Música y folclor

Camilo Namén Rapalino: el gran amigo que recuerda la niñez

Eddie José Dániels García

20/03/2023 - 01:20

 

Camilo Namén Rapalino: el gran amigo que recuerda la niñez
En 1972, Camilo Namén Rapalino venció en el Concurso de la Canción Inédita del Festival Vallenato con la canción Recordando mi niñez / Foto: archivo PanoramaCultural.com.co

 

La época dorada de Camilo Namén Rapalino como destacado compositor de la música vallenata comienza en 1972 cuando cautiva el corazón de la fanaticada costeña con sus bellísimas canciones “Mi gran amigo” y “Recordando mi niñez”, ambas grabadas por el recordado conjunto de los Hermanos López y el insuperable vocalista Jorge Oñate, que había tenido nacimiento el año anterior. En ese momento, ya la música vallenata había cogido el rumbo de la modernidad, y las numerosas agrupaciones musicales que se habían formado le auguraban al folclor caribeño un futuro trascendental. Ese año se había realizado la V versión del Festival de la Leyenda Vallenata, un evento que ya era de renombre nacional, y la ciudad de Los Santos Reyes del Valle de Uparí, capital del recién creado departamento del Cesar, también ya era considerada como “La capital mundial del Vallenato”. Y, con toda razón, este ambiente de cambio, de esnobismo y de asomos tecnológicos, fue fundamental para imprimirle a la música un nuevo colorido y llenar de emoción y entusiasmo a los nuevos y destacados compositores. Significó, en definitiva, una nueva era para nuestra música de acordeón o música vallenata.

“Mi gran amigo”, la primera canción estelar de Camilo Namén Rapalino, apareció en el elepé “El Jardincito” que lanzaron los Hermanos López en la antesala del Festival Vallenato, que se realizó del 17 al 30 de abril, la fecha que se había determinado para celebrar el evento anualmente. En el álbum también aparecieron otros temas antológicos que hicieron historia: “Amor sensible” de Freddy Molina Daza, “Campesino” de Alfonso Zuleta Díaz, “Amor de quinceañera” de Jorge Oñate, “El Jardincito”, la canción que le dio el título al long play, de Hugo Araujo y “El Colibrí”, un merengue de Luciano Gullo Fragoso. Sin embargo, a pesar de los otros éxitos del long play, que también alcanzaron a escucharse con frecuencia, la canción de Camilo Namén Rapalino se fue imponiendo en simpatía por sobre las otras composiciones y, desde entonces, quedó escrito en la memoria del pueblo que “Mi gran amigo” se convertiría, definitivamente, en un clásico inmortal de la música vallenata. Hoy, cinco décadas después, cuando por placer, o por casualidad, tenemos la oportunidad de escucharla, sentimos el deleite emocional que nos producen la belleza de su letra y el embrujo de sus notas musicales. Definitivamente, es una canción extraordinaria.

La estructura de “Mi gran amigo”, compuesto en ritmo de merengue, demuestra los claros conocimientos sobre la métrica española que presenta el autor. El manejo de los versos dodecasílabos y alejandrinos, con los acentos y pausas interiores, cabalmente marcados, se aprecian con exactitud en el texto de la canción. El argumento se reparte en seis estrofas mayores: cuatro temáticas y dos que sirven de coro, que se cantan en la mitad y al final de la canción.  El fondo elegiaco de la composición narra la tristeza que siente el autor por la muerte de su padre. El primer apartado presenta la introducción temática: “Tan bueno y tan noble como era mi padre / y la muerte infame me lo arrebato, / esos son los dolores y las penas tan grandes, / que a sufrir en la vida le pone a uno Dios”. El segundo apartado muestra la consecuencia de la muerte: “Se enlutó el corazón y vino la tristeza, / una viuda llorando de luto me dijo, / que recuerdo grandioso dejó su nobleza / y la lucha perenne de educar sus hijos”. Y continúa el coro a manera de evocación. “Mi padre fue mi gran amigo, / mi padre fue mi amigo fiel, / mi padre se jugaba conmigo / y yo me jugaba con él”.

