Literatura
La carrera
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El hombre empezó a correr por toda la calle y, de pronto, se detuvo para tratar de recordar hacia dónde corrÃa; asà que sin lograrlo siguió corriendo. Durante toda su juvenÂtud no habÃa dejado de correr; corrÃa cuando salÃa del baño, corrÃa cuando salÃa del colegio, corrÃa cuando salÃa de cine, corrÃa cuando salÃa del café y corrÃa cuando entraba al baño. CorrÃa cuando entraba al colegio, corrÃa cuando entraba al cine, corrÃa cuando entraba al café; pero, cuando llegó la hora del matrimonio y se encargó del hogar, parecÃa que iba a dejar de correr; no obstante, siguió corriendo; corrÃa como huyendo de algo; de algo que le pisaba los talones; era como su propia sombra.
El hombre corrÃa cuando caminaba por la avenida, corrÃa cuando doblaba por la esquina; corrÃa cuando iba a tomar el bus y, cuando lo tomaba, se bajaba precipitadamente antes de llegar a su destino porque le parecÃa que coÂrriendo llegarÃa primero; el hombre corrÃa, corrÃa y corrÃa; llegaba al banco, llegaba al almacén, llegaba al supermerÂcado, llegaba a la farmacia, llegaba al puesto de periódicos y volvÃa a correr para llegar a su casa; corrÃa para realizar lo que no habÃa realizado y corrÃa cuando habÃa realizado lo que deseaba realizar; corrÃa con un propósito definido y corrÃa sin un propósito por definir; corrÃa cuando pensaba llegar antes que la mañana, corrÃa cuando pensaba llegar antes que el medio dÃa, corrÃa cuando pensaba llegar antes que la tarde, corrÃa cuando pensaba llegar antes que la noche y volvÃa a correr cuando querÃa alcanzar la noche, la tarde, el mediodÃa y la mañana; corrÃa a la salida de la casa, en la calle, en la carrera, en el ascensor, en el trabajo y al salir del ascensor, al tomar la carrera, la calle y al entrar a casa. CorrÃa para andar más aprisa; corrÃa para llegar a tiempo a la oficina y corrÃa para salir pronto de ella; corrÃa para que el tiempo rindiera y corrÃa para acabar con el tiempo; corrÃa para que dieran las ocho y corrÃa cuando pasaban las ocho; corrÃa para acabar con la soledad y la angustia y corrÃa para que no llegaran la soledad y la angustia; la vida le habÃa alcanzado poco para correr; de manera que, cuando presintió la muerte, alcanzó rápidamente el ataúd que un dÃa habÃa traÃdo corriendo a su casa, previendo que no le alcanzarÃa el tiempo para esto, y se acomodó dentro del cajón y, antes de bajar la tapa y de morirse, le dijo a sus hijos que lo llevaran corriendo al cementerio pero cuando salieron corriendo con el cadáver por toda la calle tuvieron que dejarlo a medio camino porque ya se habÃa podrido.
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Andrés ElÃas Flórez Brum
Escritor colombiano nacido en Sahagún. Reside en Bogotá. MagÃster en Literatura. Sus obras abarcan todos los géneros: cuentos, novela, poesÃa, ensayos… La vendedora de claveles (novela), Este cielo en retratos (novela), Los perseguidos (cuentos), Historias trenzada (cuentos) El visitante (novela), Canción de sol (poesÃa)… Ganador de premios nacionales e internacionales. Sus cuentos aparecen en varias antologÃas hispanoamericanas. Homenajeado en el Parlamento Internacional de Escritores (Cartagena de Indias, 2015).
1 Comentarios
Excelente narrativa del afán del hombre que en la vida siempre está entregado con prisa en sus actividades, perdiendo el vetdadero sentido de la vida.
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