Artes plásticas
Un paseo por el arte Caribe
La ciudad de Valledupar recibe por primera vez en 14 ediciones la exposición regional de Arte Caribe Atarraya. Es un motivo de celebración para los artistas –quienes van a poder observar de cerca las últimas tendencias– pero también un acercamiento para el gran público que quiera adentrarse en el mundo del arte.
Desde esa perspectiva, y como preámbulo al inminente salón, el museólogo Javier Mejía presentó la semana pasada un taller dirigido a exponer las características del arte caribeño y conocer sus últimas evoluciones.
Ligado a una región rica natural y étnicamente, el arte Caribe resulta difícil de definir. Es un espejo de la variedad del pensamiento pero también de las relaciones complejas que construyen los seres humanos con su entorno.
En su presentación, Javier Mejía destacó como primer elemento identitario del arte Caribe la mezcla de razas y la existencia de una fisionomía propiamente caribeña.
La historia del Caribe se ilustra por la mezcla de tres etnias predominantes –la raza africana, europea e indígena– a las que hay que añadir también la raza india o china en ciertos lugares de las Antillas.
En ese sentido, la “Mulata cartagenera” (1940) de Enrique Grau es, según Javier Mejía, una de las obras que mejor encarnan la fisionomía Caribe debido a la tez oscura y la vestimenta folclórica de la protagonista. Sin ser una realidad absoluta, es una representación fidedigna de la conciencia colectiva.
En segundo lugar, interviene la relación cercana y, a veces fusional, con el medioambiente y la naturaleza. El Caribe se caracteriza por su biodiversidad, la exuberancia de su vegetación, la hermosura de sus aguas, y todo eso acaba retratado en un gran número de obras del Caribe.
“El mar Caribe” (1971) de Álvaro Barrios es una obra compuesta de 60 serigrafías que rescata el color azul del mar, pero que va más allá e incita el observador a preguntarse sobre lo que define al caribeño.
Por otro lado, la obra “Río” de Teresa Sánchez se aproxima al elemento del agua, tan presente en la cultura Caribe, mientras que el “Jardín de musas” de Germán Botero recoge la belleza del arrecife.
A continuación, Javier Mejía presentó el arte Caribe como una expresión que reconstruye la vida del campesino y/o el mundo urbano. Los contrastes paisajísticos del Caribe y los cambios socio-económicos aparecen reflejados en la obra “Cuadros vivos” de Cristo Hoyos o la “Alacena de zapatos” del grupo El Sindicato (en 1978).
Finalmente, y a modo de conclusión, cabe destacar la emergencia de un fuerte movimiento conceptualista entre los jóvenes artistas caribeños quienes, con obras como “Paro de Artistas” o “El Polizonte”, incitan a la reflexión y al encuentro de nuevas imágenes representativas.
Este nuevo movimiento –que incluye obras minimalistas, nuevos soportes tecnológicos y performances–, redefine la idea de un Caribe tradicionalmente ligado a la naturaleza para descubrir nuevos conceptos simbólicos.
Más información acerca del 14 salón regional de artistas Atarraya: www.redartistasdelcaribe.org
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