Literatura
La rana camuflaje y la abuela Mémvè De Ôkêtê
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En un reducido pero caudaloso rÃo del islote Dibujos Animados, llamada también Tela Posoya, ubicado junto a las costas africanas del oceáno atlántico, y próximo al hemisferio sur del ecuador, en el golfo de Guinea, aparece de manera esporádica una gentil y genial rana juguetona, afable, excepcional, bromista y muy, pero que muy, inteligente.
Era hermosa y maravillosa por su voluminosa cabeza, tronco, manos y patas alargadas, y por sus ojos brillantes, sobresalientes, grandes y redondos como la prodigiosa luna llena. Además, poseÃa una flauta que usaba en los momentos de ocio para componer armoniosas canciones que solÃa cantar a sus amistades, compuestas por otros de su misma especie, langostas y peces de la incolora agua dulce.
Aquel arroyo nace en el lago Àpöto. Sus orillas estaban repletas de verdes helechos, flores y sauces de tamaños normales que a diario las mariposas, abejas, moscas y otros animales solÃan visitar para buscar alimento. El rÃo intentaba atravesar las elevadas fincas de Lem Dazum retando cualquier obstáculo. ¡Imposible! Entonces decide desviar su anterior rumbo para correr por las desniveladas fincas de Jôngôsanda, Jäda y Àkekël, y asà forma su único afluente con el rÃo Palïyã, que se encuentra ubicado a casi un kilómetro y medio de punta Güxìn, para ir a desembocar finalmente en la mar.  Â
Los pobladores de Tela Posoya eran generalmente queridos por todo el mundo debido a su generosidad y humildad con los demás, pero la inmensidad del océano que rodea el islote, sus playas de arena fina y blanca, su tierra productiva y el verdor de bosques que cubre toda la superficie de su tierra, hacen que sea la isla más hermosa, atractiva y rica del mundo. Habitaba allà toda clase de persona menos las que era violenta y las que se enojaban.
Sin embargo, ocurre que en cada hogar de los habitantes o población que residÃa allÃ, a pesar de ser tan mansos, ingeniosos e igualmente divertidos, carecÃan de muchas cosas, y lo mismo ocurrÃa en la misma ciudad, a pesar de su abundante riqueza de todo tipo. Por ejemplo, faltaba el acceso al agua potable. O sea, cada vez la población tenÃa dificultad para gozar de buena agua de beber, luz de la corriente eléctrica, educación sostenible, parque municipal y sanidad garantizada. Esas carencias desmoralizaban y entristecÃan completamente el corazón de toda la ciudadanÃa.   Â
Misteriosamente esa especie de vertebrados a la que los oriundos deciden ponerle nombre de Än Fò Fälà f por su mucosa y resbaladiza piel blanda, nunca habÃa sido vista en ninguna otra parte del mundo. Pues la primera vez que la vieron divagar por aquel rÃo, lugar que ahora el nombre se escapa a mi memoria, era todavÃa pequeña. Pero más tarde poco a poco habÃa ido creciendo y creciendo, hasta alcanzar la edad de una rana adulta.
Än Fò Fälà f no soportaba ningún clima cálido ni muy frÃo. Tal era la razón por la que se obligaba a permanecer durante todo el dÃa nadando y saltando de una orilla a la otra. Lo pasaba divirtiéndose. En ocasiones arriesgaba su propia vida para salir del agua desafiando cualquier peligro y libre se adentraba sigilosamente en las frondosas arboledas tropicales para ir a cazar mariposas, hormigas y otras variedades, mayoritariamente invertebrados, para nutrirse... y nunca se atrevÃa a prorrogar su estancia un sólo segundo más en la selva, a pesar de la encantadora belleza que enormemente la envuelve y que cada vez daba gusto parar a contemplar.