El tercer apartado, aún más nostálgico, presenta la ausencia del protagonista en el momento de la muerte, condición que mueve profundamente al sentimiento del oyente: “El día de su muerte yo estaba muy lejos / y no pude verlo ni como moría, / tanto que luchó por sus hijos mi viejo / y no alcanzó a ver la gloría que quería”. En el último verso, la palabra gloria esta empleada en sentido simbólico para referirse al triunfo de los hijos, más concretamente, a una carrera profesional. El último apartado presenta la actitud de superación educativa que asumieron los hijos frente a la desaparición del progenitor: “Sus hijos en la pobreza siguen estudiando, / para hacerle un respaldo a su gran sacrificio, / aunque usted se haya muerto lo seguimos amando / y llevando en la mano la antorcha del juicio”. En este verso, la expresión “la antorcha del juicio” se toma en sentido simbólico para significar la conducta intachable que los hijos deben asumir para respaldar la memoria del padre. La canción finaliza vocalizando nuevamente el coro, en el cual, los coristas cantan los dos primeros versos y Jorge Oñate, los dos últimos, a manera de conclusión.

Ese mismo año, 1972, Camilo Namén Rapalino decide participar en el Concurso de la Canción Inédita del Festival Vallenato. Para ello presenta el paseo “Recordando mi niñez”, un tema costumbrista que evoca los años infantiles en Chimichagua, su pueblo natal. La canción compitió con una veintena de participantes, sin embargo, los jurados de esta modalidad, Francisco Calderón Guerra, Leandro Díaz Duarte, Alberto Fernández Mindiola y el maestro guamalero Julio Herazo, no vacilaron en considerar vencedora la composición de Camilo Namén. La canción, a petición del público, fue interpretada varias veces. También ese año, el triunfo en la categoría profesional fue para Miguel López Gutiérrez con el acompañamiento de Jorge Oñate, quien ya gozaba de una fama singular en la vocalización. A los pocos meses, “Recordando mi niñez” apareció en el álbum “Reyes Vallenatos” que lanzaron los Hermanos López para celebrar el galardón y festejar la navidad. En este elepé también figuraron otros éxitos, como “Tiempos de la cometa” de Freddy Molina Daza, un tema muy similar al de Camilo Namén, “Soy estudiante” de Elver Araújo Daza, “Estelita González” de Alfonso “Poncho” Zuleta Díaz, “El puente de María Angola” de Luciano Gullo Fragoso y “El Cambio” de Emiro Zuleta Calderón.

“Recordando mi niñez” es un hermoso paseo que recrea las travesuras, los juegos, las andanzas y las costumbres infantiles vividas por el autor en su pueblo de nacimiento. Por su temática, mucha gente suele confundirlo con “Tiempos de la cometa”, la canción estrella de Freddy Molina Daza. Se encuentra estructurado en cuatro estrofas de seis versos mayores de diversas medidas y un coro de estructura similar. La primera estrofa presenta la introducción: “Me dio una tristeza porque ayer recordé / los tiempos aquellos en que volaba papagayos. / Y ahora que estoy grande, que paso trabajo, / quisiera volver a la niñez. / Pero aquellos tiempos se han pasado / y ahora con paciencia espero la vejez”. La segunda estrofa, presenta los juegos infantiles: “Recordé los tiempos de la bola de cristal, / las noches bonitas cuando jugaba cacho. / Bonita es la vida cuando uno está muchacho, / nada le preocupa, ni tiene en qué pensar. / Y ahora que estoy grande me emborracho / pa’ ver si así las penas las puedo olvidar”.  En el coro, siguen los recuerdos: “Y recordé a mis amigos, / que fueron mis compañeros. / Bonita es la vida cuando está niño, / y cuando uno está niño, / quiere crecer ligero”.

En la tercera estrofa, se presentan las travesuras infantiles: “Cuando estuve pequeño me metí a pescador, / montando una canoa tirando canalete, / y ahora que estoy grande he pescado un dolor, / que vivo seguro que me va a causar la muerte. / Y yo qué voy a hacer sin nací sin suerte, / y he sido de mala en el amor”. En la cuarta estrofa, el autor renuncia a los recuerdos: “Pa’ qué recordar aquella vida de muchacho, / pa’ qué recordarla si aquel tiempo pasó. / De recuerdo grande me queda un retrato, / que la vieja Concha pequeño me tomó. / Por eso es que lo miro cada rato, / entonces me pregunto, éste soy yo?”. Sigue nuevamente el coro: “Y recordé a mis amigos, / que fueron mis compañeros. / Bonita es la vida cuando está niño / y cuando uno está niño/ quiere crecer ligero”. La finalización resulta más hermosa porque el coro es cantado, la primera parte por los coristas, y la segunda por Jorge Oñate. Y a propósito de esta canción, los versados en el arte vallenato y en la crítica especializada, no dudan en considerarla como una de las composiciones más bellas de la música vallenata. Posteriormente, fue grabada por otras agrupaciones, que no han logrado superar la versión original.

