Ocio y sociedad
De la ruta de la gasolina a la ruta de la almojábana
A Luis Carlos Montejo Vega lo encontré en ‘la plaza de las almojábanas’ del municipio de La Paz, Cesar; como es costumbre de los vendedores de estos panecillos preparados con maíz, queso, azúcar, leche y bicabornato de soda, tenía su platón en la cabeza y junto a otros caballeros ofrecía su producto a toda persona que se ubicaba en esa zona.
Se muestra tranquilo. A diferencia de los demás tiene un paso lento. Junto a su esposa se levantó a las dos de la mañana para preparar lo que les permite sostener a sus cinco niños. A las 5 y 30 llegó a la plaza. En ‘el pico y placa’ establecido por la alcaldía municipal para los vendedores de almojábanas ese día les corresponde trabajar a los hombres. El día siguiente trabajarán las mujeres.
Al finalizar la tarde regresará a casa con los pesos necesarios –no suficientes- para sacar a su familia adelante. Es tentado por quienes le ofrecen vender combustible de procedencia extranjera. “Aquí en La Paz la verdadera mina es la gasolina”, me dijo. Sin embargo, Luis Carlos no quiere repetir historias: solo hace un mes salió de la penitenciaría de alta y mediana seguridad de Valledupar donde permaneció siete años privado de la libertad. ¿La razón? La venta ilegal de gasolina. Lesiones personales, secuestro simple y hurto calificado y agravado, fueron los delitos por lo que lo responsabilizaron.
“Veníamos de Valledupar, allí habíamos dejado la gasolina pero ya nos tenían fichados. La Policía se atravesó y nos cogimos a golpe. Caí en desgracia”, comentó.
Luis Carlos Montejo Vega tiene 35 años. Nació viendo a su madre hacer almojábanas. Desde niño estuvo en el negocio pero al pasar el tiempo ingresó al mundo del contrabando de gasolina. “Es que con el combustible me iba mucho mejor”, manifestó refiriéndose a las ganancias.
Me contaba su historia mientras nos dirigíamos hasta una casa donde había un horno, la intención era conocer el proceso de cocción de las almojábanas. “En este momento están quemando la leña. Ese bollito que usted ve ahí lo están probando para verificar si está bueno de soda, con eso se conoce si la masa está en su punto, de ahí proceden a hacer las almojábanas. Para hacerlas la masa se pone encima de hojas de plátano y se le da forma. Después que se quema la leña, se aparta la brasa y se hornea con la temperatura del horno, de esta manera queda un producto delicioso”, explicó.
De regreso a ‘la plaza de las almojábanas’ comprendo la razón de su paso lento. Estando en el centro carcelario se presentó una riña y resultó herido en el testículo. Fue sometido a una cirugía y “ahora es como si tuviera una piedra de gran tamaño”, comentó sintiéndose incómodo al hacerlo. En busca de ayuda desviamos nuestro camino y nos acercamos a la alcaldía municipal donde la secretaria de Gobierno, Gloria Gómez, se comprometió a agilizar los trámites correspondientes para que el Inpec le garantice los servicios de salud.
Luis Carlos fue condenado a 12 años, tiene libertad condicional. Actualmente, confía en la ayuda prometida, reconoce su error al vender de manera ilegal gasolina y está decidido a continuar ganándose la vida de la forma honrada como le enseñó su madre… vendiendo almojábanas.
Herlency Gutiérrez
@HerlencyG
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