Cine

Los primeros pasos históricos del cine colombiano

Redacción

10/06/2021 - 04:50

 

Los primeros pasos históricos del cine colombiano
Imágenes del primer largometraje colombiano

 

El 22 de octubre de 1922 se ofrece la función privada en Buga, del primer largometraje de ficción de la historia del cine colombiano: María, basada en la novela homónima de Jorge Isaacs, dirigida por Máximo Calvo y Alfredo del Diestro que originalmente duraba 180 minutos y de la cual solo se conservan 25 segundos. La siguiente proyección de María se haría el 11 de diciembre de 1924 en Bogotá en el Teatro Olimpia y en 1986 Jorge Nieto y Luís Ospina rescatan las pocas imágenes existentes en el cortometraje En busca de María, en el cual recrean e investigan los pormenores de esta producción que fue filmada en los mismos sitios descritos en la novela.

Otro momento importante fue entre 1924 y 1955. Tiempo de trabajo de la Compañía Cinematográfica Colombiana, fundada por Arturo Acevedo Vallarino y sus hijos Gonzalo y Álvaro, quienes pusieron en imágenes la actualidad y la memoria del país. Gracias a su trabajo, fue posible El noticiero nacional de Acevedo Sono Films (1924–1948), el cual con 250 entregas conforman el valioso Archivo Acevedo en el que se registraron los principales discursos de la clase política.

Pese a que en 1927 el mundo ya sabía de qué se trataba el cine parlante gracias a la película The Jazz Singer dirigida por Alan Crosland, en Colombia, con diez años de atraso técnico, se estrenaría el primer largometraje sonoro. Enmarcada en el género documental y realizado por Gonzalo Acevedo y Carlos Schroeder, la película que nos sumergió en la magia del sonido fue De la cuna al sepulcro, que cuenta los momentos de la niñez de Enrique Olaya Herrera y las ceremonias y homenajes realizados desde que su cadáver toca tierra colombiana en Buenaventura hasta su entierro en Bogotá.

Gabriel Ángel y Roberto Vélez fundan en Medellín la empresa Cine Colombia y, debido a su arrasadora visión de negocios, se convierte en la primera compañía de comercialización de películas. En 1928, Cine Colombia compra la empresa de los hermanos Di Domenico, -inmigrantes italianos quienes junto a la familia Acevedo fueron pioneros de la industria del cine en el país-, incluyendo los únicos labora - torios de Bogotá para el procesamiento de negativos. Esta compra encareció la producción nacional. El cierre de los laboratorios restringe el campo de acción de sus competidores. Rápidamente se dan cuenta que el cine extranjero con estrellas consagradas resultaba mucho más económico y rentable que la producción nacional. Así, la política comercial de la compañía apuntó a la compra y construcción de teatros y no al fortalecimiento de una industria de producción colombiana.

El cine colombiano vivía momentos de conflicto, el desfase era grande con respecto al cine latinoamericano: México, Brasil y Argentina. Sin embargo, se habían empezado a dar pasos alentadores. Por ejemplo, la primera película argumental sonora se realizó en 1941, Flores del Valle de Máximo Calvo. Entre 1943 y 1945 se produjeron nueve películas, en pobres condiciones técnicas, con tendencia a imitar las comedias con canciones de los mexicanos: Allá en el trapiche (1943) de Roberto Saa y Gabriel Martínez, Bambucos y corazones (1944) de Gabriel Martínez y La canción de mi tierra (1945) de Federico Katz. Esta tendencia continuaría en algunas películas de los años cincuenta como Colombia linda (1955) de Camilo Correa y Antioquia, crisol de libertad (1960) de Alejandro Kerk.

El problema no estaba en la intención de imitar y en las deficiencias técnicas, sino en la ausencia de conceptos sólidos de dramaturgia, de construcción de personajes y contextos. Hecho que se explica por la escasa producción durante el período mudo y comienzos del sonoro que impidió la formación de argumentistas, guionistas y directores. El país representado entre 1940 y mediados de 1950 es visualmente muy similar al de las películas de los años veinte. Un país bucólico, con las diferencias sociales propias del melodrama.

No obstante, debe reconocerse, que a mediados de los años cincuenta se comienzan a dar los primeros pasos en un intento por construir una estética cinematográfica y hacer películas con temáticas propias. Ejemplos de ello son los largometrajes La gran obsesión (1955) de Guillermo Ribón y El milagro de sal (1958) de Luis Moya, que combinan el melodrama con una mirada sociológica. En este último, ya hay un trabajo de montaje y de planificación que le dan impacto a la intensidad de lo argumental. Se ven personajes reconocibles como colombianos, con los conflictos de la tierra y del poder, con el trabajo y sus labores cotidianas. Al ver estas películas se tiene la sensación de estar presenciando la aparición del hombre colombiano en el cine.

Uno de los filmes más interesantes de la época será La langosta azul de Álvaro Cepeda Samudio, Nereo López y Luis Vincens, un mediometraje argumental en el cual ya hay construcción dramática de espacio, del tiempo y de atmósfera. Por primera vez la acción argumental deja de ser lo fundamental y su único punto de contacto con el público, para convertirse en pretexto en la construcción de un ambiente. No hay posición social o política directa, hay una mirada casi documental sobre el barrio, las calles, las casas y la gente. Hay una mirada abierta, más cultural que sociológica.

 

Fuente: Cartilla de historia del cine colombiano (Mincultura).

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