Aquella criatura era singular y divinamente experta manejando el tiempo de siesta de algunos animales feroces como las serpientes, las águilas, los búhos… y el mismo ser humano. Estos últimos, habitualmente utilizan a las de su especie para preparar suculentos platos en unos prestigiosos restaurantes del mundo. Pero gracias a la astucia, la cautela y la destreza, Än Fò Fälà f podÃa regresar a su hábitat sana y salva antes de que se despertasen, asà evitaba ser capturada y devorada. De la misma manera una de las dotes que hacÃa peculiar y muy singular al animal era que en menos de un minuto, dependiendo del ambiente del lugar en que se encontraba, podÃa transformar el color de su piel en cientos de miles de colores sensacionales para atraer a sus vÃctimas; y en ocasiones lo usaba para distraer y escaparse a posibles verdugos si hacÃa falta, tal y como sucede con los camaleones.
Y sÃ, aquellos colores camuflaje a los que se solÃa adaptar su frágil piel eran completamente idóneos, y dejaba boquiabierto a cualquiera que la contemplaba, y feliz a todo aquel o aquella de su alrededor. Eran capaz de enamorar a todo el mundo.
Asà habÃa estado viviendo el animal en aquel remanso de tierra y agua dulce. Pero ¿Qué es eso que no debió acontecer y lo que sà va a suceder en el islote Tela Posoya?   Â
Pues, a parte de la extraordinaria aparición del anfibio Än Fò Fälà f en aquel caudal del arroyo de Dibujos Animados, una anciana de nombre Mémvè D'ôkêtê que en la isla vivÃa sola en su domicilio, a pesar de que de vez en cuando las muchachas y los muchachos del barrio solÃan ofrecerse a ayudarla trayéndole agua desde el lejano rÃo, fregarle los platos sucios e ir a tirar su basura en el vertedero, a cambio de un cuento o una canción de nana que memorizaban al instante y que dejaba a cada uno impetuosamente feliz, contento y muy agradecido, lo mismo que se quedaba la abuela por la generosidad de aquellas niñas y niños. Ocurre que un dÃa por la mañana Mémvè D'ôkêtê, sin importarle su edad avanzada, decide servirse con uno de sus recipientes para salir dirección a la fuente a buscar agua de beber.
HabÃa conseguido llegar a la fuente, pero encuentra muy sucia el agua del estanque creado en el borde que da al poblado, donde los lugareños acudÃan habitualmente para llevarse agua limpia. En ese instante ambiciona atravesar el caudal pisando piedra por piedra, a fin de alcanzar la otra orilla que da al bosque, como solÃa hacer la gente más joven que ella en semejante situación, por llevarse a sus hogares agua decente aun no siendo nada potable. No le resultarÃa nada fácil a la anciana llegar la otra orilla. Hizo varios intentos hasta alcanzar en medio de la masa de corriente natural de agua y ya no encontraba otra piedra donde colocar su pie para avanzar. No podÃa seguir. Pues en poco tiempo, por intentar hacer cumplir su deseo, una o dos piedras que no se encontraban en la calzada le complicaron todo a la pobre. Mémvè D'ôkêtê se habÃa quedado atrapada allà en medio del arroyo, sola. Su avanzada edad no le permitÃa girar fácilmente su cadera para retroceder saltando de una en una sobre las piedras, a pesar de insistentes pero fallidos intentos.   Â
Entre tanto Än Fò Fälà f, desde su posición sobre la otra orilla, camuflada totalmente con los apacibles y atrayentes colores de verdes sauces, flores y follaje que crece en aquel borde, sin alterar ni levantar sospechas, habÃa ido observando con atención aquella dificultosa escena en la que estaba viviendo la anciana. Dicho desventurado hecho obliga al animal a cambiar el color de su piel, adaptando el de una piedra, y se mete en el rÃo con la intención de ir a socorrer a Mémvè D'ôkêtê, anteponiéndose entre la orilla y ella. Â
