Ocio y sociedad

Zambrano, tierra de vocación agropecuaria y algodonera en la Guajira

Alcibiades Nuñez

15/03/2022 - 04:55

 

Zambrano, tierra de vocación agropecuaria y algodonera en la Guajira
Recolección del algodón en un cultivo de Zambrano, corregimiento de San Juan del Cesar / Foto: Alcibiades Nuñez

 

Zambrano es un corregimiento del municipio de San Juan del Cesar (Guajira), ubicado a 10 minutos de la cabecera municipal. En las décadas del 60, 70 y 80, sus habitantes se dedicaban a las actividades agropecuarias, aprovechando que sus tierras fértiles eran aptas para los cultivos de yuca, frijol, maíz, patilla, melón, ahuyama y algodón.

En ese entonces, había varios agricultores que cultivaban algodón, entre ellos podemos mencionar a Lenchito Fernández, en los ceibotes, mi abuelo Juan Bautista Nuñez Orozco (tita) y mi padre Juan Bautista Nuñez Amaya, en Buenos Aires y el Totumito, tío Camilo en los Trupios y el Cañito, tío Mando en los Jobitos, Antenor Orozco, Enrique Orozco y Naldo Orozco en el Cerro y Carmona, Rafael Plata en los Derramaderos, Alcides Daza, en la Majagua y Carreto Cerrado, Enrique Daza en el Cadillal, Hernando Orozco en Mocolú, Gracia Gutiérrez en Rastrojito, la vieja Ana y Francisco Fernández en el Carbonal, Chumita Daza en los Ceibotes y la Majaguita, Naldo Maestre en el Cerro, tío Chumita y Miro Oñate en la Majaguita, Juan Carlos Orozco en el Cerro, Francisco Gutiérrez en el claro de los limpios, Daniel Maestre y Jaime Daza en cercadillo, Luis Meguin en el Cerro, Tío Alberto en los Fogones, Juan Fernández en los Pósitos, Mario Mendoza en los Ceibotes y en el Hatico de Genara entre otros.

El año pasado, el primo Hugues Nuñez decidió sembrar algodón en las 3,5 hectáreas de su parcela llamada “Los Fogones”. Me enguayabé mucho cuando vi ese hermoso cultivo del “Oro blanco” ya que, durante mi niñez, juventud y adolescencia, yo al igual que mis hermanos, vecinos y familiares, crecimos junto al algodón. Desde muy pequeño aprendí con mis abuelos, tíos y hermanos las diferentes labores que demandan el cultivo de algodón, aprendimos a realizar la socola, la quema, la siembra, resiembra, el raleo, la limpieza, fumigación, la recolección, empaque y comercialización de la fibra.

Recuerdo que, cuando llegaban las vacaciones de fin de año en noviembre, ya los campos de algodón se veían como copos de nieve vestido de blanco. En mi hogar, en esos tiempos la vieja yiya nos levantaba a las tres de la mañana a moler el maíz para preparar el desayuno cuyo menú eran unos bollos limpio o arepas de queso con carne molida y café con leche, también llevábamos panela, pan, galletas o mogollas con queso y bocadillo como meriendas para el mediodía o la tarde. A las 5 de la mañana nos embarcábamos en la 350 Ford del señor Miguel Cuello, con rumbo a Carujo, un paraje cercano al Tablazo. Allí estaba un campo de algodón de 80 a 82 hectáreas, cada calle de algodón tenía un kilómetro, apenas llegábamos cada uno apartaba una o dos calles y empezábamos la faena, el capataz era la persona encargada de administrar todo el proceso de recolección del algodón, él se encargaba de entregarnos a cada recolector 4 sacos blancos de algodón y llevaba el registro en un libro de cada saco que entregaba a cada recolector. Utilizábamos un campeón que era una suela de llanta de carro que servía para sujetarnos la bolsa de algodón donde depositábamos el algodón que recolectábamos y las otras 3 bolsas las sujetábamos a nuestro cuerpo con un cordón, desde la mañana hasta la tarde cargamos un pucho colgado a nuestro cinto, el cual íbamos llenando con el algodón recolectado.

Cada vez que se llenaba un pucho lo atesábamos con las manos hasta que la lona estaba llena completamente, la dejábamos en el corte y nos colgábamos otra bolsa para seguir la recolección, para hacer más amena esta actividad conversábamos, contábamos chistes y anécdotas con algunos familiares y amigos como Aurelio, Alfredo El Pale, Juan Daniel, José Elías, Afranio, Arnoldo, Ramiro, Armando, Guillermo, Dorismel, Rafael José, Algemiro, Hugues, Elver, Reginaldo, el negrito, Rodrigo y Humberto, sobre las anécdotas, historias, otras veces cantábamos o chiflábamos las canciones de Alfredo Gutiérrez como anhelos, Festival en Guararé y ojos verdes, de los hermanos Zuleta, la cita, la polaca, te sigo esperando y ojazos negros, de Jorge Oñate, el Jardincito, el cantor de Fonseca y las bodas de plata, de Pedro infante, Tu enamorado, flor sin retoño y que suerte la mía. A las 4 de la tarde terminaba la jornada. Había algunos recolectores muy buenos que alcanzaban a recolectar de 100 a 120 kilos, como el negrito de tía Cándida, Rodrigo Daza, Elver, Reginaldo mis hermanos Juan Daniel y José Elías, mientras tanto yo, Aurelio y Hugues alcanzábamos a recolectar unos 60 a 70 kilos diarios.

Esta recolección del algodón era una actividad que representaba un ingreso familiar de mucha ayuda ya que con los recursos que obteníamos la vieja Yiya y Juan Daniel lo invertían para surtir la tienda y para comprar vestido para Navidad y Año nuevo, además para comprar los útiles escolares para el año siguiente.

El cultivo del algodón le trajo algunos beneficios a San juan del Cesar y a Zambrano ya que generaba mucha mano de obra, para los dueños de las maquinas (John Deere, Massey Ferguson y Ford 6600), maquinistas y auxiliares, para los capataz y obreros que realizaban todas las labores del cultivo.

 

Alcibíades Núñez Manjarres

Sobre el autor

Alcibiades Nuñez

Alcibiades Nuñez

Crónicas del profe

Contador público, magister en Gerencia Financiera, docente de la Universidad de Pamplona y docente en varias instituciones educativas de la Guajira.

@anuma601

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