Opinión

En estos pueblos de Dios

Diógenes Armando Pino Ávila

12/02/2016 - 04:30

 

En estos pueblos de Dios, regados en la geografía de este Caribe fiestero, poblado de gentes alegres de comportamiento desenfadado; en estos pueblos del Caribe colombiano la vida transcurre lentamente, las distancias son más cortas y el trato entre las personas es más directo, no nos gustan los protocolos, nos tuteamos en el trato con conocido y con el que acabamos de conocer, somos francos y abiertos.

El hombre de la costa Caribe de Colombia es en esencia un hombre creador y aunque parezca ser un conformista, no lo es, lo que pasa es que a diferencia del resto de colombianos, el costeño muestra su inconformismo de una manera diferente, por ejemplo, si no le gusta tu nombre, te lo cambia, te rebautiza con un apodo y listo, con desfachatez de ahí en adelante te llama por el remoquete que te puso, andando el tiempo todo tus conocidos te llamarán así y al final te acostumbras que te llamen por el sobrenombre.

Hace treinta o más años, llegó una empresa a Tamalameque con el propósito de construir la carretera Tamalameque-El Banco-Pinto, con ellos trajeron gran cantidad de trabajadores del interior del país, ellos se asombraban de la forma como se llamaban entre sí los tamalamequeros, pues era normal escuchar llamados a «Manteca de burra», «Martín kolino», «Bigotegato», «Juan Platino», Pica-pica», «Mafufo», «Casifeo», «Culeperro», en fin los tamalamequeros se llamaban entre sí por los apodos, incluso a algunos le llamaban por su propio nombre y le apedillaban con el nombre de la mamá: «Fermín Dionisia», «Chiqui Felicidad», «Sandra Bony», «Sandra Ligia», «Sandra Eva».

Andando el tiempo, ya entrados en confianza con los interioranos comenzaron a llamarlos por apodos y era común llamar a «Ligerito», «Me voy cagando», «El eléctrico», «Timbo grande», «Cara’enalga», «Siete polvos», «Pichaloca». Uno de los cachacos, como llamaban a los interioranos en general, era malgeniado y pendenciero, permanentemente estaba amenazando a los costeños, un día en un descanso en el trabajo se le ocurrió decir que el que le pusiera un apodo a él, era hombre muerto, pues nada le importaba darle tres o cuatro puñaladas y largarse para su tierra, un tamalamequero apodado «Fermín Dionisia» lo escuchó y en forma socarrona le dijo: ¡Serás el único! De ahí en adelante todo los trabajadores le llamaron así, «El único» y el cachaco se moría de risa, pues le causó gracia la forma tan sencilla y original como le bautizó Fermín.

El costeño nunca está conforme con el nombre de las cosas, por eso las llama por otro nombre, veamos a las burras las llama polencas o menecas; a las piedras las llama merolas o peñones, a la mamá la llaman La vieja, a Barranquilla la llaman Quilla o La arenosa, a Tamalameque sencillamente los llamamos Meque, a Chiriguana le dicen Chirigua, a la cárcel de máxima seguridad de Valledupar se le llama La Tramacúa, en fin a todo le queremos llamar por otro nombre, nunca estamos conforme con los convencionalismos existente, queremos innovar, crear, dejar volar la imaginación, siempre en la mamadera de gallo que es la vida de la costa.

El costeño enfrenta la vida con alegría, como si fuera una fiesta y su obligación es gozársela, por eso somos fiesteros, alegres, dicharacheros, informales, francos y directos, es una equivocación decir que el costeño es flojo, no, no lo es, el costeño trabaja a un ritmo diferente, pues las inclemencias de un clima soleado con altas temperaturas le obliga a hacer pausas para renovar sus bríos, pero en ese ínterin socializa, contando cuentos, charlando, mamando gallo con los compañeros de labores, pero de que trabaja, trabaja, ya quisiera ver a cualquier interiorano trabajando bajo nuestro brillante sol a temperaturas cercanas a los cuarenta grados.

El costeño no desaprovecha ninguna oportunidad para hacer relajo, para mamarle gallo a la vida, es tal su alegría que por eso ha poblado de fiestas su calendario, Festival vallenato, festival de cumbia, festival del porro, festival del burro, festival de tamboras, festival del mango y hasta festival de panochas en Rinconhondo. ¿Quién dijo que somos flojos? Flojos no, en estos pueblos de Dios somos fiesteros y dejen de joder.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

@Tagoto

1 Comentarios


BERTHICA DIPPE 13-02-2016 11:08 PM

El autor hizo un perfecto retrato del individuo de la Costa Caribe de Colombia Me gusto su narrative y el buen uso de las palabras regionals, Felicitaciones.

Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Editorial: Un nuevo TEDx en la Guajira

Editorial: Un nuevo TEDx en la Guajira

No es la primera vez que la Guajira acoge un TEDx, ya en 2015 se celebró una edición con resultados muy positivos, y el simple hech...

En las redes se guerrea

En las redes se guerrea

  Esto de las redes sociales no deja de ser algo curioso donde se dan hechos interesantes dignos de analizar, comentar y manifestar e...

Balance general del Festival Vallenato

Balance general del Festival Vallenato

Ejecutada la versión 47 del Festival de la Leyenda Vallenata y como es costumbre nuestra, dedicaremos este espacio a efectuar el balan...

Oficina de Cultura, sigue expectativa

Oficina de Cultura, sigue expectativa

En el Plan de Desarrollo Municipal 2012-2015 quedó inserta la transformación cultural y artística de la capital del Cesar, con respo...

Las historias que mamá contaba

Las historias que mamá contaba

  Mi madre, a sus más de ochenta años, tenía en su mente un cúmulo de recuerdos. Hablaba de ellos con la facilidad de quien los h...

Lo más leído

La historia detrás de la canción “La piragua” de José Barros

Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi | Música y folclor

La Muerte de Abel Antonio

Álvaro Rojano Osorio | Música y folclor

Los mejores comienzos de novela en español

José Luis Hernández | Literatura

El discutido origen de la arepa

Redacción | Gastronomía

Gabo Niña, Gabo Mujer

Yarime Lobo Baute | Opinión

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados