Música y folclor

Daniel Santos, desde el cielo he recibido la noticia que un ángel se ha escapado sin querer

Enrique Luis Muñoz Vélez

23/02/2024 - 06:30

 

Daniel Santos, desde el cielo he recibido la noticia que un ángel se ha escapado sin querer
Daniel Santos fue un famoso cantautor, músico y director de orquesta puertorriqueño / Foto: Wikipedia

 

Me he metido en camisa de once varas, escribiendo sobre un personaje que vivió como quiso, a su manera singular, la calle con carga de honda bohemia, a su antojo con el tropel licencioso de hacer lo que le venía en gana, templó su perfil pendenciero en bares, cantinas y cabarets; él de personalidad arrolladora, manejo del lenguaje gestual, símbolo del Caribe y América Latina como pocos actores culturales en la música, y de enorme capacidad escénica, ungida por virtud histriónica en la dramaturgia de cantar interpretando boleros con un estilo único, voz nasal y diversos géneros de la música caliente del universo Caribe.

Una camisa de once varas es una expresión medieval para indicar la ceremonia de adopción de un niño en la que aparece en escena el padre adoptivo en el rito en que la criatura tendrá un hogar con el amor y afectos de la familia. Pero, una mente ágil, hiperbólica podría suponer un tabaco grueso y largo de 84 centímetros en incendio de trabas interminables en las calles neoyorkinas, donde deambulaba con la gallada de jóvenes latinos de manera rebelde y en negación al Manual de Urbanidad y Buenas Maneras, del venezolano Manuel Antonio del Rosario Carreño Muñoz. Hace más de 60 años soy uno de sus admiradores, en él la llegada a Colombia con el apelativo de Jefe se discute aún en los mentideros donde Daniel Santos siempre será un protagonista en el palabrario de barriada como en los salones académicos, su nombre que invoca a la persona será bienvenido por los siglos con otras generaciones, en honor aunque ya no está en el plano físico, cargó con el duende que lo hace inmorible en el carisma como apalabran los andaluces que no hay razón posible para explicarlo.

El personaje y con camisa hecha a su medida se conoce por numerosos escándalos en distintas partes del mundo. Casi nada se dice de él con respecto a su nobleza y generosidad, como el haber contribuido con el dinero de la prótesis del famoso Cojo de San José en La Habana, y pagar con Bobby Capóel abogado de la defensa de la bailarina estadounidense Patricia Schmidt al matar a su amante que le daba una vida tormentosa con violencia verbal y física. Interpretó el tango Patricia, en su honor, del compositor, pianista y bandoneonista argentino Joaquín Mauricio Mora, que en sus últimos días vivió y murió en Panamá, antes había vivido en Colombia, para la época vivía en Cartagena de Indias. El tango Patricia lo más probable es que haya sido compuesto en Cartagena, Medellín o Panamá. La   entrega por las causas justas de vivir en una mejor sociedad lo llevó a cargar la pesada cruz de ser perseguido político por diferentes gobiernos de América y hostigado por el gobierno americano como agente comunista por la CIA y el FBI.

Nació en Puerto Rico y el arte le dio carta abierta de nacionalidad universal. En Radio Progreso, en el Programa Cascabeles Candado, especie de comedia radial en vivo, inicia, de manera exclusiva, con La Sonora Matancera, su ascendencia a la gloria del reconocimiento cubano y pueblos del Caribe. Luego, en la transmisión radial en Cuba fue bautizado como El Anacobero, voz ñáñiga que significa diablillo, en Radio Habana Cuba (RHC) Cadena Azul de Amado Trinidad Velazco, en el programa Bodas de Plata Partagas, una marca de tabaco doblado patrocinador del evento radial. Fue el locutor Luis Villarder con el fondo musical del tema Anacobero, una guaracha del pianista puertorriqueño Andrés Tallada, quien lo anunció: Señora y señores, con ustedes El Anacobero. Corría el año de 1946 y se presagiaba como estrella fulgurante de La Sonora Matancera. Lo de El Inquieto Anacobero vino después por el tropelín de escándalos en el mundo prostibular.