Culminado 1972, y con sus dos grandes triunfos en todo su esplendor, Camilo Namén Rapalino no podía dormirse en los laureles. Debía, lógicamente, seguir dedicado a la composición para sorprender con nuevos éxitos. A comienzos de 1973, nuevamente, Los Hermanos López y Jorge Oñate lo honran con el tema “El libre”, que fue incluido en el álbum “Las Bodas de Plata” y junto con “Corazón vallenato” de Emiro Zuleta Calderón, “La margentina” de Julio de la Ossa, “Mi canto sentimental” de Alfonso “Poncho” Zuleta Díaz y “Las Bodas de Plata” de Armando Zabaleta Guevara, fueron los éxitos más destacados del long play. “El libre” es merengue que narra la vida parrandera del autor. Su parte inicial canta: “Como me gusta beber y parrandear, / a mí no me gusta el matrimonio. / Si yo me caso me sale el demonio, / no tomo trago ni puedo cantar. / Si yo me caso es un fracaso, / más bien me quedo y así es mejor, / porque soltero yo me emborracho, / y de brazo en brazo, / gozando de amor”. Tras una desaparición de diecisiete años, Camilo Namén Rapalino, reaparece nuevamente con el tema “El pintor enamorado”, incluido en el álbum “El más fuerte”, lanzado por Jorge Oñate y Álvaro López Carrillo en l990.

Las célebres composiciones de Camilo Namén Rapalino también hicieron parte de la fabulosa discografía de Alfredo Gutiérrez, quien se interesó por lanzarle algunas canciones ejemplares. En 1971, le graba el tema “La casa ronera”, un paseo chistoso que demuestra la conducta parrandera del autor, incluido en el álbum “Bajo el palo e’ mango” lanzado a finales de ese año. A comienzos de 1972, “El Rebelde del Acordeón” publica el elepé titulado “Las canas de mi vieja”, con el cual honra la canción de Camilo Namén Rapalino dedicada a su madre, llamada por él “La vieja Concha”. La primera estrofa de esta canción fue muy cantada en esa época: “La cabeza de mi madre ya está blanca / y esos son los años que la están envejeciendo / con orgullo le canto a mi madre santa / que por ella en este mundo estoy viviendo”. Y el coro, también hizo historia: “Que dicha tan grande, madre querida, / nadie puede tacharla a usted en la vida”. Y ese mismo año le graba el tema “Uno y uno son dos”, un bellísimo paseo romántico, cargado de recursos argumentativos, que figuró en el álbum “La diosa coronada”, lanzado en el mes de septiembre del mismo para gloriar la canción del recordado maestro Leandro Díaz Duarte.

En 1975, se produce una ruptura en el conjunto de los Hermanos Zuleta. Poncho graba con Colacho Mendoza el álbum “Una voz y un acordeón”, cuyos éxitos indiscutibles fueron: “Despertar de un acordeón” de Antonio Serrano Zúñiga, “Fortuna y desdicha” de Sergio Moya Molina, “Herida de mi alma” de Mario Zuleta Díaz, “Promesas de amor” de Julio Oñate Martínez, “Muero con mi arte” de Alfonso “Poncho” Zuleta Díaz y “Recuerdos de mi pueblo”, un paseo lírico costumbrista de Camilo Namén Rapalino, dedicado a Chimichagua, el querido pueblo natal del compositor. Se estructura en cuatro estrofas de seis versos mayores con rima parcial alternada. Los primeros apartados cantan: “Con sentimiento que me sale del alma / en una forma humana que demuestra querer, / vengo a cantarle a mi tierra Chimichagua, / esa tierra sagrada que a mí me vio nacer. / Por dentro siento que mi tierra me llama, / y mis ojos reflejan su bello amanecer”.  Luego continúa: “Y sólo queda el solar de aquella casa, / donde la vieja Concha a mí me vio nacer, / la vida es cruel, pero todo pasa, / para vivir la vida sólo hay que tener fe. / Del viejo Félix y de la vieja Nacha, / quedaron recuerdos que nunca olvidaré”.

