Historia

La década de la Gran Colombia

Alonso Fernández García

15/02/2024 - 03:05

 

La década de la Gran Colombia
A la izquierda, la Gran Colombia teorizada por Francisco de Miranda. A la derecha, la fragmentada realidad en 1826 / Foto: créditos a su autor

 

Colombia, la cabeza de Sudamérica, se viste sin parangón de un terno gastronómico, cultural y natural inimitables, sin desmerecer su fértil historia. No obstante, también lo fue en política. Pues, en sus albores como Estado independiente, Colombia protagonizó una serie de acciones políticas y militares que, de haberse llevado a cabo, habrían tenido como resultado algo mayor que la Gran Colombia: una “Enorme Colombia”, desde California hasta Tierras del Fuego.

Adiós, vieja España; hola, joven Colombia

La invasión francesa de España en 1808 marcó un hito para Hispanoamérica, pues le brindó una oportunidad inédita para buscar la emancipación. Un año antes, en 1807, España y Francia firmaron el tratado de Fontainebleau, según el cual, el potentísimo ejército napoleónico cruzaría amistosamente la península con el objetivo de llegar a Portugal para invadirla junto a los españoles, como parte de las operaciones de castigo que Napoleón Bonaparte venía acometiendo contra Inglaterra y sus aliados. Los hechos fueron otros, pues las tropas francesas, en su paso por Madrid, arrestaron a los reyes e infantes españoles para hacerlos abdicar después en favor de José Bonaparte (conocidas como las abdicaciones de Bayona), el hermano de Napoleón, apodado “Pepe Botellas” por los españoles por su supuesto “común estado de embriaguez”. Esta situación desencadenó el levantamiento del 2 de mayo de 1808 por parte del pueblo de Madrid (tan bien retratado por Goya), dando así comienzo a la Guerra de Independencia Española, que vería su fin en 1814.

En el año 1812, las Cortes Generales se reunieron en la ciudad de Cádiz, que todavía resistía los embates franceses, para dar a luz la primera constitución española, conocida popularmente como “la Pepa”. Lo genuino de esta constitución fue que entre sus signatarios —-si bien no pudieron acudir todos los llamados por las adversidades de la guerra—-, había representantes de los territorios americanos, uno por cada Virreinato, Capitanía General o Gobernación. De este modo, y como evolución postrera de las anteriores legislaciones territoriales y jurídicas relativas a América, en la Constitución de Cádiz (ciertamente avanzada para su época), se dispuso lo siguiente:

CAPÍTULO PRIMERO

De la Nación española.

Art. 1º.

La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios.

Art. 2º.

La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna

familia ni persona.

Art. 3º.

La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta

exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales.

Art. 4º.

La Nación está obligada a conservar y proteger por leyes sabias y justas la libertad civil,

la propiedad y los demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen.

CAPÍTULO II

De los españoles.

Art. 5º.

Son españoles:

Primero. Todos los hombres libres nacidos y avecindados en los dominios de las

Españas, y los hijos de éstos.

Segundo. Los extranjeros que hayan obtenido de las Cortes cartas de naturaleza.

Tercero. Los que sin ella lleven diez años de vecindad, ganada según la ley en cualquier

pueblo de la Monarquía.

Cuarto. Los libertos desde que adquieran la libertad en las Españas.

En América, como en España, hubo tanto partidarios como detractores de la relativa “garantía” de soberanía que esta constitución otorgaba a la nación —-es decir, a las Cortes Generales—- en detrimento del poder del rey, (de hecho, durante el siglo XIX España sufriría varias guerras civiles entre estos dos bandos).

En todo caso, las élites hispanoamericanas, mayormente criollas, ya estaban urdiendo un proyecto político propio e independiente alejado de Madrid. De esta manera, el proceso emancipador en el Virreinato de Nueva Granada comenzó en 1810. Aunque al comienzo las tropas realistas lograron ciertas victorias, llegando, incluso, a recuperar el control de la mayor parte del Virreinato con la expedición de Pablo Morillo. Sin embargo, el desgaste de las milicias realistas debido a la falta de suministros, aunado a la gran pericia de Simón Bolívar, el libertador, terminarían por vencer definitivamente a los españoles en la batalla de Boyacá en 1819. Es entonces cuando se consuma la independencia y nace Colombia de facto.