En Medellín le pusieron en pila bautismal apócrifa: El jefe, con los aromas de fogatas a matarratón con características a pollo asado. El imaginario popular sostenía que fue en el Bar El Perro Negro del barrio Guayaquil-Medellín, donde avalaron la jefatura, dicho por el propio Daniel Santos. Sin embargo, el profesor en ciencias sociales, José Portaccio Fontalvo, ha sostenido que fue en Barranquilla, a su llegada por primera vez a Colombia, el 31 de mayo de 1953, donde lo identificaron de esta manera. Al respecto, afirma Portaccio: “ya nosotros lo identificamos como El Jefe” -. (Ver, El que canta olvida su dolor 11. Centenario de Daniel Santos). Documento facilitado por el coleccionista e investigador musical, Pedro Ricardo Rodríguez Navarrete, tomado de https://acm-cali.jimmpfree.com/puerto-rico/daniel-santos/discografía-daniel-no-2/

Daniel Doroteo Santos Betancourt, como era su nombre de pila, marcó con tinta indeleble a muchas generaciones a través de su canto y la manera de marcar sus fraseos en las consonantes, también tuvo la característica de enfatizar arrastrando las vocales. Los seguidores legionarios fervorosos del cannabis lo imitaron en sus hablas de esquinas. Copiado por otras voces del cancionero americano, pero nunca superado.

El precioso sello de Cubanía

Daniel le pudo decir al mundo con sentido orgullo que él era del Caribe, de manera preferente, de las islas de Puerto Rico y de Cuba. A esta última la sintió a piel limpia como su otra patria; así mismo, lo vieron los cubanos como uno de los suyos, incluso, dicen ellos que, otro como él sería imposible que suceda.

Pues bien, él ha propiciado una serie de mitos populares regados como verdolaga en la playa. Personaje peleado por la historia social y cultural de América y por la mítica popular caribeña, en cuyo imaginario colectivo el pueblo a pie lo ha sabido seguir desde Cuba por la feligresía procesional de la bacanería universal, sin perder el amorío de cubanía en su forma de interpretar la canción. Unión del sentimiento popular de esta isla y la de Puerto Rico, que puso alas para volar como pájaro cantor.

La prensa cubana, sobre Daniel Santos, dijo, en Bohemia, Carteles y Variedades, que en la vida encarnó al hombre en las páginas de farándulas como la crónica roja del bajo mundo. Que tipificó en su carrera artística la expresión del cantante díscolo, rebelde y arrabalero. Sin embargo, nada de esos adjetivos le bajaron el mercurio de temperatura carismática, amado por mujeres y seguidores de su trayectoria de ser artista indispensable.

Ciudadano del mundo. El pasaporte tenía todas las referencias en tinta roja de ser incómodo para el FBI y la CIA; sin embargo, la socialdemocracia de la bacanería iberoamericana lo hizo santo de su devoción desprejuiciada y la inventiva popular en vida, lo puso en ascenso celeste por su grandeza, en la manera de interpretar el cancionero continental con base en el bolero, la guaracha, la rumba, el cha cha cha, la bomba, jíbaro, el merengue, salsa, calipso, kompas, la conga haitiana, el guaguancó, vallenato, rock and roll con su baile derivado el twist y tangos.

La personalidad artística del Anacobero cautiva lo mismo su forma de ser y haber vivido los tormentos huracanados de la calle, donde fue un activo protagonista del diario vivir, desde edad de 14 años, y ser marchante del destino elegido. Daniel Santos ha sido quizás el mayor referente del Caribe, predilecto personaje del teatro callejero, exigente en el camino duro de su vida, presentó variadas aristas, hoy objeto de múltiples estudios de sociología en el trajinar de su vida hasta el 27 de noviembre de 1992 cuando elevó anclas hacia el mar de la eternidad.

La importancia del Anacobero sedujo a periodistas y escritores tales como: Héctor Mujica, El Inquieto Anacobero: Confesiones de Daniel Santos; Salvador Garmendia, El Inquieto Anacobero y otros relatos; Josean Ramos: Vengo a decirle adiós a los muchachos, y Luis Rafael Sánchez: La importancia de llamarse Daniel Santos, entre otras plumas prestigiosas. A la lista hay que sumarle a Daniel Santos: Mi vida Entera de Danilu Santos, hija del Jefe. Daniel Santos: La Habana que hay en mí de Sonia María Fernández.

