Artes escénicas
Crónica de un monólogo con maleta en Valledupar
Sentado frente al escenario del teatro de la Casa de la Cultura de Valledupar, Guérassim Dichliev se emblanquece el rostro con parsimonia en medio de un grupito de jóvenes espectadores.
El ritual del maquillaje es motivo de curiosidad. Algo parecido al calentamiento de un deportista, pero combinando solemnidad y despreocupación a la vez. La transformación de un mimo es paulatina y apacible. En ese momento, el artista se concentra en su obra, la medita, se embebe de la esencia del personaje y, aún así, Guérassim no deja de saludar a los chiquitos que revolotean a su lado divertidos por los rasgos de un hombre empolvado que no habla ningún idioma conocido.
Ya en lo alto de la tarima, Guerassim Dichliev sobresale por su estatura, pero no solamente. El director de la Alianza Francesa, David Siegrist, nos lo presenta con un papel en la mano. Recordar un currículo tan amplio no es evidente, sobre todo cuando se trata de un artista que ha recorrido medio mundo y compartido escenarios con el célebre mimo Marcel Marceau.
Así pues, la eminencia recoge su maleta y se instala en el centro de la tarima. El público detiene su respiración. El cambio de colores marca el nacimiento de un viaje a través de las sensaciones de un artista. Un azul tenue nos envuelve súbitamente y nos traslada a una dimensión todavía por definir. El misterio está servido.
Guérassim camina con una maleta pesada en busca de un camino y de un reconocimiento. El sueño de llegar a París brota en él con toda la pasión de un artista. Después de estudiar en las mejores academias teatrales de Bulgaria, ¿existe algo más natural que aspirar a triunfar en la ciudad de las luces?
La maleta rectangular se convierte en su sombra. Es el reflejo de su condición de inmigrante: una caja de sueños, una caja de recuerdos, una caja con quien hablar y donde depositar sus pertenencias. Una casa donde inician los monólogos más inesperados.
La despedida con los padres tan queridos supone el inicio de una travesía que termina en el París de los grandes monumentos. La Tour Eiffel y les Champs Élysées reciben a un Guérassim maravillado y, no obstante, el sueño se desdibuja rápidamente en una suerte de frustraciones e incomprensiones. Pese a su insistencia, nadie se detiene en la calle para ayudarlo a encontrar el camino a la Opera de Paris (donde tiene previsto participar a un casting). Nadie se dispone a mostrar ese rostro amable que él creía característico de la gente de la capital. Todo lo contrario: el eslogan republicano “libertad, igualdad y fraternidad” pierde en un instante todo su atractivo.
La máxima expresividad del actor Guérassim estalla a su llegada a la Opera. Allí el artista se entrega a lo que mejor hace: actuar (aunque aquí se trata de una actuación dentro de otra). Guérassim vuela magistralmente entre los papeles de un pianista, un violinista y un jefe de orquesta con un humor ácido que roza la tragicomedia. Sin embargo, su empecinamiento en seducir el jurado no convence: Guérassim debe salir por la puerta pequeña, resignarse a un adiós indecoroso, pese al enorme esfuerzo.
Entonces, el fracaso nos desvela a un nuevo Guérassim. Un hombre desorientado que ya no sabe a qué atenerse. Sus preguntas abiertas se asemejan a disparos en el aire, gritos de incomprensión o reclamaciones al cielo. “¿Dónde es el camino?” “¿Quién soy?” “Si lo hubiera sabido nunca habría venido (a Paris)”. Los remordimientos y el desconsuelo exponen de repente a un hombre orgulloso que debe aceptar a la fuerza el juicio de otros y el trato de “stranger” (extranjero) en una ciudad fría y distante.
Las experiencias expuestas por Guérassim conforman un cuadro agridulce donde la ilusión deja paso a la angustia, la nostalgia y la melancolía. El viajero debe aprender y endurecerse, aceptar el trato diferente y construir un nuevo equilibrio.
En mi concepto, el espectáculo ofrecido por Guérassim fue de una innegable belleza. Logró romper las barreras del idioma y conquistar a un público expectante, además de exponer su lado más tierno (al querer irse con los comentarios de los presentes anotados en su cuaderno). Fue una visita breve, pero espléndida.
Johari Gautier Carmona
Para PanoramaCultural.com.co
Sobre el autor
Johari Gautier Carmona
Textos caribeños
Periodista y narrador. Dirige PanoramaCultural.com.co desde su fundación en 2012.
Nacido en París (en el distrito XV), Francia. De herencia antillana y española. Y, además -como si no fuera poco-: vallenato de adopción.
Escribe sobre culturas, África, viajes, medio ambiente y literatura. Todo lo que, de alguna forma, está ahí y no se deja ver… Autor de "El hechizo del tren" (Ediciones Universidad Autònoma de Barcelona, 2023), "África: cambio climático y resiliencia" (Ediciones Universidad Autónoma de Barcelona, 2022), "Cuentos históricos del pueblo africano" (Ed. Almuzara, 2010), Del sueño y sus pesadillas (Atmósfera Literaria, 2015) y "El Rey del mambo" (Ed. Irreverentes, 2009).
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