La separación de los Hermanos Zuleta fue efímera y a finales de ese mismo año lanzan el álbum titulado “El reencuentro” con doce letras que hicieron historia. En 1977, nuevamente Camilo Namén Rapalino nos sorprende con el tema “Encuentro con el Diablo”, un merengue festivo y jocoso, que narra “el rechazo que sufre el autor cuando muere, por parte de San Pedro y el Diablo, quienes no lo aceptan por ser parrandero y tener muchos pecados”. Posteriormente, siguieron otros temas exitosos, como “Perdóneme Señora”, un merengue de corte romántico que figuró en el álbum “Volumen 12, lanzado en 1979, “La ceiba del puerto”, un paseo incluido en el elepé “Volumen 15”, lanzado en 1981, un tema nostálgico que evoca, también, recuerdos y vivencias de su pueblo Chimichagua, y en particular lamenta que se hubiera caído “la ceiba del puerto” que había sido testigo de sus travesuras en la niñez. Por último, 21 años después, apareció el tema “Vestida de blanco”, que figuró en el elepé “Cantaré”, lanzado en el 2002, un tema elegiaco dedicado a Consuelo Araujonoguera “La Cacica”, quien fue asesinada por la guerrilla colombiana ese año.

En 1978, las canciones de Camilo Namén Rapalino entran a formar parte de las letras seleccionadas por el “Binomio de Oro” para nutrir sus trabajos discográficos. Su aparición fue con el tema “Qué más te doy” que figuró en “Los elegidos” el tercer álbum de esa extraordinaria agrupación. Desde un comienzo, el merengue de Camilo Namén Rapalino logró una inmensa aceptación. Su tema es romántico y se estructura en varias estrofas de versos decasílabos, con una leve rima parcial alternada. Sus primeros apartados dicen: “Qué más me pides, que más te doy / si ya todo te lo entregué”. Y continúa: “El cariño que yo antes te juré / está igualito como el hoy, / y tú porque dudas de mi amor / si yo te quiero de buena fe”. Y culmina: “Tú exiges mucho y poco das / y no comprendo tu proceder”. En 1993, se lanzó el elepé “Primer Aniversario”, para honrar la memoria del cantante becerrilero, asesinado el 11 de junio del año anterior, y en el álbum apareció el tema “Viaje chino”, un merengue chistoso, donde el autor le promete a su mujer, por ser muy buena esposa, regalarle un viaje por los principales países europeos. Pero el viaje está en chino, pues solo se haría si Poncho Zuleta le paga un dinero que le debe Camilo Namén, cosa que está insegura. 

Otros temas de Camilo Namén Rapalino, considerados verdaderos éxitos, fueron “De la misma manera”, un merengue alegre y festivo, grabado por Diomedes Díaz y Colacho Mendoza en el álbum “El Mundo” lanzado en 1984. Asimismo, la agrupación de “Los Betos” grabó el tema “Rabo de Paja” incluido en el álbum “El Cantor Triunfante” de 1978. Más tarde,  Beto Zabaleta y el “Pangue” Maestre popularizaron las siguientes canciones: “El rey del amor”, un merengue romántico donde corteja a una mujer y le manifiesta su intensidad amorosa, incluido en el álbum “Alégrate porque vengo” grabado en 1988, “El quebrao”, un merengue donde refiere las comodidades que gozó cuando tenía dinero y las dificultades que está pasando ahora que se quebró y no tiene plata, que figuró en el elepé “Siempre pienso en ti” publicado en 1989, “Regreso al Valle”, un paseo folclórico donde promete que tiene que regresar a Valledupar a visitar a sus amigos, que apareció en el long play “Dios y Yo” proclamado en 1991 y, finalmente, “Paradojas de la vida”, un tema de corte filosófico donde hace reflexiones sobre la conducta humana, que figuró en elepé “Un líder y un rey” lanzado en 1992.

En Chimichagua, un viejo municipio del departamento del Cesar, situado a más de 230 kilómetros de Valledupar, nació Camilo Namén Rapalino, llamado fraternalmente Camo, el 22 de junio de 1944, justamente por los años en que la violencia bipartidista tocaba las puertas de los colombianos para cometer los crímenes más atroces que mancharon con sangre las páginas de la historia nacional. El país, regentado en ese momento por Alfonso López Pumarejo, era un conflicto permanente, y las oligarquías, liberal y conservadora, hacían sus piruetas electorales para apoderarse de la presidencia en 1946. En ese ambiente de hostilidad política nació el futuro compositor chimichagüero, quien desde niño mostró sus definidas aptitudes para el canto y la composición. Su infancia la recreó apreciando el paisaje natural, la belleza de las ciénagas y corrientes menores que fluyen por la región y, sobre todo, armando las travesuras propias de esos años. Cursando la escuela primaria, demostró ser un niño inquieto, dinámico, expresivo, cariñoso, que participaba sin temor en las celebraciones y veladas culturales que organizaba el colegio.

