Opinión

¿Dónde están los aparatos?

Andy Romero Calderon

25/11/2016 - 06:00

 

Como bien se aprecia en la síntesis de la canción de los hermanos Zuleta titulada “Costumbres Perdidas” –una excelente obra musical donde se hace una nostálgica añoranza al desconocimiento de las bases de la familia en la actualidad y también resalta la desaparición de nuestros amigos “Los aparatos” de los caminos–, este mundo con afán de girar cada vez más rápido aniquila todo rastro de inocencia que debió quedarnos después de la niñez.

Sé que muchos -igual que yo- no han logrado superar el hecho, y mucho menos perdonar aquel amigo de infancia que con pruebas nos hizo entender que el Niño Dios no existía, que Papa Noel era más una marca comercial, que algo real y que el cumplimiento de nuestras pretensiones en las cartas navideñas, dependía del sueldo de nuestros padres. Después de eso, diciembre nos brindó su otra cara, nos arropó el manto de la vida chévere y del trago escondido, llegó la  irresponsabilidad  “justificada” con el cambio de etapas.

Es historia de pueblos hablar de Aparatos (aparición que es una Figura irreal e  imaginaria,  que alguien cree ver; especialmente, imagen de una persona fallecida o animal). Muchas personas pueden dar testimonio de la existencia de estos seres de otros mundos que deambulan en el nuestro, casi que infaltables sus apariciones cuando desobedecíamos órdenes de nuestros padres, acto que no era muy común, gracias a la inocencia que nos ataba a un buen comportamiento.

Con las noches llegaba el temor, mucho más creciente en aquellos que estaban obrando mal o simplemente no quisieron hacer algún oficio en sus casas. Me ha sorprendido  llegar a mi pueblo y darme cuenta que ningún niño habla de los Aparatos, a nadie le ha salido de noche en una calle sola un perro negro. Ya no quedan relatos de que, después de irse a una fiesta sin permiso; fueron atacados de regreso a casa por un alma en pena con forma de mujer con harapos blancos y mucho menos una sobre las cartas que le enviarán al Niño Dios.  

¿Para donde se fueron esos veedores de las buenas costumbres?

Hoy hacen falta. La evanescencia del miedo hacia los espantos, se lo atribuí a mi ida a la ciudad, pensé que eran cosas de pueblo que a la urbe no llegaban, ni se consentían creencias pueblerinas. Después de indagar sobre el tema, me enteré que no era solo cosas de pueblos, en las ciudades también actuaban estos dantescos pero fueron desplazados por la llegada de la televisión y la internet que se encargaron de relegar de sus dominios aquellos engendros que vivían del miedo de los inocentes. Toda esta tecnología se encargó de exponerlos al ocaso. Entendí que, cuando salí de mi pueblo a la ciudad, creí solo dejar por ese tiempo los aparatos, sin saber que ya cuando quisiera volver, abrían sido desterrados de sus últimos dominios.

Sé que muchos queremos volver a tener esa inocencia que mantenía el respeto a los mayores, entre muchas otras virtudes que perdimos al remplazar por mundo, el espacio que dejaba la marcha de la inocencia. Imaginemos que volvieran esos guardianes del bien, el comienzo sería un caos total, caravanas de espantos atacando a personajes  corruptos, noches trágicas para los indecentes y la zozobra de los amigos de lo ajeno al ver que su aliada se convertiría en su pesadilla. Una gran cantidad de apegados a los malos hábitos políticos tendrían mucho de que arrepentirse arrodillados orando al verdadero Dios y no al ídolo del signo peso que irresponsablemente han adoptado.

La falta de temor nos lleva a actuar muchas veces mal y de forma desmedida. Somos un caballo desbocado, un país sin gobierno, un gobernador sin Contralor…  perdón: sin control, etc. Cuando actuamos mal y nos arrepentimos, “amalayamos” no tener una “Llorona Loca” que nos amenace con aparecer, pero somos de momento inconscientes, ya no le tenemos pavor a ella y mucho menos creemos en el Niño Dios, se nos dañó la inocencia.

 

Andy Romero Calderón

Vallenato de Guacoche

@andy_romeroc 

Sobre el autor

Andy Romero Calderon

Andy Romero Calderon

Vallenato de Guacoche

Vallenato de cédula, guacochero de nacimiento. Ingeniero de sistemas de la Universidad Popular del Cesar. Me gusta la buena crítica y política, sin caer en sus vicios y hasta donde los argumentos me dejen llegar. Amante de la buena música y no de un género en específico. El silencio es, después de la palabra, el segundo poder del mundo.

@andy_romeroc

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Lecciones tempranas del Covid-19

Lecciones tempranas del Covid-19

Enfrentar la emergencia social que ha producido la incesante propagación del virus Covid-19 a nivel nacional e internacional no ha sid...

A proteger el vallenato clásico

A proteger el vallenato clásico

Con la expedición de la Resolución 1321 del 26 de Mayo del presente año, mediante la cual “se incluye la música vallenata tradici...

De los gozos al Santo Ecce Homo (II)

De los gozos al Santo Ecce Homo (II)

La devoción, pero sobre todo la fiesta del Santo Ecce Homo de Valledupar constituye un fenómeno sociológico en mora de estudio. Comp...

El lobo estepario no come espinacas

El lobo estepario no come espinacas

  Desde detrás de la hilera de arbustos que rodeaba el manantial, Popeye contempló al hombre que bebía. Popeye había visto como...

El país de las maravillas Vs el país real

El país de las maravillas Vs el país real

  Escuchando el tono altivo, de cabo tropero, que dio el presidente Duque diciendo “Colombia no para ante las amenazas de ningún g...

Lo más leído

La Muerte de Abel Antonio

Álvaro Rojano Osorio | Música y folclor

Origen del Festival de la Leyenda Vallenata: un viaje en el tiempo

Simón Martínez Ubárnez | Música y folclor

La parranda vallenata como un ritual de amistad

María Ruth Mosquera | Música y folclor

La Parranda vallenata

Carolina Rosa Guerra Ariza | Patrimonio

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados