Literatura

Gabriela Mistral, primer premio Nobel de Literatura de América Latina

Redacción

21/02/2024 - 04:10

 

Gabriela Mistral, primer premio Nobel de Literatura de América Latina
Gabriela Mistral / Foto: créditos a su autor

 

Un 10 de diciembre de 1945, Lucila Godoy Alcayaga, quien fue una poeta, diplomática y pedagoga chilena nacida en Vicuña el 7 de abril de 1889, y conocida por su seudónimo Gabriela Mistral, recibe el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en la primera mujer Iberoamericana y la segunda persona de origen latinoamericano en recibir esta distinción.

Nacida en un hogar muy humilde, Gabriela Mistral se inicia como maestra autodidacta, costándole esto la rivalidad de sus colegas, ya que el título de docente lo recibió mediante convalidación de sus conocimientos y experiencia, sin haber concurrido al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile y desde que alcanza la posición de Directora de Escuela en 1910.

Empoderada a partir de esa convalidación académica, fue nombrada Directora del Liceo de Niñas en Traiguén (en la Araucanía chilena) y a lo largo de su visible y ejemplar carrera, Gabriela Mistral fue una tenaz defensora del derecho a la educación y la obligatoriedad de la instrucción primaria.

En Traiguén, comenzó el recorrido de once años dedicada a la enseñanza chilena en Antofagasta, Los Andes, Punta Arenas, Temuco y Santiago. También fue conocida su lucha contra las injusticias sociales y la opresión de los pueblos indígenas Mapuches, así como su derecho a las tierras. Además de esta tenacidad en la lucha por la justicia social, se podría decir que Gabriela Mistral es un símbolo del movimiento feminista hispanoamericano.

En 1922, fue contratada por el gobierno de México para asentar las bases de su nuevo sistema educacional, modelo que se mantiene casi en su esencia, pues sólo se le han hecho algunas reformas. Cuando el Secretario de Educación de México, José Vasconcelos, invitó a Gabriela Mistral a colaborar en las reformas educativas de su país, el presidente chileno Arturo Alessandri se atrevió a decir que “había otras chilenas más inteligentes y dignas de ser invitadas a semejante labor”. Vasconcelos, en un telegrama que emitió después de su visita a Chile a fines de ese año, respondió: “Más convencido que nunca de que lo mejor de Chile está en México”.

En México, donde su estadía se extendió hasta 1924, Mistral puso en marcha las campañas de alfabetización y las escuelas al aire libre, método en que venía trabajando desde los años en que fue profesora en Chile. El historiador de la obra de Gabriela Mistral, Diego Del Pozo, escribe sobre este admirable trabajo: “[Gabriela Mistral] Iba a lugares bien apartados de la sociedad y les decía ‘lleven los niños tal día y tal hora a este lugar’, y ahí educaba abiertamente. Esto lo hace principalmente en Chiapas, pero en el resto del país se aplica una teoría similar y es un éxito”, asegura Diego Del Pozo, especialista en la obra de Mistral y autor del volumen “Por la humanidad futura, Antología política de Gabriela Mistral”.

A partir del paso de la poetisa por México, su contacto con Chile fue escaso y distante. Volvió al país solo en tres oportunidades: en 1925 por algunos meses, en 1938 por semanas y en 1954 por apenas unos días. Aunque en una buena parte de esos años de distancia con Chile, mantuvo una conexión fundamental con su patria en virtud de ejercer diversos cargos diplomáticos en Europa, y fue también Cónsul de Chile en Nueva York en 1953.

La sexualidad de la poetiza Mistral ha sido también materia tratada por sus biógrafos. Tuvo una relación afectuosa y cercana con un hombre, el funcionario de ferrocarriles Romelio Ureta, este se suicidó en noviembre de 1909 y en su homenaje -o ante el dolor de su decisión de quitarse la vida-, escribió Mistral su poderosa poesía “Los Sonetos de la Muerte”. Este soneto la llevó al reconocimiento nacional en los llamados Juegos Florales de 1914, una magnífica jornada literaria en Chile, donde años más tarde en 1921 fue reconocida la obra del otro gran poeta chileno Pablo Neruda. A partir de los Juegos Florales mantuvo una relación de amoríos platónicos y epistolares con el escritor Manuel Magallanes Moure, cosa que no pasó a otro estadio, entre otras cosas, por ser este un hombre casado.

Además de esas dos relaciones, las únicas otras intimidades afectivas que se conocieron en la vida de Gabriela Mistral fueron con su sobrino Juan Miguél Godoy (apodado Yin Yin), a quien crió como un hijo, y finalmente con la escritora estadounidense Doris Dana, su compañera desde 1946 hasta su muerte en Nueva York el 10 de Enero de 1957.

Al fallecer Dana, en 2006, el epistolario que mantuvo con Mistral se hizo público gracias al permiso otorgado por la heredera de Doris Dana, su sobrina Doris Atkinson. La obra Niña errante fue publicada en 2009 con transcripción, prólogo y notas de Pedro Pablo Zegers, conservador del Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional. En ella, se reproducen por primera vez algunas cartas que reflejan la relación íntima que mantuvieron ambas mujeres, incluyendo pasajes apasionados y de despecho. En una de esas preciosas epístolas se lee:

Desde que te fuiste yo no río y se me acumula en la sangre no sé qué materia densa y oscura. Yo no puedo saber aún, amor mío, lo que ocurra conmigo a lo largo de los sesenta días de nuestra separación.

Estoy viviendo la obsesión, amor. (…) Yo no sabía hasta dónde eso -lo vivido- ha cavado en mí, hasta dónde estoy quemada por ese punzón de fuego, que duele igual que la brasa ardiendo sobre la palma de la mano.

Gabriela Mistral a Doris Dana

A medida que la homosexualidad ha ganado aceptación en Chile y se han liberado más cartas que reflejan la obra de Mistral, se ha avanzado en la consideración de Mistral como lesbiana, y el impacto de ello tanto en su obra como en su legado​. En 2010, se publicó el documental Locas mujeres, de María Elena Wood, que profundizó en la relación entre Gabriela Mistral y Doris Dana.

El tema no dejó de ser difícil para la propia Gabriela Mistral, quien en medio de la controversia que su figura y pensamiento creaba en sectores muy conservadores de su natal Chile, dijo en su largo recorrido por el mundo:

“De Chile, ni decir. Si hasta me han colgado ese tonto lesbianismo, y que me hiere de un cauterio que no sé decir. ¿Han visto tamaña falsedad? […] No se desea volver a lugares del mundo donde se hace con los propios asuntos una novela policial. Yo no soy ningún dechado; tampoco una cosa extraordinaria. Yo soy una mujer como cualquier otra chilena”. Gabriela Mistral (circa 1945), en Bendita sea mi lengua (editada en 2002).

 

Leopoldo Martínez

IQLatino.org  

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