Cine
Perdida (Gone Girl)
Ella es Amy y él es Nick Dunne. Los dos escritores exitosos. Se conocen, enamoran y casan. Después, por alguna conjura del destino, empieza el derrumbe.
Ella desaparece el mismo día que cumplen el quinto aniversario de matrimonio. Él la busca. O hace que la busca, porque su indiferencia da pie a suponer que no está tan interesado en que aparezca. Es evidente que está cansado del matrimonio. Cinco años de convivencia no son fáciles. Probablemente hay razones para que Nick esté agotado. Pequeñas peleas, hábitos que no tolera, sueños postergados. O tal vez encontró nuevos horizontes. Quizás otra mujer más joven y hermosa.
Hasta este punto es un thriller equilibrado: toda la maquinaria narrativa está engrasada y trabajando a todo vapor. El ritmo y la tensión son perfectos. No hay fisuras por ningún lado.
Luego, en un giro imprevisto, todo se derrumba. Caen muros y techos desnudando la verdad. Cada uno es lo que es. Ni más ni menos. Tampoco su matrimonio escapa al desplome: se evidencia que el matrimonio perfecto no era más que un lodazal en el que reptaban todos los días.
En este film se quitan los resortes, las tuercas, los ejes de la institución matrimonial para ponerlos debajo de un reflector. Se hace evidente el desgaste de las piezas: las ranuras se ven enormes, el fango monstruoso, cientos de mordeduras que erosionaron los engranajes hasta hacer imposible el movimiento.
Por esa razón el matrimonio no avanza, se quedó estancado por meses o años. Agoniza. Parece una caja que lleva en su interior a una pareja de muñecos deformes y frustrados. Una caja que, al igual que la institución matrimonial, no avanza ni decide hundirse.
Diego Niño
@diego_ninho
Sobre el autor
Diego Niño
Palabras que piden orillas
Bogotá, 1979. Lector entusiasta y autor del blog Tejiendo Naufragios de El Espectador.
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