Opinión
Adiós a los gobiernos análogos
"Adáptate o muere". Ley que es una amenaza constante para todos los que desean estar activos en esta esfera que gira en torno a un voraz y vertiginoso consumismo. La desmesurada dinámica de la tecnología estigmatiza personas que hoy poseen títulos universitarios, especializaciones y hasta doctorados; que llegan a ser parte del cada vez más retraído grupo de analfabetas digitales, que profundiza viralmente sobre los que tienen conocimientos exiguos en temas de actualidad como las redes sociales.
En la política el panorama es claro, ejemplos populares (las campañas de los dos últimos presidentes de estados unidos) muestran que las redes sociales son un arma infaltable para catapultar proyectos políticos, su buen uso garantiza resultados positivos y se podría afirmar que en un futuro no muy lejano los que no tengan un buen manejo de ellas desaparecerán de la arena política.
Facebook y Twitter son los mejores amplificadores de mensajes para una campaña política, además que son la opción más económica en el mercado para posesionar una imagen, el posicionamiento de las redes sociales es una realidad gracias a que estas van ligadas a las actividades del diario vivir, según el Digital Policy Council revela que el 75 % de los jefes de Estado de los distintos países del mundo están presentes en Twitter, que a su vez es el escenario más oportuno para mostrar liderazgo y difundir ideas concretas. La flexibilidad y popularidad de Facebook lo hace el terreno propicio para utilizarlo como buscador electoral. Estas herramientas dejan atrás las prácticas análogas que se utilizaban anteriormente para campañas políticas, adiós a las campañas de papelito, bienvenida la era de la social media.
En el 2008, Barack Obama con su “Yes we can” en las redes sociales dio inicio a la metamorfosis de las campañas políticas de todo el mundo. La estrategia que nació de la idea de un joven universitario que creó un grupo en facebook resultó ser el génesis de una de las campañas más mediáticas. El último despliegue político dejó claro que no es una estrategia que solo algunos pocos utilizarán, al contrario, es el camino que la mayoría quiere tomar. Mantenerse será directamente proporcional a la adaptación de la tecnología en las regiones, indudablemente en las próximas elecciones todavía se mantendrán nombres de quienes se aferran a las viejas estrategias, y que se rehúsan a los cambios, pero la constante tiende en dirección negativa para ellos.
La clave del éxito es detectar para donde va el mundo y llegar ahí primero, el mundo apunta a las redes sociales, quien tenga aspiraciones a cualquier cargo público moverse mal en ellas será sinónimo de fracaso. Estudios afirman que la población que va desde los 18 a los 34 años puede basarse en quienes son líderes de opinión en redes sociales para definirlos como su candidato. Un ejercicio simple para medir la evolución de las campañas políticas; es tomar los dos candidatos con mayor votación a la alcaldía de tu ciudad en las pasadas elecciones y comparar su trabajo en las redes sociales (por ejemplo en mi caso, Valledupar: los dos con mayor votación son las dos campañas con mejor trabajo en Redes Sociales. Ganó el más mediático en ellas y la menor votación fue para el más análogo de todos).
El uso es libre -pocas restricciones-, así sus estrategias. El efecto Trump nos deja un gran precedente. Como diría un famoso cantante vallenato “Que hablen mal o que hablen bien, pero lo importante es que hablen”, y más en un panorama político colombiano donde salimos como borregos a votar por el que supuestamente va a ganar, donde nos ataca una pandemia cada tres años con síntomas fuertes de amnesia temporal admisible y pasiva, donde el algoritmo lógico de cambio siempre llega a su fin, lo mismo.
La nube de interacción en la era de la social media tiene muchas opiniones que se deben analizar…
Andy Romero Calderón
@andy_romeroc
Sobre el autor
Andy Romero Calderon
Vallenato de Guacoche
Vallenato de cédula, guacochero de nacimiento. Ingeniero de sistemas de la Universidad Popular del Cesar. Me gusta la buena crítica y política, sin caer en sus vicios y hasta donde los argumentos me dejen llegar. Amante de la buena música y no de un género en específico. El silencio es, después de la palabra, el segundo poder del mundo.
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