La isla del Encanto

El encanto de Daniel estuvo en la recia personalidad mostrada en múltiples escenarios del mundo, este hijo predilecto de la isla de Puerto Rico ha sido el pretexto ideal para hablar de un hombre síntesis del resaber del Caribe. En 1974 fue presentado en su salsa condimentada con los ingredientes del mar Caribe, en el programa de la Televisión de Puerto Rico con la Orquesta de Mario Hernández en Supershow Goya, cantó en español e inglés, donde mostró una vez más con lujo de detalles la capacidad actoral al interpretar Una Casucha en el Viejo San Juan, en ambos idiomas.

Para las personas que nunca jugaron a la impostura, Daniel Santos ha tenido miles de seguidores en los más apartados rincones de América, notoriedad indiscutida y celebrada unánimemente por la legión de admiradores en los lugares donde era presentado. Para gozar La Habana, al interpretar el tema, el público enloquecía de cuerda alegría. En sentido contrario tampoco escondió el dolor personal y el de América Latina cuando en 1942 fue incorporado en el ejército de Estados Unidos a pelear en Japón en la Segunda Guerra Mundial, donde muchos de sus compatriotas no regresaron y otros lisiados y enloquecidos por la brutalidad de la beligerancia. Lloraba recordando a su madre y las otras madres anónimas del universo que sufrían el dolor de sus hijos muertos en esta guerra. Existen muchas páginas por donde corría la tinta de miles de actuaciones en el mundo artístico donde se presentó con todos los pergaminos del magisterio de la cancionística del Caribe insular, continental y de un Caribe que trasciende toda geografía, como el cultural del Callao en el Perú.

De la cosecha autoral del mejicano Pedro Galindo Galarza interpretó Daniel Santos, el bolero Virgen de Media Noche:

Virgen de media noche.

Virgen, eso eres tú.

Para adorarte toda.

Rasga tu manto azul.

Señora del pecado.

Cuna de mi canción.

Vine arrodillado.

Junto a tu corazón.

Incienso…de besos te doy.

Escucha…mi rezo de amor.

Oración en la que conjuga el rito mundano con el de la plegaria celestial, divinidad y pecado, angelidad versus animalidad lujuriosa de la carne.

De Pedro Flórez interpretó “Amor Perdido” sin saber que el compositor estaba presente en el escenario del Cuban Casino en Nueva York, allí atrapó con su canto a uno de los mejores compositores de América y enrumbar el camino artístico por los senderos esquivos de la encumbrada fama.

Amor perdido

Si como dicen, es cierto que vives dichosa sin mí.

Vive dichosa.

Quizá otros labios, te den la fortuna.

Que yo no te di.

Colombia en las coordenadas del Amor

Fue en Barranquilla su primera presentación, después de haber sido traído por el empresario Roberto Esper con el acompañamiento de La Sonora Matancera, de acuerdo con las notas periodísticas de Marco T. Barros Ariza en el Periódico La Libertad. Por su parte, Heriberto Fiorillo en El Tiempo donde deja una nota alusiva al Anacobero publicada en 2017, indicando que grabó un jingle promocional de Almacenes Robertico: Almacenes Robertico, donde usted compra como pobre y come como rico.

En Barranquilla tuvo el acompañamiento de La Sonora Matancera y en otra oportunidad la Sonora del Caribe de los hermanos César y Alfredo Pompeyo para promocionar el tema El 5 y 6 grabado por el grupo barranquillero.

En Cartagena, como en el resto del país jamás se le vio como un foráneo, era uno más de los nuestros, contratado por Antonio Fuentes para grabar con su sello familiar: Los Diplomáticos, La Sonora Marinera, Los Anacoberos, La Sonora Malecón Club y la Orquesta de Pedro Laza.

Mario Jursich y Alberto Salcedo Ramos, destacados periodistas y ensayistas, no escapan al embrujo de El Jefe, en el programa radial Del Canto Al Cuento por Radio Nacional de Colombia, cada sábado, para alegrarnos la vida; ellos se valen de la música para dar a conocer historias. Han contribuido con anécdotas a señalar, con detalles ciertos, aspectos de este Santos que no oficia en los altares de la iglesia católica. Jurisch hizo referencia ante una pregunta a quema ropa de un periodista: “¿Es verdad, Daniel, que Puerto Rico es una colonia? No, chico, Puerto Rico es un perfume”. En ese tono, Alberto Salcedo comentó otra anécdota que anduvo de boca en boca, donde se le preguntaba sobre el consumo de la marihuana. El Inquieto Anacobero respondió: “Oye, chico, tengo 53 años de estar fumando marihuana y no me he enviciado. Oye, no sé de dónde han sacado eso de que la marihuana envicia”.  La gracia del anecdotario bien contado de Jurisch y Salcedo Ramos son joyas y pedrerías de bocas sabias, amenas en promover a un hombre que hay que verlo, oírlo, estudiarlo y sopesarlo desde una dimensión del discurso estético.

 Y qué decir de Gabo. En Relato de un náufrago, en 1955, ya Gabriel García Márquez deja plasmado el nombre de Daniel Santos – el náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer y beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre, se llamaba Luis Alejandro Velazco-.  Aparece en el relato el marinero Ramón Herrera de Arjona Bolívar, el mejor amigo de Velazco, tocaba tambor, cantaba e imitaba a Daniel Santos. Por vez primera un escritor promesa para la época le daba mención al cantante de la Isla del Encanto que gozaba de rotundo reconocimiento en toda América.

Gabo comentó para la revista Semana que era seguidor desvergonzado de Daniel Santos, mientras otros intelectuales lo hacían a escondidas, no se atrevían a confesarlo, sentían vergüenza que el público lo supiera. El Anacobero estuvo atento que el hijo de Aracataca escribiera su biografía.

El compositor Pedro Flórez fue el ángel del Anacobero e Irresistible, el bolero que tuvo el cuño de lo divino y lo humano. Daniel Santos era el intérprete ideal, la voz privilegiada y el manejo escénico para darle el toque en el juego de imágenes que canta lo terrenal con el vuelo mágico de lo sublime.

Desde el cielo he recibido la noticia que un ángel ha escapado sin querer/Y que anda perdido por la tierra/ lo que tiene es que se viste de mujer.

En Colombia, mientras el pueblo elevaba al Jefe a alturas celestiales, Monseñor Builes lo satanizaba, lo maldijo, desde el púlpito alentaba a su feligresía a no comprar su música, a no escucharlo porque encarnaba al diablo mismo, detrás de bambalinas digo yo en baja voz, quien olía a azufre era el prelado Builes. Daniel traía los perfumes de la Isla del Encanto.

En noviembre de 1984, lo vi por última vez en la Plaza de Toros La Serrezuela del barrio San Diego de Cartagena, en compañía de Gustavo Duncans, padre, Erney Barrios y Alfonso Múnera Cavadía. La noche de ronda la abrió un esquelético cantante, parecía un alma en pleno, era Joe Arroyo, que hizo de telonero, quien tenía escasos meses de haber salido del Hospital Universitario de Cartagena.  Luego se presentó Orlando Contreras, vestía de negro, quien con su timbre de tenor puso a vibrar a los asistentes en que el pecado se hacía canción. El cierre con el Anacobero vestido de marrón subido como el mismo entusiasta canto de la noche ruidosa por la algarabía delirante de la fanaticada del Jefe, de sus apasionados seguidores porque Quien canta dice mucho y sufre poco.

 

Enrique Luis Muñoz Vélez

1 Comentarios


Berne Antonio González Villegas 23-02-2024 04:55 PM

Considero que más que una biografía es este documento un reconocimiento a este hijo del Caribe que paseo por las Américas su talento. Excelente recopilación de datos bien fundamentados de parte del investigador musical Quique Muñoz que nos ilustre sobre aspectos muy pocos conocidos de la vida y obra del Jefe.

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