Opinión
Oigan señores…
La interesante controversia que suscitó mi columna ¿Derechos vacunos o derechos humanos?, dio lugar a un ejercicio democrático muy educativo que movilizó a un amplio sector de la ciudadanía. Me alegra que la mayoría de los que se expresaron por las emisoras y las redes sociales entendieron la médula del debate: dónde invertir los recursos públicos.
Los aduladores trataron de ganar indulgencias con el Gobernador presentándome como su enemigo. Nada más ajeno a mi opinión. Otros intentaron convertirme en el malqueriente del gremio ganadero, aunque mal podría serlo quién pertenece a una familia con cien años de tradición en esta actividad.
Los más sensatos adujeron que se necesitan escenarios que ayuden a promocionar las diversas actividades económicas. Estoy de acuerdo. La diferencia radica en que digo que no es con dineros públicos que deben construirse. Si los ganaderos y otros sectores de la producción quieren un coliseo multipropósito deberían construirlo con su propio patrimonio. Corferias, en Bogotá, es una entidad privada cuyo mayor accionista es la cámara de comercio.
Tampoco se debe exigir a la alcaldía de Valledupar hacer el centro de convenciones que con urgencia necesita la ciudad. Algo que, a mi juicio, también debe resolver el sector privado, principalmente el hotelero. Los centros construidos por los entes territoriales en otras ciudades están en quiebra. ¿Para qué repetir lo que en otros lugares no ha funcionado? El Estado tiene otros fines: solucionar los problemas de salud, educación, saneamiento ambiental y agua potable.
Si viviéramos en un país desarrollado con sus necesidades básicas satisfechas, vaya y venga. Pero aquí con indicadores sociales catastróficos es infame utilizar los escasos recursos públicos en estas obras, en lugar de resolver primer las penurias sociales y económicas que impiden a la mayoría de los cesarenses disfrutar de una vida digna. No saldremos nunca del atraso y la violencia con estas decisiones absurdas.
Oigan señores: hay casi 500 mil personas que viven, en la pobreza y con hambre, excluidas del progreso; con bajos niveles de educación o iletradas; marginadas del buen vivir; con niños desnutridos; casas con piso de barro y sin agua potable. ¿Es esto acaso el desarrollo? ¡Por Dios, el desarrollo es humano o no lo es!
Somos uno de los departamentos más desiguales del país. Trabajemos para construir una sociedad con igualdad de oportunidades para todos donde la clase media sea mayoritaria. Es increíble que después de las violencias padecidas se insista en un desarrollo excluyente y elitista. ¿Por qué no consultar la opinión de la gente y elaborar presupuestos participativos?
Rodolfo Quintero Romero
@rodoquinteromer
Sobre el autor
Rodolfo Quintero Romero
Causa común
Rodolfo Quintero Romero. Agrónomo. Máster en Economía, especialista en Derecho del Medio Ambiente y Profesor Universitario. Su columna nos invita a conectar con la actualidad cesarense y entender los retos a enfrentar para lograr un crecimiento sostenible y duradero en el departamento.
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