A mediados de los años sesenta Camilo Namén Rapalino se traslada a Valledupar, impulsado por el deseo de seguir explorando su vocación musical. En esos momentos ya los valduparenses venían gestando las primeras acciones para crear el departamento del Cesar e independizarse definitivamente del antiguo Magdalena Grande. Muy pronto, su fama de compositor trasciende y se conoce con el maestro Rafael Escalona Martínez, con quien cultiva una amistad que logra consolidarse a través de los años, especialmente, en sus frecuentes encuentros parranderos. Y también se relaciona con las autoridades del folclor y con los otros grandes compositores que desde entonces vienen nutriendo, con mucha dedicación, la música vallenata. Desde esa época se hizo popular y alcanzó la fama de ser buen parrandero, buen conversador, buen anfitrión y, sobre todo, buen amigo. En el aspecto sentimental, se considera privilegiado en el amor pues se ha casado en diversas oportunidades. Y como caso curioso tenemos que, a diferencia de los otros compositores, sus hijos mayores demuestran poco afecto por el arte musical.

Actualmente, reside en Barranquilla, la ciudad donde se siente feliz al lado de su última esposa y sus dos hijos menores, quienes, posiblemente, sean los herederos de su fabuloso talento musical. En esta ciudad, se dedica al trabajo independiente, a la investigación folclórica, a la producción discográfica y, lógicamente, a la composición. Hace algunos años, grabó un cedé con varias canciones de su autoría, vocalizadas por él. Los amigos le sobran por doquier y, con frecuencia atiende invitaciones que le cursan, sea en Barranquilla, en Valledupar o en otras ciudades, las cuales atiende complacido y aprovecha al máximo para divertirse. También, cuando lo abruma la nostalgia y lo invaden los recuerdos, se traslada a Chimichagua, su pueblo querido. Allí se reencuentra con sus amigos, con sus parientes cercanos y con la gente que lo quiere y lo valora por ser uno de los hijos más ilustres de este municipio. Y si surge alguna parranda, con toda seguridad, “Mi gran amigo”, “Recordando mi niñez” y “Recuerdos de mi pueblo” serán las canciones predilectas para satisfacer a los asistentes, durante todo el recorrido del concierto parrandero.

 

Eddie José Daniels García

Sobre el autor

Eddie José Dániels García

Eddie José Dániels García

Reflejos cotidianos

Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.

3 Comentarios


DIEGO LUIS PADILLA CAFIEL 20-03-2023 12:28 PM

En mis años de estudiante en la Unilibre de Bogotá hice una buena amistad con un hermano de Camilo y para molestarlo yo le decía que "los tiempos de la cometa" de F. Molina era mejor canción que "recordando mi niñez" de Camilo. Su reacción, lógicamente, era a favor de su hermano defendiéndolo tenazmente.De nuevo Prof.Daniels felicitaciones por su excelente crónica de vallenatología .

Armando Durán Igirio 20-03-2023 09:05 PM

Mis felicitaciones para mi apreciado amigo y colega Eddie Daniels García por esta completa y excelente crónica que hace del prolifico compositor Camilo Namen Repaldino ,autor de las más sonadas canciones Mi gran amigo y Recordando mi niñez y otras mas, grabadas por las mas connotadas agrupaciones de la música vallenata hace más de cincuenta años, pues sus letras cuando la escuchamos nos produce siempre una nostalgia. Le abono a Daniels la forma como describe en distintas facetas de estas dos relevantes canciones de este sobresaliente compositor del género vallenato romántico, además vale la pena resaltar su frutifera producción musical con el pasar de los años. Las letras de sus canciones nos remonta indiscutiblemente a nuestra niñez y los recuerdos imborrables de nuestros queridos Padres.

Manuel Herrera Lugo 21-03-2023 01:37 PM

Maestro EDDIE JOSE DANIELS GARCIA, mis mas sinceros y respetados saludos, quisiera hacer una acotacion en relacion a su muy acertada crónica que hizo sobre el también maestro CANILO NAMEN, y es que creo que le faltó mencionar y comentar la gran obra musical del maestro el gan amigo dedicada a su padre. Espero no estar equivocado. Esa que dice en el coro "mi padre fue mi gran / mi padre fue mi amigo fiel / mi padre se jugaba con migo y yo me jugaba con él. Gracias

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