Música y folclor

De versos, recursos literarios, juglares y Frankenstein en el vallenato habla Rosendo Romero

María Ruth Mosquera

05/11/2018 - 06:05

 

De versos, recursos literarios, juglares y Frankenstein en el vallenato habla Rosendo Romero
Rosendo Romero reunido con otros músicos en Villanueva Guajira / Foto: Maríaruth Mosquera

De misterio está lleno el mundo”, cantó una vez Freddy Molina, ‘joven poeta mayor’ nacido en un pedazo de tierra irrigada por una poesía tan silvestre como las patillas que por milenios cumplieron su ciclo vital en esa sabana bautizada Patillal. ¿Cómo nació el primer verso vallenato? ¿Cuál fue el proceso creativo de la estructura? ¿Quién marcó los lineamientos? ¿Eran conscientes los creadores de esos versos –moradores de entornos campesinos - de la carga literaria que ellos arrastraban? Estos parecen ser algunos de esos misterios de los que está lleno el mundo.

Esa es la pregunta del millón. No sabemos cómo y por qué ellos manejaban esas figuras. Yo asumo que eso es una bendición de Dios. Es la única explicación que le tengo. No te puedo responder más nada. Los poetas ágrafos (no analfabetos como mal se utiliza, porque cuando se habla se utiliza el alfabeto; lo que ellos no sabían era escribirlo, entonces eran ágrafos) no eran conscientes, sino que por intuición, por simple inspiración, lograban ese contacto con las musas. La parte divina que les dictaba al corazón las palabras que permitían ese contacto con el arte regio”, explica Rosendo Romero ‘El poeta de Villanueva’, el que “escribe versos repletos de verano, estando en primavera”.

“Yo que soy compositor y no comprendo de qué forma los produce el corazón”, cantó Nicolás Bolaño, otro compositor villanuevero, quien entregó una completa guía de ‘Cómo hacer una canción’, enfatizando en que “se necesita ser de buenos sentimientos y tener el talento literario que origina la grandeza y la virtud de componer”, y también habló del dictado divino aquel: “porque a un buen compositor no se le borran las palabras que le dicta el corazón”.

Pero tan real como ese manto de misterio que cubre el génesis de esa estructura, es que esta existe desde los primeros tiempos del canto vallenato y ha ido evolucionando con el suceder de los días. Y es de esa estructura, de ese lenguaje que se utiliza, de esa forma versificada de decir las cosas, los recursos literarios que usa el compositor para decirlas de lo que hablarán Rosendo Romero y el escritor Carlos Castillo Quintero en el taller sobre composición vallenata ‘Estructura Literaria de una Canción’ que tendrá lugar este 6 y 7 de noviembre en la Biblioteca Departamental Rafael Carrillo Lúquez, en Valledupar.

Será una entretenida expedición por la canción vallenata y sus recursos literarios, que “sorpresivamente están a la altura de las grandes obras literarias del mundo porque manejamos figuras, géneros literarios, estrofas, medida de verso. O sea, el vallenato es una música universal en lo que es su estructura literaria; encaja en cualquier otra cultura si se tiene en cuenta todos estos elementos de la literatura universal”, recalca ‘El poeta de Villanueva’ y añade que “es interesante que vean la asombrosa similitud que existe entre los juglares y trovadores del sur de Francia con nosotros. Porque la palabra juglar quien la aplicó, la aplicó sabiamente”.

Sobre esta atribución de Juglar dentro del vallenato ha existido un debate interminable, porque sí lo son o porque no lo son quienes la han recibido; al respecto Romero Ospino, quien además de poeta hacedor de canciones es escritor y líder de un proceso formativo para compositores y músicos en el Sena, conceptúa que “eso es caprichoso. Allá mostrare cual es la constante y qué es lo que nos permite establecer la similitud”.

¿Pero qué ha ocurrido con esa estructura de nacimiento mágico? ¿Qué ha pasado con el compositor de hoy? Responde el poeta “El compositor de hoy es mucho más recursivo, en el sentido de escuchar otras músicas, de pegar aquí, coger de allá, colocar aquí y hacen una canción que es un Frankenstein. Es posible que ellos tengan una información, por ponerte un ejemplo, la metáfora y el símil son comparaciones. Cuando tú dices esa mujer parece una flor es porque tiene similitud. Lo que te quiero decir es que entre mayor información tenga el compositor de hoy es mejor porque, como ellos no siguieron la tradición, no recibieron el legado de los viejos, no recibieron la bendición que sí recibimos nosotros, entonces ellos necesitan un poco más de instrucción, de formación, para tener los recursos que necesitan desarrollar una literatura mucho más rica”.

Y surge otro debate ya bastante añejo sobre si el vallenato, que es empírico, lo vuelven académico, lo matan, lo que a juicio de Rosendo son especulaciones, puesto que “no hay un antecedente de eso. Ojalá yo hubiese tenido más información cuando tenía toda mi juventud y toda la pasión por la música y la composición hubiera sido mucho mejor”.

Artistas, gestores culturales, escritores, docentes, periodistas, comunidad en general están invitados a preñarse de los saberes que ahí se intercambiarán. Una vez con ellos, cada cual será responsable de qué hacer con esa información. Ejemplos de esto ya existen y resultaron de un curso piloto sobre estructura literaria de la canción vallenata que dictaron en el Sena Rosendo Romero y Santander Durán Escalona, con la bendición y asesoría de Simón Martínez Ubárnez. “Entró una ama de casa que nunca había escrito un verso y salió escribiendo sonetos. Algunos compositores hicieron letras más estructuradas, hicieron mejores comparaciones. Se trata es de cómo esa enseñanza que les vamos a dar la pueden procesar mejor”.

Pese a que ya ha confirmado un buen número de personas y está garantizada la presencia de los estudiantes de último nivel de un colegio de Valledupar, el compositor es consciente de que “es muy difícil porque de todas maneras hay mucha soberbia y autosuficiencia en las nuevas generaciones; les hace falta esa humildad que teníamos nosotros para abrazar y besar a Escalona, a Lorenzo Morales, Emiliano, como si fueran nuestros papas. Para nosotros los maestros eran esos, merecían nuestro respeto, admiración, nuestro silencio cuando ellos estaban hablando; estos no, estos se creer maestros ellos de nosotros”, pero aclara el poeta: “No voy a ir a echarles lengua a ellos. Yo voy es a enseñar”.

 

Mariaruth Mosquera

@Sherowiya

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