Música y folclor

Don Oscar Bustamante y el caballo Pinto

Luis Carlos Guerra Ávila

03/07/2023 - 00:10

 

Don Oscar Bustamante y el caballo Pinto

 

"No es la fuerza del caballo ni los músculos del hombre lo que más agrada al Señor; a él le agradan los que lo honran, los que confían en su amor" [Salmos 147,10,11]

Entre las décadas de los sesenta y setenta, existía una tradición muy efectiva que los hombres utilizaban para conquistar a las mujeres. En aquel tiempo, tener un caballo fino equivalía casi a tener un vehículo de alta gama en la actualidad. Así que, con la frente en alto y mirando fijamente hacia el horizonte, don Óscar Bustamante lucía muy erguido con un sombrero italiano ligeramente inclinado, una camisa guayabera o de cuadros, unas botas vaqueras y unas espuelas bañadas en oro, acompañado de un caballo pinto de paso, la combinación perfecta.

Se levantaba muy temprano, saboreaba un delicioso café hecho en leña y observaba sus hatos, apreciando cada uno de los animales que formaban parte de su ganadería. A don Oscar le correspondió la difícil tarea de cuidar y educar a sus ocho hermanos, a pesar de que su padre tuvo 25 hijos. Era hijo de un reconocido ganadero llamado Eliecer Bustamante Herrera, y siguiendo los pasos de su padre, se dedicó a mejorar la raza bovina y equina.

El médico Jaime Bustamante, uno de los hermanos menores de don Óscar, recuerda la pasión de su hermano por los caballos, era tanto su afición que solía traer caballos finos de Cartagena por lotes. Entre ellos venía una vez, uno muy hermoso, de color blanco brillante con unas pintas negras, se identificó de inmediato con el caballo y decidió reservarlo bajo su cuidado.

Estaba radicado en la región de El Difícil, que en ese tiempo pertenecía a la jurisdicción de Plato, Magdalena. Cuando montaba su caballo Pinto, él mismo le colocaba los aperos. Este equipo estaba compuesto por la montura, el freno, el cabestro, la alfombra, la enjalma y las riendas. Tenía varias monturas, pero su preferida era una montura vaquera española, con un freno de bocado acerado que simulaba el níquel. El cabestro, o jáquima estaba hecho de un fino látigo para mayor durabilidad, y la alfombra era una hermosa manta tejida en algodón. ¿Y qué decir de sus espuelas bañadas en oro? Causaba mucha admiración cada vez que sacaba el caballo por las calles debido a la forma y el estilo con los que lo exhibía, y la destreza del corcel complementaba su galantería.

Así pues, llegó a la feria de Plato, Magdalena, con su caballo Pinto, y entró al pueblo por una calle pavimentada. El toc, toc que producía el sonido de los cascos de aquel ejemplar era como una sinfonía de acordes muy agradables al oído humano, lo cual hacía que la gente saliera a saludarlo, causando admiración tanto en propios como en extraños. A los lugares que llegaba, soltaba el caballo y este se acomodaba solo debajo de un árbol, y cuando se marchaba, él le hacía señas y el caballo se le acercaba.

Según varios testimonios orales de personas que lo conocieron y a quienes entrevisté, me contaron que en la feria se llevaba a cabo una exposición donde dos personas se paraban a una determinada distancia y el jinete, con el caballo galopando, hacía un ocho. Pues bien, Don Óscar se bajó del caballo y éste galopó solo, realizando la exhibición. Esto causó mucha admiración y los aplausos no se hicieron esperar, ocupando el primer lugar.

Un caso curioso que sucedió fue que cuando el caballo finalizó su actuación, lo llevaron a su pesebrera y lo amarraron a la carrocería de una camioneta solo con la jáquima puesta. Sorprendentemente, el caballo empezó a galopar y se exhibió por sí solo, como si estuviera concursando, realizando todos los pasos y demostrando sus habilidades como caballo de paso fino. La gente se dio cuenta de esto y abandonó las gradas para observar al caballo Pinto de don Óscar Bustamante.

Dentro del público había un señor oriundo de El Guamo, Bolívar, que no resistió la tentación de hacerse amigo de don Óscar. Se le presentó y le dijo:

–Mucho gusto, mi nombre es Adolfo Mercado.

Don Óscar le respondió:

–El gusto es mío.

Desde ese día, se hicieron grandes amigos. Óscar tenía fama de ser un excelente anfitrión, así que lo llevó a su finca y le mostró las caballerizas donde cuidaban sus caballos de paso fino, incluyendo el Pinto. Fue ese día cuando el señor Adolfo Mercado descubrió que a don Óscar lo llamaban cariñosamente Óscarito. Escuchó ese apodo de parte de los empleados, amigos y hermanos de Óscar. Estos acontecimientos motivaron a este compositor a inspirarse y componerle la canción "El caballo Pinto", la cual fue grabada por Alejo Durán en el año 1973.

El caballo Pinto de Oscarito Bustamante / El caballo pinto de Oscarito Bustamante

Tiene condiciones que otro caballo no tiene / Cuando oye tocar música no haya dónde pararse / le gusta tomar ron también le gustan las mujeres.

Yo no sé si será enseñado de él / O será nativo del caballo / Lo cierto es que a él le gusta beber / Y Oscarito es un hombre reservado

Ahora que la calle está muy bien pavimentada / Da gusto oír el caballo cuando repica sus cascos / No más se ven mujeres asomadas por la ventana / Quien les tiran piropos como si fuera un muchacho

Quisiera que el caballo fuera a la feria de Plato / Y yo estoy seguro que de allí vendría coronado / Es el mejor caballo que he conocido de paso / y me hace recordar mi linda sierra del Guamo.

Yo no sé si será enseñado de él / O será nativo del caballo / Lo cierto es que a él le gusta beber / Y Óscarito es un hombre reservado.

 

Tachi Guerra

Sobre el autor

Luis Carlos Guerra Ávila

Luis Carlos Guerra Ávila

Magiriaimo Literario

Luis Carlos "El tachi" Guerra Avila nació en Codazzi, Cesar, un 09-04-62. Escritor, compositor y poeta. Entre sus obras tiene dos producciones musicales: "Auténtico", comercial, y "Misa vallenata", cristiana. Un poemario: "Nadie sabe que soy poeta". Varios ensayos y crónicas: "Origen de la música de acordeón”, “El ultimo juglar”, y análisis literarios de Juancho Polo Valencia, Doña Petra, Hijo de José Camilo, Hígado encebollado, entre otros. Actualmente se dedica a defender el río Magiriamo en Codazzi, como presidente de la Fundación Somos Codazzi y reside en Valledupar (Cesar).

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