Artes escénicas
Un recorrido por las danzas colombianas con Chingalé

Se habla de ella como una de las corporaciones de danza más representativas del Cesar, como una enciclopedia que da vida al folclor en escenarios de todo el país, pero Chingalé es muchos más que eso.
Establecida en el barrio Dangond de Valledupar, en una casa transformada en una escuela para jóvenes talentosos, Olger Baena Mejía nos recibe cálidamente para exponer los secretos de su organización.
Sonrisa y brazos abiertos, el director nos indica el camino y presenta brevemente a sus alumnos. Son las 6 y media, la noche ha caído con su habitual puntualidad, y ya se oye en el patio de la academia los rumores de una música moderna, mezcla de “funk” y música electrónica, que incita a moverse.
Pocos minutos después, tres filas de bailarines se han formado para iniciar un calentamiento enérgico. Los más veteranos aparecen en primera línea y, atrás, se incorporan otros bailarines.
Olger lidera la sesión. De inmediato, nos asombra ver su flexibilidad, pero no es el único. A su lado, Ledenia Durán, Jaysson Martínez y muchos otros artistas de la agrupación también demuestran su perfecto conocimiento de la rutina.
Sus cuerpos liberan poco a poco la tensión necesaria para iniciar la fase del baile folclórico. Olger Baena deja de calentarse y encara al grupo para seguir cada uno de sus movimientos. Su mirada oscila de una silueta a otra con el fin de ver el estado de sus bailarines. Aparentemente, todo está bien y enseguida su expresión se relaja mientras que las sonrisas van aflorando paulatinamente en los rostros de los bailarines.
A continuación, los músicos se colocan detrás de sus instrumentos. Empiezan a sonar las vibraciones lejanas de África bajo un ritmo hoy conocido como la Cumbia. La mezcla y riqueza cultural de Colombia se refleja en el movimiento sensual de las mujeres, el vaivén de sus caderas, y el cotejo que ejecutan los hombres con sus sombreros.
Con los vestidos recién puestos, las mujeres se hacen más seductoras y menos asequibles, más juguetonas y siempre huidizas. Giran alegres y altivas mientras que los hombres vuelven y repiten el movimiento de un sombrero en el aire.
En la pilandera –otro baile tradicional de la región–, la seducción deja paso a las escenas del trabajo en el campo. Los ritmos caribeños acompañan la jocosidad de hombres y mujeres que recrean un cuadro típico de la costa. La historia renace con cada nota y cada movimiento.
Orgel Baena interviene: “¡Levanten los brazos! ¡Y no los dejen a media altura!”. Entonces el grupo retoma el baile pero, esta vez, con más empeño, los cuerpos más erguidos y los brazos alzados hacia el cielo. La actitud parece haber mejorado y, sin embargo, otro incidente sucede.
Una de las parejas se ha posicionado en un lugar equivocado, generando confusión y leves molestias. Sin interrumpir, el director ubica a las parejas, regresa a su sitio y observa cómo, poco a poco, el baile vuelve a coger la forma esperada.
Con la Puya, el grupo manifiesta toda su alegría. Los rostros se animan y los cuerpos dibujan trazos fugaces en la noche oscura. El ritmo requiere una concentración adicional y una sincronización extrema. Todos los bailarines se alinean y siguen las percusiones de los tambores que imponen el ritmo.
A continuación, el grupo cierra su ensayo con un mapalé. La condición física de cada uno permite figuras de grandísima exigencia y eso también genera la satisfacción de los participantes.
Olger Baena saluda algunos artistas. El patio se vacía de repente, dejando en el aire una sensación de intensidad volátil, pero sólo es una sensación, porque dentro de dos días el grupo volverá a encontrarse para renovar los esfuerzos.
El director se despide de todos con una sonrisa tranquila, un gesto enérgico y algunas palabras. En su silencio está marcada la pasión permanente por el instante y el gusto de haber compartido una noche de danza con un visitante.
Johari Gautier Carmona
Sobre el autor

Johari Gautier Carmona
Textos caribeños
Periodista y narrador. Dirige PanoramaCultural.com.co desde su fundación en 2012.
Parisino español (del distrito XV) de herencia antillana. Barcelonés francés (del Guinardó) con fuerte ancla africana. Y, además -como si no fuera poco-: vallenato de adopción.
Escribe sobre culturas, África, viajes, medio ambiente y literatura. Todo lo que, de alguna forma, está ahí y no se deja ver… Autor de "Cuentos históricos del pueblo africano" (Ed. Almuzara, 2010), Del sueño y sus pesadillas (Atmósfera Literaria, 2015) y "El Rey del mambo" (Ed. Irreverentes, 2009).
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