La Gran Colombia, el sueño de Francisco de Miranda

El Estado de la Gran Colombia nace sobre el papel en el Congreso de Angostura de 1819, convocado por el presidente Bolívar. En este congreso se disponía la unión estatal de lo que antaño había sido el Virreinato de la Nueva Granada, la Capitanía General de Venezuela, la Real Audiencia de Quito y el Gobierno de Guayaquil. Pero en un principio, la cosa no quedaría ahí.

Simón Bolívar había sido influenciado por Francisco de Miranda, un intelectual venezolano pionero en sus ideas revolucionarias e independentistas. Fue éste quien teorizó acerca de la Gran Colombia, que años después, Simón Bolívar trataría de llevar a cabo. Sin embargo, esta “Gran Colombia” que teorizó Francisco de Miranda y trató de construir Bolívar, no terminaría en los actuales límites de Colombia, Ecuador y Venezuela juntos. La idea de Miranda era aglutinar toda la América que hablaba español bajo un mismo estandarte, un mismo Estado y un mismo camino en común.

Con el gran renombre adquirido por Bolívar y la potencia militar de la Gran Colombia recién constituida, famosa en toda América, parecía que las esperanzas de Francisco Miranda podrían convertirse en una realidad. De hecho, esto alentó, curiosamente, un movimiento unionista con la Gran Colombia; de manera que intelectuales secesionistas de Cuba (todavía controlada por España) de República Dominicana  o Puerto Rico (igualmente dominado por España) pedían la intervención colombiana para pasar a formar parte de la Gran Colombia como Estados asociados.

En cambio, “fue menester tocar las apariencias con la mano, para dar lugar al desengaño”, como dijera Cervantes. Pues la cruda realidad era demasiado caprichosa, y quiso enfrentar a los partidarios de una forma de Estado federalista contra otros defensores de un Estado centralista. Esto, sumado a la propia rivalidad entre las distintas administraciones herederas de la organización territorial española (el Virreinato de Nueva Granada, la Capitanía General de Venezuela, la Real Audiencia de Quito y el Gobierno de Guayaquil), muy fijados en sus intereses particulares, así como las disputas territoriales entre estos, (pues España no había definido con plena exactitud las fronteras de cada administración debido a la falta de una necesidad, pues eran todos vasallos del mismo rey), dilapidaron cualquier viso de “unión panhispanoamericana o grancolombina”.

Finalmente, a la muerte de Simón Bolívar en 1830, Venezuela y el actual Ecuador declararon su independencia, acabando con el sueño de Miranda. En lo que a Panamá respecta, una intervención estadounidense terminaría por desmembrarla de Colombia en 1903, algo que se ha tratado en el anterior artículo. El proyecto de la Gran Colombia fue un efímero momento de brillantez que quiso conservar el potencial de lo que trescientos años habían construido en términos políticos y culturales, pero con independencia y autonomía de la cambiante Europa del siglo XIX. Algunas élites criollas, los intereses extranjeros y la incomprensión de algunos mandatarios rompieron toda esperanza de una Colombia más allá de Colombia.

 

Alonso Fernández García

 

Referencias:

https://www.congreso.es/constitucion/ficheros/historicas/cons_1812.pdf

https://web.archive.org/web/20070516090517/http://www.simon-bolivar.org/bolivar/s_y_d_gran_colombia.html

https://books.google.cl/books?id=eDDkPhPwrVEC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false

Sobre el autor

Alonso Fernández García

Alonso Fernández García

Entre orillas de dos mundos

Si las lontananzas de la historia nos llegan en las letras, las anchuras de un océano se estrechan en la correspondencia. Qué hubo y qué hay entre una pequeña península al sur de los Pirineos y gran parte del continente americano, son cuestiones que nos definen en lo bueno y lo malo. Comprender las respuestas permitirá contemplar la escala de grises sobre la que “dibujamos”.

Alonso Fernández García es bachiller en letras del I.E.S Campos y Torozos, estudiante en la Universidad de Valladolid y periodista en ciernes. Criado en Tierra de Campos Góticos, entre mares de mieses con sus correspondientes castillos y palomares como horizonte y fondo, vaga entre lo pasado y lo presente para comprender el devenir del futuro.

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