Opinión
Editorial: La cultura del amor al árbol
Ciertos elementos tan naturales como el árbol han perdido su espacio en nuestras ciudades. De pensar en ellos como elementos esenciales de la vida diaria, e integrarlos en nuestros planos de desarrollo, hemos pasado a considerarlos como obstáculos.
Así es como de esos lugares en los que destacaban los árboles nativos o simbólicos de la región, esas avenidas, calles y plazas majestuosas con árboles que ofrecen su sombra acogedora, hemos pasado a tener áridos o fríos espacios invadidos por el cemento y la piedra.
Esta pérdida de sentido natural y de respeto hacia uno de los elementos más importantes de nuestro entorno no sólo nos afecta en nuestro pensamiento, nos aleja de la generosidad, sencillez y la alegría que nos brinda la naturaleza, sino que también incrementa los problemas urbanísticos de las ciudades de la costa Caribe: aumento del calor, ausencia de sombras e imposibilidad de pasear en ciertas horas, escasez de parques atractivos y cómodos para niños y familias, etc…
El reemplazo de los árboles de la región por otras especies más económicas o prácticas -como las palmeras que no responden a las exigencias climatológicas- también generan problemas. Gran parte de estas especies terminan secándose a los pocos meses.
Ante esta situación es urgente reavivar el interés por el patrimonio natural y destacar campañas nacionales como Biba (promovida por El Espectador), o la reciente iniciativa de formar guardianes de los árboles en el Parque de la Leyenda Vallenata, pero también los esfuerzos solitarios de personas y fundaciones que abogan por una Cultura del amor al árbol.
Un buen ejemplo en Valledupar es la asociación ProArbol que difunde en las redes sociales buenas prácticas para la preservación de los árboles. También destacamos la acción de ambientalistas como Miguelángel Sierra quien, a través de su cuenta en twitter (@biosierra), informa sobre situaciones preocupantes y demuestra –ante la apatía generalizada- que siempre es posible conservar y salvar los árboles.
De la misma forma, ciertos columnistas como el poeta José Atuesta Mindiola, nos invita a recordar el estrecho vínculo que existe entre ciudades y árboles, el espacio que ocupan dentro de nuestro bienestar e identidad, la necesidad de honrarlos dentro de nuestras costumbres cotidianas, y mirarlos con admiración y amor.
Todos ellos contribuyen al crecimiento de este mensaje: los árboles son cruciales para la sostenibilidad de nuestras urbes.
PanoramaCultural.com.co
0 Comentarios
Le puede interesar
Ser mujer hoy: un desafío sin límites
Es bueno preguntarnos, ¿Qué es ser mujer hoy? Esta pregunta varía según la zona del país donde nos encontremos y según las situac...
Una charla ante el espejo
—Silva, abordemos el tema desde la génesis. Según la Constitución Política de 1991: ¿Cuál es el modelo de estado de Colom...
#DANTE2018: un ejemplo a seguir
Una tarde, en alguna pared de la ciudad, vi un graffiti que decía: . Desprevenido, pensé que el escritor tenía razón pues la pa...
Consecuencias de un ‘Claro’ monopolio
Muchas molestias a los usuarios de Claro produjo la caída del servicio el pasado 25 de septiembre, haciendo que por varias horas colap...
Cultura y Educación: un cambio para armonizar la convivencia
La región del Cesar se ha caracterizado por su inmensa riqueza en recursos naturales, como también por el valor de su gente, que en s...