos de X-Men y otros súper hombres, que nos recuerdan otras grandes producciones.  

Llevado por el amor a su pueblo, a su esposa Mirena y a su hijo, cuando Vlad percibe que las fuerzas de su reino son insuficientes, decide transformarse en un “no muerto” vinculado al vampirismo para derrotar a los turcos.

El recurso que Gary Shore utiliza para eso es el peor de todos: el de las películas de gladiadores y soldados romanos. Encontramos un exceso de medios técnicos, pero una falta evidente de talento.

Todo es esquemático y artificial: la propia aventura, lo romántico, lo sanguinolento y hasta el posible terror de algunas partes de la historia y lo más aburridor de esta cinta es la manera cómo se representa a Drácula.

Drácula: La historia jamás contada es en conclusión una película sin sentido, sin alma, sin creatividad, sin la fantasía del terror, o mejor dicho, sin propósito.

 

Alberto Campos 

 

Sobre el autor

Alberto Campos

Alberto Campos

Cinescrúpulos

Alberto Campos, Valledupar (1976). Sociólogo y Abogado de la Universidad Popular del Cesar. En Cinescrúpulos expone su faceta de crítico y amante del Cine, pero con total independencia. Su fin es alabar las buenas películas y señalar las malas producciones.

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