Cuando gira la anciana su mirada desesperada hacia la derecha y ve piedra en aquel lugar donde hacÃa pocos instantes hubo sólo agua, pero que ahora encuentra que ya ha cambiado de aspecto por la aparición de una piedra de tamaño normal, ciertamente se reconforta su ánimo sin importarle cómo pudo aparecer allà en tan poco tiempo. Únicamente se para a dudar de sà misma, sobre si lo que estaba viendo era real, por si estuviera mal de la cabeza, pero no. Mémvè D´ôkêlê concluye que no estaba mal de la cabeza, ni padecÃa de una enfermedad psÃquica que le afecta para ver alucinaciones. No obstante, le seguÃa pareciendo muy raro todo. Aun asÃ, ya no le importaba nada; sólo querÃa avanzar, llenar el recipiente de agua y regresar a casa antes de que anochezca, sin saber que estaba a punto de experimentar algo que jamás habÃa vivido en toda su longeva vida. Mémvè D'ôkêtê se confÃa y con firmeza procura avanzar un primer paso. Pisa sobre el lomo del animal pensando que pisaba una piedra y su cuerpo comienza a temblar de miedo cuando… y rápidamente se desliza su pie por los temblores, pierde el equilibrio y cae levemente en un lugar llano del arroyo empapándose por completo, sin padecer de ningún daño. Lo mismo ocurre con el recipiente que llevaba en la mano, pero habÃa ido a caer en otro lugar profundo lo que le dificultarÃa recuperarlo.
Än Fò Fälà f habÃa hecho todo aquello con los mejores propósitos de su corazón y de su vida, por dar lo más digno de sà para ayudar a la abuela. No deseaba causarla ningún daño, si bien ella no se lo esperaba y… desde ese momento siente haber fracasado con su loable intención llena de bondad; todo por culpa de su mucosa y resbaladiza piel. De repente da un salto prolongado desde dentro del agua para caer en tierra firme, pero en la misma orilla donde estuvo antes. Allà comienza a llorar amargamente por el infortunado incidente, aunque leve, y por el susto provocado que casi le habrÃa incautado el corazón. Mientras tanto sus amigos, las langostas, los peces, etc. preocupados paran a observar a su colega durante un rato desde el fondo del agua; más tarde salen también todas y todos a la superficie para abrazarla, consolarla, calmarla, llenarla de cariño… y allà comienza a cotarles lo que habÃa sucedido.
No era un acto de un ser con mala fe. Únicamente quiso dar a la abuela lo mejor de sÃ, echarle una mano en medio de la corriente, dijeron sus amigos. Se puso muy contento al oÃr a sus amigos hablarle asÃ. Y, una vez reanimada, vuelve a saltar de nuevo al rÃo, se sumerge, esta vez sin adaptar otro color diferente al de su piel habitual, recupera el recipiente de Mémvè D'ôkêtê, lo lleva lleno de agua limpia y se dirige a ella en la otra orilla para entregárselo. La anciana quedó muy agradecida por el grato gesto que habÃa recibido del saltón y resbaladizo animal y éste habÃa ido tocando su flauta, ¡kuac, kuac… kuac!, cuando regresaba a su hábitat, por la euforia que habÃa inundado su corazón.
Todo aquello y más cosas habÃa ocurriendo en la isla Dibujos Animados, dentro de un encuentro y ambiente entrañable. Sin embargo, lo que no debió acontecer en aquel lugar del océano Atlántico, en el golfo de Guinea, era que sus habitantes careciesen de lo más fundamental en sus hogares por ser una isla totalmente alegre y muy rica de recursos naturales. Pero ocurre habitualmente en Tela Posoya. Y asà fue.
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Francisco Ballovera Estrada
Acerca del autor: Francisco Ballovera Estrada es un destacado escritor y poeta de Guinea Ecuatorial. Ha sido invitado en la edición de septiembre del 2021 del Festival de PoesÃa de Fusagasugá (Colombia) en el que Guinea Ecuatorial y El Saharaui son los paÃses invitados de honor. Este cuento se publica con el fin de acercarnos al autor.
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