Artes escénicas
Los 10 años de Maderos Teatro: un gran colectivo de actores que ha marcado la vida cultural de Valledupar

Maderos Teatro nació como un sueño materializado el 27 de marzo de 2015, cuando un grupo de siete amigos —Deiler Díaz, Rafael Moreno, Clarisa Cuadros, Carolina Rodríguez, Luis Martínez, Gabriela Rodríguez y Norberto Campo—, decidió transformar una vieja casa del centro histórico de Valledupar en un punto clave de la vida cultural.
Estos artistas provenientes del teatro universitario La Carreta de la Universidad Popular del Cesar (UPC), decidieron dar un paso audaz: crear un espacio independiente para la investigación y la creación teatral en una ciudad donde la oferta cultural era limitada. Ese primer año, con la inauguración en el Día Internacional del Teatro, comenzaron a ofrecer funciones regulares, como las de la temporada inicial los jueves y viernes, buscando demostrar que en Valledupar había talento y público para el teatro.
En 2016, Maderos consolidó su presencia con obras como La farsa de Gallo, una comedia crítica sobre la justicia colombiana basada en un texto de Alejandro Cassona, y cerró el año con Doña Gallito, la bruja loca de pimpiriloca, una pieza infantil que integró títeres y música. Ese mismo año, iniciaron una colaboración internacional con el colectivo mexicano Gitanos Teatro, sentando las bases para proyectos como Cuando la luna hace ruido, que en 2018 hermanó a Colombia y México con funciones en ambos países. Sin embargo, 2016 también mostró las dificultades económicas de un grupo independiente, que dependía principalmente del público y carecía de apoyo institucional consistente.
El 2017 trajo éxitos y desafíos. Maderos ganó una beca de itinerancia del Ministerio de Cultura con Roja canción para Humberto, llevándolos a municipios como Becerril, Aracataca y Maicao. Pero las lluvias de ese año dañaron su sala, que carecía de techo adecuado, forzando un cierre temporal. En 2018, con apoyo parcial de la Alcaldía (52 láminas valoradas en 8 millones de pesos), reabrieron en febrero con una reinaguración que incluyó música, cuentería y fragmentos teatrales. Ese año, el premio del Programa Nacional de Salas Concertadas les permitió ofrecer Teatro Pal Valle de Upar, una programación diversa con 16 grupos locales, nacionales e internacionales, marcando un pico de visibilidad.
En 2019, el colectivo enfrentó trabas burocráticas en su intento de comprar el antiguo Teatro Cesar, un proyecto que buscaba un espacio permanente. Aunque justificaron su vocación escénica, las decisiones políticas y la falta de reuniones del Comité de Espectáculos Públicos retrasaron el proceso. Pese a esto, siguieron creando y fortaleciendo su repertorio. En 2020, durante la pandemia, se aliaron con la Gobernación del Cesar para producir piezas audiovisuales contra el COVID-19, adaptándose a las circunstancias.
Los años siguientes consolidaron su prestigio. En 2023, representaron a Valledupar en el Festival Internacional de Teatro de Cali con El retablillo, un homenaje a Federico García Lorca que combinó narrativa, poesía y títeres, presentado el 4 y 5 de agosto. Este reconocimiento, por segundo año consecutivo, destacó su calidad artística. Para 2024, continuaron explorando nuevas estéticas y técnicas, como lo alabó el crítico de Milenio, quien elogió la dirección de Deiler Díaz y la versatilidad de actores como Clarisa Cuadros, Carolina Rodríguez, Rafael Moreno y Nolberto Campo en Retablillo.
En 2025, al cumplir 10 años de sala, Maderos Teatro celebró no solo una década de funciones —con obras como Carroña, Fábula de los cinco caminantes o Clitem Nespra en su repertorio— sino también 20 años de proceso creativo desde sus raíces en La Carreta. Sus redes sociales anuncian funciones especiales el fin de semana del 22 y 27 de febrero, invitando al público a acompañarlos en esta resistencia cultural. Han crecido de 6 a 20 miembros, enfrentando limitaciones económicas, lluvias y desidia oficial, pero siempre apostando por un teatro que refleja el entorno vallenato y caribeño.
En estos 10 años, Maderos ha sido un laboratorio de creación, un espacio de encuentro y una voz que insiste en que el teatro en Valledupar no solo es posible, sino necesario. Han sembrado una semilla que, como dijo Deiler Díaz, no es solo suya, sino de la ciudad misma.
PanoramaCultural.com.co
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