Literatura

Roque Dalton ¡Presente!

Gloria Cepeda Vargas

08/09/2015 - 06:20

 

Roque Dalton

Hace ya tres años, en el marco del V Festival de Poesía Internacional La Palabra en el Mundo, la revista “Isla Negra”, dirigida por Gabriel Impaglioni, dedica el “Gesto Poético” de ese año a la memoria del poeta salvadoreño Roque Dalton.

Mediante correos de poesía requeridos en convocatoria universal, solicita “el urgente compromiso de la justicia salvadoreña para que los culpables del terrible homicidio no sigan impunes”.

El 10 de mayo de 2015 se cumplieron 40 años de su asesinato. A propósito del premio de poesía que le fue concedido por Casa de las Américas en 1969 por decisión unánime de un jurado compuesto por prestantes figuras de la literatura hispanoamericana, dice Mario Benedetti: “Se premia no sólo a uno de los poetas más vitales y removedores de América Latino sino a uno de los que mejor ha sabido conjugar el compromiso político con el rigor histórico”.

Roque Dalton nació en San Salvador el 14 de mayo de 1935 y desapareció el 10 de mayo de 1975 fusilado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) grupo guerrillero integrado por quienes él consideraba sus compañeros de lucha. “No se salvó de sus compañeros –dijo Eduardo Galeano–. Son ellos quienes lo condenan por delito de discrepancia. De al lado tenía que venir esa bala, la única capaz de encontrarlo”.

Fue teórico brillante de la lucha armada  y figura emblemática de la convulsionada historia social y política de América Latina. Su asesinato se califica hoy como un error atribuible a la inmadurez y dogmatismo de la izquierda a la cual pertenecía. Su cadáver fue abandonado en un paraje denominado El Playón y devorado por los perros y las aves de rapiña.

Dos veces se salvó de ser fusilado. Atrás quedaron su risa contagiosa tantas veces celebrada por ese niño grande que fue Julio Cortázar, sus amados poetas franceses, su manera irreverente de equivocarse o acertar, las mujeres que lo siguieron ciegamente.

Se consumió intentando remediar los atropellos que a diario se cometían en su país. Al respecto dice Elena Poniatowska: “Debería dar premios de resistencia por ser salvadoreño. Roque nunca va a descansar en paz. Sufría de amor por el Salvador, se moría de frío por El Salvador y de rabia y de risa. De Roque todos hablan a risa abierta como si no lo hubieran matado el mes en que cumplía cuarenta años. Fue siempre un sorprendido, un cielo tomado por asalto, una risa interrumpida”.

Sólo en el 2011, a 36 años del crimen que privó a la conciencia latinoamericana de uno de sus voceros más lúcidos, empezó a nombrarse en voz alta “El caso Dalton”, hasta entonces oculto o mencionado a medias.

Su adolescencia y juventud transcurrieron marcadas por una de las más encarnizadas persecuciones políticas enfiladas contra la izquierda salvadoreña. Sufrió hostigamiento, cárcel y exilio impuestos en El Salvador por las dictaduras de turno. Lo dijo en Poemas de la cárcel: “La celda es oscura y silenciosa/ ¡Ah la luz de tus ojos! ¿Ah tu voz!”

Conocedor de las entrañas del sistema que ha regido por siglos los pueblos enclavados al sur del Río Grande, a la reconstrucción social y política de El Salvador dedicó sus afanes nutridos en diferentes disciplinas del conocimiento: “Aida / fusilemos la noche/ la terrible miseria colectiva/ aquí tenemos estas cuatro manos/ y tenemos mi voz…”

Su poesía de amor es una mezcla apasionada de nostalgia y entrega: Cuando anochece y tibia/ una forma de paz me cerca/ es tu recuerdo pan de siembra, hilo místico/ Qué me dará la espuma, el polvo?/ pero es tu soledad la que puebla mis noches/ quien no me deja solo/ a punto de morir/ somos de tal manera/ multitud silenciosa.

La suya es una palabra desprovista de falsas blanduras. Por tres veces consecutivas obtuvo el Premio Centroamericano de Poesía y el 11 de diciembre de 1977 la Asamblea Legislativa de El Salvador lo proclamó Poeta Meritísimo. Como en el caso de Miguel Hernández, es imposible desligar  su vida de lo que expresó en más de una docena de ensayos, poemarios, novelas y crónicas políticas: Mía junto a los pájaros (I957) La ventana en el rostro (1961) El mar (1962) El turno del ofendido (1963) Taberna y otros lugares (Premio Casa de las Américas, 1969) Los pequeños infiernos (1970),  son algunos de sus poemarios publicados. Su obra póstuma queda registrada en títulos como: Pobrecito poeta que era yo  (Novela-collage, 1976) Poemas clandestinos (1981) y Antología Poética“ (1994).

Visto desde acá, aparece como un forjador de utopías. Días atropellados, pugna entre la fuerza brutal y la luz del pensamiento de cara a una generación con la que se sentía comprometido: Esos jóvenes sin más edad que la esperanza –dijo- preguntarán quiénes fuimos, quiénes de llamas puras los antecedieron, a quién maldecir en el recuerdo. Bien. Eso hacemos. Custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.

No fue un poeta controversial porque ni el debate revistió para él características de coyuntura. Su canto acogió la difusión de un estado del alma. Porque la poesía no es sólo expresión almibarada o acomodaticio registro de la propia historia. La poesía simple, ese trozo de tela donde la mujer borda flores y pájaros y el hombre despliega sus afanes, la que se sienta a desayunar con el obrero y respira libremente en la calle, es la triunfadora del olvido. Lo dijo con su desenfado proverbial: Poesía, perdóname por haberte ayudado a comprender que no estás hecha solo de palabras.

 

Esta sortija de humo

Esta sortija de humo que aquí veis

hermanos de la arena

a pesar de la noche

heredada en un rato de descuido

¿Acaso es el anillo

perdido en la barriga del delfín?

¿Acaso fue el dogal de un hueso fétido

fétido digo yo

de tanta vida incalcinable?

No

se trata simplemente

del desgastado símbolo del sueño

atado estoy a él

y por su medio a la eficacia del dormido

a sus agudas sílabas de niebla

yo no tengo la marca de la frente o los ojos

solo este anillo de humo. 

Roque Dalton

  

Gloria Cepeda Vargas

Sobre el autor

Gloria Cepeda Vargas

Gloria Cepeda Vargas

Reflexiones y poesías

Gloria María Cepeda Vargas es una poeta colombiana de reconocida trayectoria. Oriunda de Cali, ha vivido sus primeras -pero también sus últimas décadas- en Popayán, por lo que se le reconoce como una autora caucana. Es hermana del político Manuel Cepeda Vargas, líder de izquierda asesinado, padre del representante a la Cámara Iván Cepeda Castro. Ha recibido, entre otros, el Primer Premio y Medalla de Oro, Concurso Internacional de Poesía, Bruselas (Bélgica) 1993; Premio de Poesía "Jorge Isaacs", Cali, Colombia, 1995; y la mención Casa de las Américas, La Habana, Cuba (2000). Algunas de sus publicaciones: "Bajo la estrella" (Popayán, 1960), "Cantos de Agua y Viento" (Premio Jorge Isaacs, 1995); "Carta a Manuel" (Popayàn, 1995); "De la vida y el sueño" (Popayán, 2009); "Canta la noche" (Neiva, 2010).

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